Por el buen uso de nuestro idioma

Género no es igual que sexo. El género es una propiedad de los nombres y de los pronombres que tiene carácter inherente; en otras palabras, independiente de lo que puede establecer en la oración. El género produce efectos en la concordancia con los adjetivos, y no siempre está relacionado con el sexo biológico.

Según la Real Academia Española (RAE), las personas no tenemos género, tenemos sexo. Por ejemplo, la expresión “violencia de género” es incorrecta, porque la violencia la cometen las personas, no las palabras. Lo correcto en este caso es, “violencia sexual” o “violencia doméstica”. De igual manera la RAE indica que es redundante la utilización del masculino y del femenino juntos, como, por ejemplo: “ciudadanos y ciudadanas”, es un circunloquio innecesario.

El criterio básico de cualquier lengua es economía y simplificación, no diciendo con cuatro palabras lo que se puede resumir con dos. Todos los días leemos y escuchamos circunloquios y sustituciones inadecuadas, como: “los diputados electos, las diputadas electas”. Muchos opinan que la misión contra la desigualdad, junto al machismo, creó el feminismo.

Actualmente andamos confundiendo al género con sexo. Un profesor de español una vez me explicó: una silla es femenino, pero no es hembra, un sillón es masculino, pero no es macho. El género común es útil, incluye ambos sexos. 

Hoy día, andamos con la ansiedad de hablar y escribir de una manera que sea políticamente correcta y que sea totalmente inclusiva. El miedo de ofender nos acecha constantemente. Esta puede ser la causa por la cual la Cámara de Representantes de los Estados Unidos presentó reglas «neutrales de género». Muchos opinan que estos cambios en las reglas son para honrar todas las identidades de género, cambiando pronombres y relaciones familiares de modo que sean neutrales en cuanto al género; otros temen que sea un esfuerzo para eliminar el concepto de sexo biológico.  

La RAE, y la Asociación de Academias de la Lengua Española, en el “Libro de estilo de la lengua española según la norma panhispánica”, expresan su rechazo al lenguaje inclusivo. Este libro es una guía práctica para resolver las dudas ortográficas, fonéticas o gramaticales que se dan por la evolución del idioma en los últimos años. El primer capítulo considera innecesario la inclusión del doble género. Igualmente, el uso del “lenguaje inclusivo” que utiliza “x”, “@” o “e” en lugar del plural, es decir, “todxs”, “tod@s” o “todes”. La Academia no modifica las prácticas del pueblo, las acepta o no.

Todos entendemos que las lenguas evolucionan con el uso popular, de esto no hay duda. Conozco un gran número de personas que dicen que es estúpidamente incorrecto. Además, opinan que la lengua debe de evolucionar con el uso del pueblo, no con imposiciones políticas.

¿Se imagina usted a un político, pausar durante un discurso por miedo a usar la palabra mujer, hombre, madre, ella, él, etcétera, pues no incluye todas las identidades de género? ¿Qué opina sobre el nuevo vocabulario? ¿Es o no políticamente correcto y neutral?

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