
Estimaciones del INEGI y del Censo de EE. UU., indican que hay más de 38 millones de mexicanos en Estados Unidos; de los cuales, aproximadamente 12 millones son personas nacidas en México, que migraron, los otros 26 millones son mexicoestadounidenses, descendientes de padres mexicanos, pero nacidos EE. UU. por lo que cuentan con ambas nacionalidades.
Los mexicanos en EE. UU. son en promedio más jóvenes que la población nativa, lo que ayuda a mantener una pirámide poblacional más sostenible y a sostener programas como el Seguro Social a largo plazo. El 52% de los salarios de los migrantes mexicanos se destina a pagar el Seguro Social.
Los migrantes indocumentados contribuyen con 13 mil millones de dólares anuales al sistema, aunque la mayoría no reclama beneficios, lo que significa que el 92% de ese dinero beneficia a otros.
Los latinos en este país producen 3.6 billones de dólares en el Producto Interno Bruto. Si los latinos en EE. UU. fueran una economía sola, serían la quinta economía más grande del mundo.
De esos 3.6 billones de dólares, 2.06 billones son generados por trabajadores de origen mexicano. La aportación de los mexicanos es de 7.8% a la economía de Estados Unidos.
Los Ángeles es la segunda ciudad con mayor población de mexicanos en el mundo, seguida de la Ciudad de México. En el tejido e imaginario social, California, donde viven cerca de 11 millones de mexicanos, tiene arraigado su origen binacional.
El embajador de EE. UU. en México, Ronald Johnson, se pronunció contra el uso de banderas extranjeras, en las manifestaciones que se han desatado en EE. UU. por las redadas, que según varios medios han registrado, son indiscriminadas, no van solo por criminales, y hasta ciudadanos estadounidenses han sido detenidos siendo víctimas del perfil racial.
En un mensaje en X, Johnson dijo que las banderas representan “identidad nacional, orgullo y valores compartidos, no división ni ilegalidad”.
El diplomático también advirtió que enarbolar una bandera extranjera mientras se ataca a las fuerzas del orden de los EE. UU. y se destruyen propiedades “solo daña una relación bilateral”, al referirse a México.
Además de la mexicana, se ha podido observar en las manifestaciones de los últimos días las banderas de El Salvador, Guatemala, Colombia, Venezuela y Honduras.
Grupos encargados de convocar las marchas han pedido repetidas veces que se use la bandera estadounidense en las marchas, pero no se puede obligar a los manifestantes a que lo hagan, violando así la Constitución de EE. UU. y la libertad de expresión.
El uso de la bandera mexicana en la causa migratoria en California no es nuevo, desde las marchas de los noventa contra la Proposición 187, que penalizaba la inmigración indocumentada en el Estado Dorado, este símbolo patrio mexicano ha sido expuesto en las manifestaciones contra las políticas antiinmigrantes, que van más allá de las detenciones indiscriminadas, también están afectando a los mercados, con la imposición de aranceles que violan los mismos tratados de libre comercio como el firmado por el mismo Trump en su primer mandato con Canadá y México, y a través de la imposición de un impuesto al envío de remesas.
Los datos apuntan ya a una ralentización de las remesas a México, tras mostrar un retroceso interanual del 2,5 % en el acumulado de los primeros cuatro meses de 2025, con 19.015 millones de dólares.
México recibió un récord de casi 65.000 millones de dólares en remesas en 2024, que representan casi el 4 % de su economía, y es el segundo mayor receptor de estas divisas en el mundo, solo detrás de la India.
Todas estas cifras son parte de una radiografía de lo entrelazados que están estos dos países, pero más allá de los números y beneficios mutuos, están las historias de millones de mexicanos, así como las de otras nacionalidades, que han venido a la “tierra prometida” a entregar su sudor en el trabajo, su sangre dando la vida en las filas del ejército y otras instituciones del orden público, y sus muchas lágrimas, como las vertidas en El Paso, cuando un admirador del movimiento MAGA fue a matar a “mexicanos” acabando con decenas de vidas de piel morena.
Los migrantes son inconformistas atrevidos; soñadores, personas con esperanza que ponen su fe en una vida mejor, en acción, que atraviesan ríos, montañas, muros entregando parte de su vida, a una nación que los atrae y los expulsa al mismo tiempo.
Muchos vienen huyendo de lo que hoy están viviendo en esta nación de naciones, persecución, autoritarismo, injusticia social. Este país es grande por haberse conservado como una tierra de oportunidades, para quien se atreva a vivir su sueño, y ahora está yendo contra su propia esencia, y de la respuesta a su sobrevivencia en los próximos meses, se vislumbrará el destino que decidirá emprender.