ARCHIVO: Halime Adam Moussa, un sudanés que busca refugio en Chad por segunda vez, espera con otros refugiados para recibir una porción de alimentos del Programa Mundial de Alimentos (PMA), cerca de la frontera entre Sudán y Chad en Koufroun, Chad, el 9 de mayo de 2023.

El número total de desplazados en el mundo ya sobrepasaba los 110 millones a fines de mayo de 2023, el registro más alto hasta el momento según las Naciones Unidas, que informó de un salto de 19 millones con respecto a 2021.

Los venezolanos María Fernanda Artigas y Endry Cordero Ávila pasaron años saltando de un país a otro, desde que dejaron su natal Venezuela con la esperanza de encontrar una mejor vida.

Su abrazo emocionado, en una estación de autobuses en Cali, Colombia, rodeados por sus escasas pertenencias y junto su hija de poco más de un año, refleja el drama que viven cientos de miles de desplazados alrededor del mundo.

Sólo de Venezuela han salido 5,5 millones de refugiados, según cifras de fines de 2022 registradas por la Agencia para los Refugiados de las Naciones Unidas (ACNUR), en un fenómeno que no es ni de lejos el único. La guerra en Ucrania y el reciente conflicto en Sudán han incrementado dramáticamente los números de personas a las que la violencia y las crisis humanitarias les han cambiado la vida.

Cifras alarmantes

Los refugiados están entre las personas más vulnerables del mundo. Obligados a dejar sus vidas, sus hogares ancestrales y medios de sustento, millones buscan cobijo en otros países huyendo de guerras y violencia.

A fines de 2022, más de 35 millones de refugiados vivían fuera de sus naciones, a las que probablemente solo unos pocos regresarán. De acuerdo a la ACNUR esto significa un aumento de más de 8 millones en comparación a 2021 y el mayor salto del que se tiene registro.

Este incremento se debe principalmente a los afectados por la invasión rusa a Ucrania. En total, el 52 % de personas refugiadas y con protección internacional proviene de tres países: Siria (6,5 millones), Ucrania (5,7 millones) y Afganistán (5,7 millones). A esto se le une el éxodo de Venezuela, entre los de más rápido crecimiento en los últimos años.

En su más reciente informe, la ACNUR situó en 108,4 millones el número de desplazados por guerras, persecución, violencia y violaciones de los derechos humanos, la cifra más alta de la que se tiene registro y un aumento de 19,1 millones comparado con 2021.

En lo que va de 2023 esta tendencia no ha hecho sino crecer. El estallido del conflicto en Sudán ha elevado la cifra de desplazamientos a 110 millones hasta el pasado mayo.

“110 millones de personas han huido de conflictos, persecuciones, discriminación y otras formas de violencia, que se combinan con otros factores, como el impacto del cambio climático”, dijo el alto comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados, Filippo Grandi.

Para Grandi, «tener que reportar un hecho de este tipo es sintomático de un mundo que debe cambiar”.

Protección a los más vulnerables

El mundo comenzó a entender que los países debían establecer normas y reglas para proteger a poblaciones enteras desplazadas a la fuerza tras el final de la Primera Guerra Mundial (1941 – 1918),un conflicto que cambió el rostro de Europa y obligó a millones a abandonar sus hogares.

En ese momento varios países acordaron una serie de pactos internacionales por los que se reconocía a estas personas como refugiados, los primeros en ser tratados como tales en el siglo XX.

El drástico incremento en las cifras de desplazados tras la Segunda Guerra Mundial (1939-1945) probó aún más esta necesidad, que funcionaría mucho mejor en forma de respuesta concertada entre las naciones.

El esfuerzo por redactar leyes y convenciones para proteger los derechos humanos elementales de estas personas fue de larga data. La Liga de las Naciones comenzó en 1921 a dar forma a un sistema de directrices y leyes que tuvieron su culminación en la Convención sobre el Estatuto de los Refugiados, aprobada en 1951 como parte de un consenso en la entonces joven Organización de Naciones Unidas.

Este instrumento, considerado el que mejor ha codificado de manera completa qué es un refugiado, la protección legal y las asistencia a la que tiene derecho, amplía instrumentos internacionales anteriores. En 1967 se estableció un Protocolo para complementarlo.

La ACNUR es el organismo «guardián» de estos estatutos, por el que se rigen la gran mayoría de los países.

¿Refugiados, desplazados, asilados?

En el complejo entramado legal existen varios términos y delimitaciones sobre las diferentes figuras en relación a las víctimas de conflictos y violaciones de derechos humanos.

Las personas que han sido forzados a dejar sus hogares debido a conflictos, crisis humanitarias o ecológicas están consideradas como personas desplazadas, algunas de manera interna dentro de sus propios países, o externa, hacia otras naciones.

De acuerdo a la Convención de 1951, un refugiado es una persona que “debido a fundados temores de ser perseguida por motivos de raza, religión, nacionalidad, pertenencia a determinado grupo social u opiniones políticas, se encuentre fuera del país de su nacionalidad y no pueda o, a causa de dichos temores, no quiera acogerse a la protección de tal país; o que, careciendo de nacionalidad y hallándose, a consecuencia de tales acontecimientos, fuera del país donde antes tuviera su residencia habitual, no pueda o, a causa de dichos temores, no quiera regresar a él”.

La guerra y la violencia étnica, tribal y religiosa son las principales razones por la que los refugiados huyen de sus países.

Ahora, un asilado es una persona que sale de su país de origen y solicite el derecho a ser reconocido como refugiado y recibir protección legal y asistencia material. Un solicitante de asilo debe demostrar que su temor de persecución en su país de origen está bien fundado.

Según explica Amnistía Internacional, un solicitante de asilo aún no ha sido reconocido legalmente como refugiado y está esperando recibir una decisión. Quienes presentan esta solicitud lo hacen ya dentro del país.

Por otra parte, la diferencia fundamental entre asilo y refugio es que el primero se otorga generalmente a un individuo, sin que el Estado que lo acoge tenga que explicar las razones para ofrecerlo o negarlo. En cambio, el refugio tiene carácter humanitario y se le otorga principalmente a un grupo de personas.

El término migrante y refugiado en algunas ocasiones se utilizan como sinónimos, aunque en este caso muchos de los que salen de sus países no lo hacen porque sean perseguidos o tengan temor de permanecer en sus hogares, por lo que en este caso no se pueden considerar ni refugiados, ni asilados ni desplazados.

¿Por qué es necesario un Día del Refugiado?

Todos los 20 de junio el mundo conmemora el Día del Refugiado. Esta fecha sirve para fomentar la comprensión y la empatía hacia las personas refugiadas y desplazadas, al mismo tiempo que arroja luz sobre las complejas y difíciles circunstancias en las que viven.

Esta jornada también pone de relieve la capacidad de resiliencia en la reconstrucción de sus futuros.

Se observa como celebración mundial desde el 2001, cuando la ONU lo proclamó como tal en honor a los cincuenta años de la Convención de 1951. Antes de eso se le conocía como el Día de los Refugiados de África.

Generalmente en esta celebración se realizan eventos de apoyo a las comunidades más afectadas y son los propios refugiados los que lideran y participan en las actividades.

«Cabe resaltar que aún queda mucho por hacer para acabar con los conflictos y eliminar los obstáculos que impiden a las personas refugiadas volver a sus hogares de manera voluntaria y en condiciones dignas y seguras”, ha declarado el alto comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados, Filippo Grandi.

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