El presidente de EEUU Joe Biden, la vicepresidenta Kamala Harris y la presidenta de la Cámara de Representantes, Nancy Pelosi. (Foto: EFE/Doug Mills)

El presidente Joe Biden consideró el miércoles 28 de abril, que «ya es hora» de que las grandes corporaciones y los más ricos del país, que son un 1% «paguen su parte justa» de impuestos.

«Solo la parte justa», reiteró Biden en su discurso ante las dos cámaras del Congreso estadounidense, en el que señaló que las fortunas y las grandes empresas tienen que ayudar pagando con sus impuestos las inversiones públicas que su gobierno se propone acometer.

Biden señaló que un reciente estudio asegura que el 55 % de las grandes empresas pagó «cero» impuestos federales el año pasado, y lograron 40.000 millones de dólares en beneficios, mientras que muchas evadieron impuestos o se acogieron a beneficios y deducciones por emplear a sus trabajadores en otros países. «Y eso no está bien», denunció.

Tras explicar que los que ganan 400.000 dólares o más al año volverán a tributar el 39,6 %, como estaba durante la Presidencia del republicano George W. Bush (2001-2009), aseguró que el Gobierno acabará con los resquicios que permiten a los más ricos pagar muy por debajo de lo que deberían según sus ganancias.

Y advirtió de que el departamento de Hacienda actuará con mano duda con los millonarios que pretendan «engañar» sobre sus ganancias.

Con la subida de los impuestos a los más ricos el Gobierno de Biden quiere sufragar su plan familiar, con medidas sociales por 1,8 billones de dólares.

Y con el alza de la tributación a las grandes compañías se propone financiar el Plan de Empleo o Plan de Infraestructuras, con más de dos billones de inversiones y la creación de millones de empleos para financiar las infraestructuras del país.

Antes, Biden hizo una férrea defensa de la labor de los sindicatos del país y subrayó que «Wall Street no construyó este país», sino que fue «la clase media». «Y los sindicatos construyeron la clase media», subrayó.

En este discurso que ofreció en la víspera de cumplir cien días en la Casa Blanca, Biden pidió por al Congreso que apruebe su propuesta para defender las organizaciones sindicales y el derecho a pertenecer a ellas.

Hizo, además, otros alegatos, al apostar por los salarios dignos y subrayar que nadie que trabaje cuarenta horas a la semana debería estar por debajo del umbral de la pobreza.

JUSTICIA PARA LOS MIGRANTES

El presidente Joe Biden, instó a ponerle fin a «la agotadora guerra» partidista sobre la inmigración, e instó al Legislativo a aprobar en partes su reforma migratoria, que busca regularizar a los 11 millones de inmigrantes; un proyecto que está estancado en el Senado ante la falta de apoyo de la oposición republicana.

«No quiero ser beligerante ni nada, pero necesitamos que más republicanos se unan a la inmensa mayoría de sus colegas demócratas para cerrar las lagunas legales e imponer verificaciones de antecedentes para comprar un arma», dijo el presidente.

HARRIS Y PELOSI HACEN HISTORIA

Fue la primera vez que dos mujeres se colocaron detrás del estrado y la primera en décadas que no se designó a un «superviviente» en caso de ataque.

Biden empezó su alocución rindiendo homenaje a las dos mujeres que le siguen en la línea de sucesión: la vicepresidenta del país, Kamala Harris, y la presidenta de la Cámara de Representantes, Nancy Pelosi.

«Señora presidenta, señora vicepresidenta. Ningún presidente nunca ha dicho estas palabras desde este estrado. Ningún presidente ha dicho esas palabras antes. Ya era hora», dijo Biden.

Aunque Pelosi sí había ocupado ese asiento con anterioridad, es la primera vez que la butaca de la Vicepresidencia está ocupada por una mujer: Kamala Harris, quien tras las elecciones de 2020 también se convirtió en la primera persona negra en ocupar ese puesto y la primera de origen indio o asiático en hacerlo.

UN HEMICICLO MEDIO VACÍO Y CON MASCARILLAS

Normalmente, a este tipo de eventos, suelen acudir unas 1.600 personas, pero frente al mandatario se hallaba un hemiciclo medio vacío con solo 200 invitados, sentados por varios asientos y en su mayoría con mascarillas.

En concreto, el único representante del Tribunal Supremo fue su presidente, John Roberts, vestido con su toga negra y quien durante el discurso permaneció sentado sin aplaudir con las manos sobre su regazo.

LA PRIMERA DAMA, ENCARGADA DE INICIAR LOS APLAUSOS

Los aplausos son, de hecho, una parte muy importante del discurso: los legisladores que pertenecen al partido del presidente tienen la misión de iniciar la mayoría de las ovaciones.

Sin embargo, en esta ocasión, ese cometido era especialmente difícil porque había menos asistentes y porque algunos de ellos tienen una edad avanzada, por lo que aplaudir constantemente puede ser agotador.

La primera dama, Jill Biden, se encargó de iniciar varias veces las ovaciones, algo que reflejaron las cámaras de televisión que tenían la vista fija en ella.

Según la CBS, hubo 62 aplausos durante el discurso y el más largo, de 22 segundos, se produjo cuando Biden alabó la labor que la primera dama desempeña como profesora.

SIN «SUPERVIVIENTE» EN CASO DE ATAQUE

Por primera vez en décadas, no hubo necesidad de designar a «un superviviente», es decir, un miembro del Gobierno que se refugia en un lugar secreto para estar a salvo en caso de que haya un ataque que elimine a los miembros de las tres ramas del Estado, que suelen estar todos presentes en este tipo de eventos.

PRIMER GRAN EVENTO POLÍTICO DESDE EL ASALTO AL CAPITOLIO

El discurso se desarrolló entre enormes medidas de seguridad. Es el primer gran evento que celebra el Congreso desde la ratificación de la victoria electoral de Biden el 6 de enero, cuando simpatizantes del entonces presidente, Donald Trump, asaltaron el edificio.

Biden hizo varias alusiones a ese incidente. Además, antes del discurso, saludó a los encargos de la seguridad del Capitolio, entre los que figura la recién nombrada sargenta de armas, Karen Gibson.

LA RESPUESTA REPUBLICANA

El senador republicano Tim Scott, el único legislador negro de su partido en la Cámara Alta, afirmó que el país no es racista, en su respuesta al discurso del presidente Joe Biden.

«Cuando Estados Unidos se une, hacemos avances tremendos, pero fuerzas poderosas quieren separarnos», dijo Scott, que no precisó a qué fuerzas se refería, minutos después de Biden.

Scott recordó que hace cien años los niños aprendían en la escuela que el color de su piel era su característica más importante y que si su apariencia era de una manera determinada eran considerados inferiores.

Señaló que si actualmente ocurre lo mismo es porque «hay gente haciendo dinero y ganando poder fingiendo que no ha habido ningún progreso en absoluto y redoblando las divisiones».

Criticó el rescate económico de 1,9 billones de dólares impulsado por Biden y aprobado en el Congreso en marzo, sin un solo voto republicano.

Scott calificó esa ley de «partidista» y acusó a la Administración de haber separado a los estadounidenses.

Además, acusó al presidente de incumplir su promesa de unir a la nación y de gobernar para todos los estadounidenses.

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