Cientos de personas se reúnen en un mitin para expresar su oposición al odio contra los asiáticos, en McPherson Square en Washington. (Foto: EFE/MICHAEL REYNOLDS).

Desde la Ley de Exclusión de China, que prohibió en 1882 la entrada de chinos en EE.UU., y el encarcelamiento de unos 120.000 estadounidenses de origen japonés durante la Segunda Guerra Mundial, hasta el racismo detrás del término «chinavirus», el uso de los asiáticos como «chivo expiatorio» ha sido una tendencia en el «país de la libertad».

Ésta es la sensación y también el análisis en el que coinciden varias personas al frente de la lucha contra el racismo “sistémico” en EE.UU. contra los asiáticos, que, en tiempos de crisis, como el contexto actual de la pandemia, han sido vistos como una amenaza al orden económico, sanitario y social de la nación norteamericana.

“Creo que el uso frívolo y repetido de los términos ‘chinavirus’ y ‘gripe kung’ (‘flu kung’, en inglés) por parte de nuestro expresidente, Donald Trump, al comienzo de la pandemia llevó a la asociación instintiva del virus a la gente ‘china’”, explicó a Efe la profesora asociada de estudios étnicos en la Universidad de California en Berkeley, Lok Siu.

Siu, especialista en diásporas asiáticas en el continente americano, responsabilizó a Trump de señalar a los ‘chinos’ como la causa de la pandemia y consideró que “al hacerlo, encendió el racismo antichino y antiasiático y canalizó el miedo y la rabia contra las personas que lo parecen”.

HISTORIA DE ATAQUES

Para la experta, a pesar de que Trump ya no está en el cargo, su retórica “ha cobrado vida propia y está circulando libremente, dando forma a las percepciones de la gente sobre los estadounidenses de origen asiático y reavivando sentimientos racistas enterrados para resurgir”.

En el primer año de la pandemia se denunciaron 3.800 incidentes de odio contra personas asiáticas en EE.UU., la mayoría mujeres, un número «significativamente más alto» que los 2.600 registrados en el año anterior.

Así lo apunta una investigación publicada recientemente por la organización Stop Aapi Hate, que se encarga de monitorear y denunciar episodios violentos contra gente de esta comunidad.

El último fue el pasado 16 de marzo, cuando seis mujeres de origen asiático fueron asesinadas en un tiroteo en Atlanta, mientras estaban en sus puestos de trabajo.

«Lamentablemente, son los estadounidenses de origen asiático más vulnerables -los ancianos y las mujeres- los que han sido las principales víctimas de estos ataques racistas. Esto es sumamente perturbador», agregó Siu, consternada.

Este racismo se ha repetido a lo largo de la historia del país norteamericano, como apunta también la surcoreana Sung Yeon Choimorrow, que dirige el Foro Nacional de Mujeres Estadounidenses con Raíces Asiáticas o del Pacífico.

“Desde la Ley de Exclusión de China, hasta el encarcelamiento de japoneses de origen japonés durante la Segunda Guerra Mundial, la vigilancia dirigida a musulmanes y sudasiáticos después del 11 de septiembre, y el uso de los asiáticos como ‘chivos expiatorios’ de los asiáticos por la pandemia, ha habido una historia retórica antiasiática”, dijo Choimorrow.

MIEDO AL CAMBIO

Detrás de este odio también hay un recelo al futuro cambio demográfico del país, visto como una «gran amenaza» por parte de la población estadounidense, según la doctora en Neurociencia por el Colegio de Medicina de Baylor, Dona Kim Murphey, que es también fundadora de la organización por la igualdad social Pantusit Republic, con sede en Houston.

Este miedo al cambio nace del ritmo de crecimiento de la comunidad asiática en las últimas décadas, una tendencia que el Centro de Investigación Pew proyecta que se traduzca en que este grupo se convierta en la minoría no blanca más grande de EE. UU. en los próximos 35 años.

Esta variación demográfica es, según Murphey, «la mayor amenaza para el poder en el Gobierno representativo».

«Pero también debemos hacer nuestra parte para cultivar la conciencia cívica en nuestras comunidades, abogar por el acceso al idioma en la votación y movilizarnos políticamente» añadió.

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