Juego de los Piratas en el PNC Stadium, sobre el fondo de la ciudad de Pittsburgh. (Foto: Dave Dicello)

Pittsburgh, PA. – Vivo en una ciudad que respira deporte, desde el fútbol americano, con los Steelers, pasando por el hockey sobre hielo con los Penguins, hasta llegar a un romance con olor a historia, mitos y leyendas de sabor latino y sabor boricua: el béisbol de los Piratas, el equipo responsable de que hoy a Pittsburgh se la conozca con el orgulloso apodo de “Ciudad de Campeones”.

Pero hablemos de ese sabor latino que todavía se respira en Pittsburgh, recordando a una leyenda llamada Roberto Clemente. Si usted viene a Pittsburgh en verano, tiene que ir al estadio PNC, ver un juego de los Piratas, caminar por el centro de la ciudad, atravesar el puente que cruza el río Allegheny, el cual solo está abierto para los aficionados y cerrado a vehículos. Al caminar, su historia se cuenta sola, la gente camina sobre el puente Roberto Clemente para perpetuar una tradición y con la mente en el juego.

Y es que cuando se habla de béisbol en la ciudad y con los aficionados, toda conversación empieza con la leyenda que evoca el nombre de Roberto Clemente. La gente comenta de sus hazañas con el equipo, sus 18 temporadas en Pittsburgh, sus juegos de las estrellas, sus guantes de oro, los 3000 hits bateados en su carrera profesional.

Más allá de los Steelers y sus 6 Super Bowls, o Mario Lemieux como leyenda viva de los Penguins, está Roberto Clemente, como símbolo latino en una ciudad sajona como Pittsburgh. Él fue el primer hispano campeón de una Serie Mundial. La serie de 1960 fue inolvidable para toda la ciudad. Los Piratas derrotaron al súper-favorito, los Yankees de Nueva York, en 7 juegos. Clemente fue jugador de la serie, bateó para .314 con 16 home-runs en las finales; casi un hit por juego durante la Serie Mundial.

Clemente nació en el Barrio San Antón, de Carolina, en Puerto Rico, el 18 de agosto de 1934. Hizo su debut en las grandes ligas con los Piratas de Pittsburgh, el 17 de abril de 1955. En septiembre de 1958 se enlistó en la Marina de los EE. UU.; cumplió 6 meses como servicio activo en Carolina del Norte y Washington DC, y estuvo en las reservas del cuerpo de Marines hasta 1964. Como dato curioso, se cuenta que, en 1959, un senador de Pensilvania envió un requerimiento para que le dieran salida del servicio y pudiera empezar la temporada a tiempo con el equipo en Pittsburgh.

Pero el inicio de su carrera profesional no fue nada fácil, ya que tenía 2 desventajas: era latino, era negro, y con un inglés precario. Casi no jugó; lo mantuvieron en banca durante mucho tiempo, y tuvo que batirse contra la segregación racial. El 25 de julio de 1956, en el Forbes Field, el estadio de Pittsburgh en aquella época, Clemente bateó lo que se llamó el primer “Grand Slam” de la época moderna de las Grandes Ligas.

Durante su carrera, Clemente bateó para .317; 3000 hits, 240 “home runs”; fue 12 veces Guante de Oro, fue el Jugador Más Valioso de la Serie Mundial en 1971; 4 veces campeón de bateo de la Liga Nacional y 2 de series mundiales, en 1960 y 1971. Su número, el 21, fue retirado de los Piratas de Pittsburgh en 1973.

Aficionados hacen práctica de béisbol sobre el puente Roberto Clemente. (Foto: Andrew Rusell)

Su último juego fue el 3 de octubre de 1972; tenía 38 años. El 31 de diciembre de ese mismo año, murió en un accidente de avión, cuando viajaba a Nicaragua para llevar ayudas a los damnificados por un terremoto que golpeó a ese país.

El 20 de marzo de 1973, en una ceremonia especial, fue inducido al Salón de la Fama del Béisbol, y desde 1971, la MLB entrega el premio Roberto Clemente al mejor jugador de la temporada, que, además, se destaca por su trabajo comunitario. 

Clemente ha sido una influencia positiva en los jugadores puertorriqueños y latinos por generaciones. Fue víctima de una fuerte discriminación y, sin embargo, luchó y lo enfrentó para salir adelante, convirtiéndose en uno de los mejores jugadores en la historia de la pelota caliente.

En Puerto Rico es un héroe nacional; en Nicaragua, El Salvador y en Pittsburgh, una leyenda; el mejor de los mejores, y el que comenzó a escribir la historia de los deportes en la Ciudad de los Puentes: Ciudad de Campeones. Por eso, cuando salga del estadio debe tomarse la foto junto a su estatua, y caminar hacia el centro de la ciudad sobre el puente que con su nombre rinde homenaje al número 21, al más grande entre los grandes: Roberto Clemente.

18 de septiembre, es el «Día de Roberto Clemente» en las Grandes Ligas y el béisbol norteamericano lo celebrará en sus estadios.

Dariofdo0101@gmail.com

DEJA UNA RESPUESTA

Por favor ingrese su comentario!
Por favor ingrese su nombre aquí