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Puedes ver y abrazar a amigos y familiares durante la pandemia, pero sigue estas reglas.

Después de un encierro prolongado, anhelando un día en la playa o una noche en la ciudad —y atraídos por el alivio de las restricciones justo cuando llegan las cálidas temperaturas— muchas personas han salido corriendo de los confines del hogar. ¿Quién puede culparlos?

Pero  el COVID-19 se está disparando en Texas, Arizona, Florida, California y otros estados, obligando a los funcionarios, una vez más, a cerrar bares, gimnasios y las áreas internas de los restaurantes.

Esto no significa que no podamos pasar tiempo con las personas que más queremos. Nuestra salud mental es demasiado importante para no hacerlo.

Puedes expandir tu burbuja social más allá de la casa, si prestas atención a las conocidas pautas de salud y, además, tomas precauciones adicionales: limita el número de personas que vas a ver, y usa un cubre bocas.

Desinfecta las sillas y mesas, y lávate las manos, antes y después de la reunión. Si van a celebrar con comida y bebida, es mejor que todos los involucrados traigan la suya, ya que compartirla puede aumentar el riesgo de infección.

Arthur Reingold, profesor de epidemiología en la Escuela de Salud Pública de la Universidad de California-Berkeley, y su esposa, epidemióloga de los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades (CDC), han comenzado a verse con otra pareja de su edad, que tiene un patio amplio.

«Nos hacen entrar por la parte de atrás; no por la casa», explica Reingold, de 71 años. «Nos sentamos en sillas que están a unos buenos 10 ó 12 pies de distancia entre sí, y charlamos. Traemos nuestra comida, y ellos tienen la suya».

Las mascarillas o cubrebocas, no te hacen inmune a la infección. «Tus ojos son parte del esquema respiratorio. Puedes infectarte a través de ellos muy fácilmente», señala George Rutherford, profesor de epidemiología en la UC-San Francisco. Si eres vulnerable, o simplemente quieres tener más cuidado, considera el uso de un protector facial o de gafas protectoras.

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La mayoría de nosotros nos hemos preguntado cuándo se puede considerar que una reunión es demasiado grande. Es imposible dar una respuesta exacta; pero cuanto más pequeña, mejor. Y ten en cuenta que no existe el riesgo cero.

En los Estados Unidos en su conjunto, el promedio de la tasa de infección es actualmente de entre el 1% y el 2%, lo que significa que una o dos personas de un grupo de 100 se infectarían, dice la doctora Yvonne Maldonado, pediatra especializada en enfermedades infecciosas de la Escuela de Medicina de la Universidad de Stanford.

Sin embargo, estos porcentajes no aplican necesariamente a cualquier entorno, señala Maldonado. Una reunión en un área donde la tasa de COVID-19 está aumentando, o ya es alta, es más peligrosa que una del mismo tamaño en un lugar donde no lo es. Así que mantente informado sobre el estado de la pandemia en tu área.

Desconfía incluso de los amigos que conoces y a quienes les tienes gran afecto desde hace mucho tiempo. Puede parecer cruel, pero necesitas saber algo sobre el comportamiento y el paradero reciente de cualquier persona con la que te vas a ver. No seas tímido a la hora de preguntar dónde y con quién han estado en las últimas semanas. Si son amigos lo suficientemente cércanos, entenderán porqué lo preguntas.

Un gráfico de la Texas Medical Association, que generó controversia en Twitter en los últimos días, enumeraba una serie de actividades, clasificadas de riesgo menor a mayor. Entre los comportamientos más riesgosos: ir a un bar, a un cine o a cualquier otro lugar lleno de gente. Y comer en un buffet. Podrías hacer preguntas basadas en esa lista, o una similar, para determinar si es seguro visitar a alguien.

Respecto a los encuentros para jugar de tus hijos, los expertos en salud pública dicen que se deben aplicar las mismas precauciones de seguridad que en las reuniones de adultos. «Los niños pueden jugar juntos, especialmente si sus familias han estado distanciadas socialmente, las actividades no implican contacto físico y pueden participar en las actividades con suficiente espacio», explica Maldonado. Otra pregunta, siempre en mi mente, es si resulta arriesgado dejar entrar a un plomero, a un electricista o al servicio de reparaciones en la casa. Yo he pospuesto las reparaciones de la casa por varios meses debido a mi incertidumbre al respecto. Los expertos en salud me dieron la misma respuesta: mientras todos usen máscarillas y se mantengan a una distancia saludable, la visita no debería representar una amenaza significativa. Pero se le debe preguntar al profesional qué precauciones tomó en las visitas a otros hogares. Si trabaja para una compañía, revisa sus políticas para los empleados que van de casa en casa.

Como tengo dos perros grandes, también me he preguntado si podrían ser potenciales propagadores del virus, no a través de sus gotas respiratorias, sino porque el virus podría aterrizar en su piel.

Los expertos dicen que no debería preocuparme. Teóricamente es posible contagiarse del virus de un perro si alguien acaba de estornudar sobre él, pero ese es un escenario poco probable. El dueño del perro representa un riesgo mayor.

Para quienes hemos echado de menos un mayor contacto humano, es una grata sorpresa que algunos expertos en salud pública piensen que puede ser seguro abrazar a las personas si sigues ciertas pautas: hazlo al aire libre; usa un cubrebocas adecuado; los rostros deben apuntar en direcciones opuestas; hay que evitar el contacto entre tu cara y el cuerpo de la otra persona; sé breve y lávate las manos después.

Los enfermos crónicos y las personas mayores pueden no querer arriesgarse.

KHN (Kaiser Health News) es un servicio de noticias sin fines de lucro que cubre temas de salud. Es un programa editorialmente independiente de KFF (Kaiser Family Foundation) que no tiene relación con Kaiser Permanente.

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