El huracán María devastó la isla y diezmó la industria cafetera de Puerto Rico, un sector clave de la economía local, pero cinco años después los datos apuntan a que la producción total de café en el 2022, superará en un 10 por ciento los niveles de 2016. (Foto: EFE/Gustavo Amador/Archivo)

5 años después del catastrófico paso del huracán María por la Isla del Encanto, que dejó miles de fallecidos y comunidades enteras sin electricidad ni agua potable por más de un año, el Huracán Fiona ha golpeado nuevamente esta tierra, dejando a su paso más destrozos.

Estos fenómenos meteorológicos no son los únicos que han golpeado también esta isla, en 2020 el observatorio espacial de Arecibo, orgullo astronómico y tecnológico del país, se derrumbó de manera estrepitosa.

Puerto Rico sigue lidiando con la reparación de la red eléctrica, los apagones, y con las múltiples denuncias a la compañía LUMA.

Los boricuas son un pueblo resiliente, que ha enfrentado muchas épocas duras en su historia, y ha encontrado siempre el modo de sobreponerse; a los desastres naturales, a la explotación colonial, e incluso al daño inmensurable que dejan los políticos ineptos y los corruptos.

Sin embargo, además de las tragedias y catástrofes; Puerto Rico enfrenta un reto más sustantivo: definir su relación con los Estados Unidos, en la búsqueda de un estatus político aceptable para la mayoría, ya sea como una patria independiente, persistiendo en buscar la estadidad, o conservando su estatus actual, Estado Libre Asociado (ELA), para así poder encaminarse hacia un futuro próspero y digno para su gente.

Para el observador externo no es fácil entender las tendencias independentistas, estadolibristas o anexionistas que conviven en la isla. Según un referendo no vinculante realizado en las últimas elecciones, el 52.,5% de los isleños apoya la aspiración a convertirse en el estado 51 de la Unión; mientras el Partido Independentista recoge un porcentaje muy bajo de votantes, a pesar de que subió de un 2% en 2016 a un 13% en los más recientes comicios. El resto parece debatirse entre interpretaciones amigables y las críticas del actual estatus de Estado Libre Asociado, (ELA).

Si bien hay un reconocimiento de que el ELA trajo una época de bonanza y crecimiento al país desde el final de los años 50 hasta los 80, coadyuvando al famoso “milagro económico puertorriqueño”, hay una deuda histórica y una herida que no sana, agravada por el tratamiento que han recibido los puertorriqueños, como ciudadanos de segunda, dentro y fuera de la isla.  Los locales se enorgullecían de disfrutar de algunos beneficios de pertenecer a la nación más poderosa del mundo, mientras conservaban su lengua y su cultura; mientras el turismo disfrutaba de la isla afirmando que era como “estar en los EE. UU., pero en español”. Pero desde que en 1996 el gobierno empezó a desmontar los incentivos tributarios, se inició el éxodo masivo de textilerías, farmacéuticas y manufactura, desapareciendo de golpe millares de empleos y generando una enorme ola de migración hacia el continente.

Por eso, los dilemas que enfrenta Puerto Rico hoy son serios, entre ellos, la persistente desigualdad social. Según cifras públicas, el 47% de la población vive en la pobreza; el país importa el 90% de lo que consume, parte del motivo que lo llevara a acumular la mayor deuda pública que haya conocido un territorio americano.

Las conversaciones de mediación para reestructurar más de 9,000 millones de dólares de la deuda de la compañía eléctrica de Puerto Rico fracasaron, por lo que ahora se avecina un litigio tras años de esfuerzos en la búsqueda de un acuerdo satisfactorio para los distintos grupos de bonistas y para las finanzas puertorriqueñas.

Es una de dos agencias del gobierno cuya deuda aún no ha sido restructurada más de cinco años después que el gobierno declaró la mayor bancarrota municipal en la historia. La Autoridad de Carreteras y Transporte tiene aún una deuda de 5.800 millones de dólares.

Los retos son mayúsculos, pero a pesar de todo esto, Borinquen sigue siendo cuna de ingente talento humano; la diáspora sigue proveyendo pensadores, activistas y emprendedores que en muchos espacios lideran la voz hispana en los Estados Unidos. Auguramos que ellos y las nuevas generaciones traigan un mejor futuro a esta tierra que, con sus paisajes, calor, alegría y su exquisita arte musical ha sido fuente de inspiración gozo para locales y extranjeros.

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