La primera dama estadounidense Jill Biden y su homóloga mexicana Beatriz Gutiérrez Müller observan un documento durante un evento titulado "Fandango por la lectura", el lunes 9 de enero de 2023, en el Palacio Nacional, en la Ciudad de México. (AP Foto/Ginnette Riquelme)

CIUDAD DE MÉXICO— Las primeras damas de Estados Unidos y México mostraron durante sus encuentros una sintonía de la que sus esposos carecen y el acto oficial de inicio de la cumbre bilateral entre los países lo dejó claro: fueron ellas las que, a dos voces, mandaron el único mensaje oficial bilateral desde Palacio Nacional.

Entre Jill Biden, de 71 años, y Beatriz Gutiérrez Müller, a punto de cumplir 54, hay casi dos décadas de diferencia pero ambas son académicas y han marcado distancia con sus predecesoras como primeras damas.

Biden fue la primera esposa de un presidente estadounidense en mantener una carrera independiente fuera de la Casa Blanca. Gutiérrez Müller, la primera en querer derogar la figura de primera dama en México.

Ambas, con doctorados y libros de su autoría a sus espaldas. La estadounidense es maestra, la mexicana es periodista y experta en literatura. Conectaron mucho más que sus esposos, Joe Biden y Andrés Manuel López Obrador, dos políticos con trayectorias y carácteres muy distintos además de visiones encontradas desde Ucrania a las relaciones con Cuba, Venezuela o Nicaragua.

Las palabras en abierto al inicio de la reunión bilateral lo dejaron claro cuando López Obrador dejó las sonrisas para pedir a Biden que termine con la actitud de abandono y desdén hacia América Latina.

En la agenda particular de las esposas, en cambio, todo fue armonía. Visitaron la Basílica de Guadalupe el domingo por la tarde, Biden con una veladora en mano que ofreció a la patrona de México. El lunes tuvieron una tarde de lecturas y fandangos donde no faltaron intervenciones en idiomas indígenas ni mariachis.

Ahí, Biden recordó los paseos con Gutiérrez Müller por los pasillos de la biblioteca del Congreso estadounidense, cuando descubrió “todo lo que tenemos en común”. Entre otras cosas, la pasión por la literatura y la enseñanza.

Poco antes, fueron ellas, y no los presidentes, las protagonistas del acto oficial de bienvenida de la cumbre.

Con un comunicado leído a dos voces, cada una en su idioma y en la capital del país más peligroso para los periodistas de todo el continente, un sector que casi diariamente es atacado por López Obrador en sus conferencias matutinas, empezaron por subrayar que “la libertad de fe, de expresión y de prensa son la base de la democracia”.

Y reafirmaron su respeto a la ley, a la voz del pueblo, a las comunidades originarias, a la educación y a la familia, así como su rechazo al racismo, al clasismo y a todo tipo de discriminación.

«Nos atrevemos a soñar con un tiempo en el que todos seamos iguales y libres”, dijeron una en inglés, la otra en español.

Previamente, la primera dama estadounidense había tenido un acto con un poco más de una veintena de mexicanas del sector de la educación, el arte y la empresa, donde subrayó la importancia de empoderar a las mujeres si un país quiere conseguir una democracia próspera.

Y recordó que Estados Unidos acaba de lanzar por primera vez una estrategia para la seguridad económica de la mujer en el mundo.

“Haced lo que queráis, pero enseñad a las demás”, enfatizó Biden en una conversación informal con algunas de ellas mientras animaba a una “dreamer” a escribir sobre su historia, a una artista plástica a llevar una de sus exposiciones a la Casa Blanca o a una niña jugadora de fútbol americano a luchar por lo que le gusta.

“Tienen que ser suficientemente fuertes para hacer que las cosas ocurran”, agregó en otro momento.

Ella y Gutiérrez Müller también parecen coincidir en eso porque entre las dos la química sí ocurrió.

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