Fotografía de una representación escénica de la ONG Río de Paz por las víctimas del COVID-19 hoy, en la playa de Copacabana en Río de Janeiro (Brasil). EFE/Antonio Lacerda

Río de Janeiro – La icónica playa de Copacabana en Río de Janeiro, amaneció durante el pasado fin de semana, con cruces negras y globos rojos para rendir un homenaje a las casi 100.000 víctimas que ha dejado la pandemia de coronavirus en Brasil y protestar por la forma en la que el Gobierno de Jair Bolsonaro ha conducido la crisis sanitaria.

Brasil, el segundo país del mundo más afectado, con casos confirmados, próximos a los tres millones.

El tributo, fue organizado por la ONG Río de Paz, vinculada a la Organización de las Naciones Unidas (ONU).

De manera pacífica, la manifestación se sintetizó en un cartel de cuatro metros de largo que fue plantado frente a las cruces.

Con la frase «100 MIL: ¿Por qué somos el segundo país en número de muertos?», el cartel resumía el sentir de muchos brasileños, pero sobre todo el de los familiares de las víctimas, muchos de los cuales han sentido el abandono del Gobierno, la ineficacia de los servicios públicos de salud y la falta de empatía.

«Está equivocado el que cree que esto (COVID-19) es una «fake news», que es una cosa política. Este aquí es Hugo, mi hijo de 25 años, él no era político, él era un ciudadano, era una persona que murió por COVID-19 a los 25 años», aseguró Marcio Antonio do Nascimento Silva, un taxista que perdió a su hijo en Río, al comienzo de la pandemia.

«A las personas que no tienen empatía, que creen que porque no les ha pasado a ellas pueden criticar, espero que (esto) no pase con ustedes. Procuren cuidarse, usar máscaras, alcohol gel. Yo soy víctima de COVID, yo tuve COVID y conseguí curarme, pero muchas personas no se curan como Hugo, que no se curó», agregó.

Mientras unos criticaron el homenaje por considerarlo «una payasada» y tildarlo un acto «de izquierda», otros defendieron la simbología del tributo y pidieron respeto.

El homenaje terminó con la soltura de los globos que abandonaron la playa y se esparcieron por el cielo azul de la ciudad.

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