Soldados del 761st Battalion, the “Black Panthers”. (Foto: American Veterans Center)

Todos tenemos algún maravilloso antepasado negro, y muchos hemos abrazado el concepto de que, según la ciencia, la especie humana comenzó en África y nuestra abuela común es una mujer llamada Lucy. Y no, no hay ninguna evidencia de que la civilización comenzara en Europa, Asia o América.

El comercio de esclavos en el nuevo mundo trajo africanos que huyeron de la esclavitud y se adentraron en las islas del Caribe y en América Central y del Sur. Otros sobrevivieron a naufragios en esa parte del mundo, además de la abundante y ominosa trata de esclavos hacia los Estados Unidos.

En todo este proceso se mezclaron linajes africanos, indígenas y españoles. Los dueños de plantaciones blancas en todo el país violaron masivamente a muchas mujeres y niñas negras que produjeron hijos de ADN mixto. Esta práctica de la violación también incluyó a muchos de los padres fundadores. Muchos esclavos fugitivos eran acogidos por tribus indígenas y colonos españoles.

Mi cuñado Robert Woods, de Oklahoma, era mitad negro y mitad Cherokee. Sus llamativos rasgos físicos eran los de un hombre negro y era tratado como tal por muchos, incluso por mí. Solo mucho después supe de su admirable linaje. Era un caballero grande y adorable, y preparaba las mejores costillas a la barbacoa.

Una vez me contó su magnífica historia en la Segunda Guerra Mundial. Estaba en el Pelotón de infantería 761 “All blacks” (‘Solo negros’), marchando hacia Alemania, apoyados por una división de Tanques Negros que habían pintado con panteras. Eran conocidos como los “Black Panthers”.

Estaban allí, luchando por América y el mundo, y el comandante blanco decidió enviarlos por delante, mientras que sus oficiales blancos, las otras tropas y el arsenal marchaban unas 12 millas detrás, dejando que los negros recibieran la primera onda del devastador poderío militar nazi.

Pero los negros traspasaron con éxito la línea y al fin llegaron al campo de concentración de Buchenwald. Se sorprendieron al ver tantos seres humanos moribundos. Eran casi esqueletos, demacrados, amordazados y amarrados juntos como animales. Al mismo tiempo, los prisioneros judíos nunca habían visto hombres negros y algunos corrían de ellos, ante el temor de que fueran demonios.

Los Black Panthers, en la Segunda Guerra Mundial. (Foto: Museo Patton)

Tan pronto aseguró el campamento, el oficial negro llamó a su comandante blanco informándole que estaban a salvo y que podían seguir adelante. El comandante insistió en que nadie debía hablar con la prensa hasta que ellos llegaran allí.

Al llegar, el comandante se informó de todo, y luego, como por milagro, apareció la prensa. La conferencia se centró en el comandante y sus oficiales blancos, y no se incluyó en ella a ningún líder de los Pantera Negra, por lo que no apareció ningún oficial o soldado negro en las noticias.

Los días de Memoria del Holocausto, que honran a los que trabajaron para detener el genocidio de los judíos, deben incluir a los soldados negros, todavía olvidados, y a aquellos como mi cuñado Robert Woods, que era una mezcla formidable entre negro y Cherokee.

Se dice que la historia es escrita por los vencedores, y en esta ocasión, nuevamente los vencedores borraron a los negros de las páginas de esa importante parte de nuestra historia.  

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