Nadie pone en duda que las elecciones presidenciales del 2020 fueron históricas por la elevada participación ciudadana. Aquí en Filadelfia, un 66 por ciento de la población votó. La más alta participación desde 1984. Tampoco hay duda de que Filadelfia fue crucial para la victoria electoral de Biden-Harris.

Sin embargo, los números electorales del sector de Hunting Park fueron bajísimos. Lo interesante es que el candidato incumbente (Trump) triplicó su margen en comparación a las elecciones del 2016. De los 66 barrios electorales que hay en Filadelfia, el barrio electoral 7 fue donde menos votos se registraron. De 14,585 personas aptas para votar, solo 6,722 votaron, más de mil votos menos que en el 2016. Valga mencionar que en el barrio electoral 7 la población es mayoritariamente puertorriqueña.

Dos situaciones surgen de estos resultados. Primero, la baja electoral y la significativa ganancia de votos que arrancó el candidato presidencial republicano en una comunidad que históricamente se ha identificado como demócrata. La insatisfacción electoral no es nada nuevo en nuestro barrio. La gente no sale a votar, no por ignorancia, sino porque no ven en el voto un efecto positivo en sus comunidades. Gane quien gane, sus comunidades seguirán sufriendo de insalubridad y drogadicción. Añádase a eso la desconfianza de los residentes hacia los servicios que provee la ciudad, la pobreza endémica y la falta de oportunidades.

A la raíz de este fenómeno está la desconexión entre el votante y las estructuras políticas de base de nuestra ciudad. Filadelfia se divide en 10 distritos electorales, 66 barrios electorales y 1,703 divisiones. Por cada división se eligen dos representantes por cada partido (por lo general demócrata y republicano). Este representante es la persona que se supone sea la conexión entre los residentes y la provisión de servicios para la comunidad. Por supuesto que tenemos buenos representantes, pero, por lo general, la mayoría de nuestros barrios electorales no conocen a sus representantes de barrio.

Estos representantes son los que pueden ayudar a restablecer la iluminación, arreglar los rotos de las calles o ayudar con las multas de estacionamiento; además de ayudar al ciudadano promedio a no perderse en el laberinto de la burocracia administrativa de la ciudad. Si hubiera una sana relación entre la comunidad y estos organismos políticos la condición de nuestros barrios sería otro cantar.

A tono con esta disfuncionalidad, los partidos, sobre todo el demócrata, tienen oficiales electos que llevan décadas en sus oficinas de gobierno. Estas pasadas elecciones nuevas candidatas rompieron con esa norma y le arrancaron los cargos públicos a los incumbentes. Ese fue el caso de Nikil Saval, quien se identifica como demócrata-socialista y quien fundó Reclaim Philadelphia en el 2016; una organización que apoya y promueve candidatos y políticas que procuran potenciar a los trabajadores en vez de a las corporaciones súper millonarias.

Nikil Saval ganó las primarias demócratas del 2020 para el Senado Estatal por el 1er distrito senatorial en el Sur de Filadelfia. Le ganó a Larry Farnese, quien ya llevaba tres términos (12 años) como Senador Estatal y cuya familia, por décadas, ha estado muy conectada con la infraestructura del Partido Demócrata.

También, la novata Jamie Gauthier destronó a la veterana Jannie Blackwell, quien llevaba 7 términos (28 años) como concejal de la Ciudad. Lo mismo ocurrió con el Líder de Barrio Ron Donatucci, quien presidió el Registro de Testamentos desde 1980; perdió ante la también novata Tracey Gordon, en 2019.  Estas sorpresas electorales no fueron de carambola. Gordon, Saval y Gauthier ganaron con un amplio margen electoral.

Esto debe ser una alerta para la comunidad de Hunting Park, una enorme área de 87 hectáreas bordeada por el Roosevelt Boulevard por el norte, la calle Broad por el oeste, la calle Front por el este y la avenida Erie por el sur. El 90 por ciento de esta comunidad son residentes negros y latinos, siendo los puertorriqueños el mayor grupo étnico.

Las sorpresas electorales, la apatía de los votantes y las viejas infraestructuras partidistas son indicativo de que los votantes están hartos del inmovilismo partidista y quieren cambios, quieren candidatos nuevos y frescos que tengan un compromiso serio y probado con la comunidad.

Estos próximos cuatro años serán de mucha actividad política y de importantes carreras electorales. La participación electoral de los latinos y puertorriqueños tiene que mejorar, pero también hay que elevar el número de latinos a cargos públicos. Comencemos por nuestros barrios, donde se fragua la esperanza de una comunidad, con el potencial de darle al “Sueño Americano” un colorido despertar, caribeño y latinoamericano.

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