Un pedido por los derechos humanos y la justicia social. Foto: C. Marcet

Con el anuncio de que Joe Biden se convirtió en el presidente electo, y que Kamala Harris hace historia al ser la primera mujer, negra e hija de inmigrantes, en llegar a ser electa para la vicepresidencia, no sabía si saltar de alegría o llorar. En los años que llevo aquí, he sido testigo de momentos históricos y de inmediato pensé: ¿qué significa esto para las mujeres migrantes de color como yo?, ¿qué significan estos resultados para los inmigrantes indocumentados? Aunque sé que los cambios no se dan de la noche a la mañana, hay una realidad imperante ¿en dónde quedarán esas promesas de campaña del presidente electo, Joe Biden?

Algunas de sus promesas incluyen que acabará con la separación de familias. Ha asegurado que en sus primeros días creará un equipo para reunir a los más de 600 niños que se encuentran separados de sus padres en centros de detención, por las políticas de Trump.

Dijo que detendrá las deportaciones, que restaurará la acción diferida, DACA (por sus siglas en inglés) y el Estatus de Protección Temporal TPS, y además lo ampliará para los venezolanos; y aseguró que impulsará una reforma migratoria integral.

Se dijo desde el 2006, y en este acabamos de comprobarlo. Foto: C. Marcet, Impacto

Confío en que no sean otra vez promesas que caen en “saco roto”. La comunidad inmigrante está cansada de que solo se acuerden de ella en tiempo electoral. Lo ha demostrado una y mil veces, que es la primera en responder “cuando las papas queman”, como decimos los peruanos; es decir, en los momentos de crisis. ¿Recuerdan su respuesta en el 9/11 en Nueva York? Y ahora en la pandemia, ¿quiénes han seguido trabajando en los campos para que tengamos comida en la mesa?, ¿quiénes han limpiado los hospitales, recogido la basura, movido cadáveres en las ciudades más golpeadas del país?, ¿quiénes nos siguen atendiendo en los restaurantes y otros servicios básicos exponiendo su vida?

En estas elecciones donde Biden recibió más votos que cualquiera de sus antecesores, hubo un “trabajo de hormiga” de tocar puertas, registrar votantes y educarlos para el voto. Organizaciones e individuos de base comunitaria, usaron redes sociales y otros medios no tradicionales para movilizar a los votantes latinos.

En el aire se respira un sentimiento compartido de orgullo y solidaridad.

Después de conocer los resultados conversé con algunos inmigrantes, quienes me comentaron, que se sentían aliviados, que había vuelto la paz y serenidad, inclusive hubo quien me dijo que volverá a dormir tranquilo porque ganó el respeto, la unión, la libertad y la esperanza.

Esta es la esperanza de miles, que han hecho de este país su nuevo hogar. Foto: C. Marcet

La vicepresidenta electa, Kamala Harris, no es ajena a este clamor de justicia social; ella es parte de las minorías y sabe lo que viven, sienten y anhelan los inmigrantes de primera y segunda generación. Por lo que a mí respecta, no voy a quitar el dedo del renglón, y como lo vengo haciendo desde el histórico 14 de febrero del 2006, seguiré organizando a la comunidad para lograr la reforma migratoria comprensiva para los 11 millones de inmigrantes indocumentados, Ya lo hemos demostrado, ¡sí se puede! Y esta vez no descansaremos hasta lograrlo. 

DEJA UNA RESPUESTA

Por favor ingrese su comentario!
Por favor ingrese su nombre aquí