Ciudadanos hacen fila para vacunarse contra COVID-19 en Caracas (Venezuela), fotografía de archivo. (Foto: EFE/Miguel Gutiérrez) Ciudadanos hacen fila para vacunarse contra COVID-19 en Caracas (Venezuela), fotografía de archivo. (Foto: EFE/Miguel Gutiérrez)

Buenos Aires, Argentina– Decir que las mentiras gobiernan el mundo tal vez sea exagerado, pero que cada vez son más utilizadas por la mayoría de los humanos no está tan lejos de la realidad. Pasa en el deporte, en la vida cotidiana, en los matrimonios y  lógica y obviamente en la política.

Y es en este último punto donde nos vamos a detener para analizar y tratar de entender por qué quienes transitan ese mundo tan particular se aferran tanto a la filosofía del “miento porque me gusta” y que llega al punto de creerse sus propias mentiras. Los sabios y estudiosos le llaman “Mitomanía” pero los que pisamos la tierra y las padecemos, le llamamos “Enfermedad”. Y lamentablemente, la utilización de las mentiras no es propiedad de alguien en particular, en todos los países (y esta vez nos referiremos exclusivamente a América Latina).

Recientemente y previo a las falsas elecciones que volvieron a entronizarlo en el poder, el dictador Daniel Ortega, le mintió a la pobre población nicaragüense buscando excusas para encarcelar a todos aquellos candidatos opositores que hubieran podido sacarlo por fin del sillón presidencial. Y en el acto de su asunción el embajador argentino asistente en la ceremonia, mintió al decir que “no sabía” que quien estaba parado a su lado en la foto principal, era el funcionario iraní Mohsen Rezai, quien precisamente es uno de los ciudadanos iraníes que tienen pedido de captura internacional, dictado por la justicia argentina, por considerarlo responsable del atentado terrorista contra la Asociación Mutual Israelita Argentina (AMIA) hace ya 27 años.

Miente Adolfo Maduro cuando dice que es un presidente democrático y abusa de dicho derecho para humillar al pueblo que sobrevive lastimosamente con una inflación que roza el 700 por ciento y con sueldos de 15 dólares mensuales. También lo hace Miguel Díaz Canel que se aprovecha de los ciudadanos cubanos y miente diciendo que las imágenes que se ven en el mundo sobre los incidentes y el maltrato “son falsas” cuando hubo muertos, heridos y más de 100 detenidos.

Miente el presidente argentino Alberto Fernández diciendo que “Este es el mejor gobierno de la historia” cuando el desabastecimiento, la inflación, los vergonzosos planes sociales, los sueldos por el piso, entre otras cosas, están a la orden del día. Quizá la prueba más clara de la real situación del país, esté en la cantidad de empresas multinacionales que se están yendo buscando horizontes más sólidos y con mayor tranquilidad económica. Mientras esto sucede, Fernández se hace amigo de los países subdesarrollados y de potencias equivocadas como Rusia y China, cambiando figuritas que siempre le sirven a los otros y en virtual pelea con los Estados Unidos, sin reparar en que el Fondo Monetario Internacional es quien lo tiene agarrado de las orejas.

Mentía Trump en Estados Unidos, mentía Correa en Ecuador, mentía Piñera en Chile, mentía Evo Morales en Bolivia. Miente el actual presidente boliviano Luis Arce cuando en una conferencia conjunta con el primer mandatario mexicano, López Obrador, dijo que su país tenía un acuerdo muy avanzado con una firma alemana  para la producción de baterías de litio, cuando toda la población sabe que dicho proyecto está como antes de empezar. El fracaso en materia energética del gobierno boliviano –incluso- muestra cómo la realidad acaba siendo el peor enemigo de los gobiernos socialistas.

Latinoamérica sigue el penoso camino de las mentiras, que suman más calamidades si habláramos de la verdadera cantidad de muertos por la pandemia, pero eso será para otra ocasión. Mientras tanto, los pueblos sufren.

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