El actor Will Smith (d) abofetea al presentador de la gala Chris Rock (i) durante la 94ª ceremonia anual de los Premios de la Academia de Cine estadounidense en el Dolby Theatre de Hollywood, Los Ángeles, California, Estados Unidos. (Foto: EFE/ Etienne Laurent)

La reciente noche de los premios de la Academia debió haber sido un momento inolvidable para negros y latinos, que cada vez más han ido ganando visibilidad y reconocimiento por su presencia y su talento en la gran pantalla. Por primera vez una afrolatina de origen boricua, Ariana DeBose, ganó un Oscar a mejor actriz de reparto, por su interpretación de Anita en la nueva versión del clásico “West Side Story” (Amor sin barreras); además, Encanto, la popular cinta de Disney ambientada en Colombia, se llevó el Oscar a mejor cinta animada; mientras dos de sus canciones fueron interpretadas en español en una espectacular presentación.

Y la presencia latina se extendió aún más. Eugenio Derbez hizo parte del elenco de “Coda”, la cinta sobre una chica que es la única que puede oír en una familia de sordomudos, y que conquistó el Oscar a mejor película; el chileno Hugo Covarrubias estaba nominado al mejor cortometraje por su premiado trabajo “Bestia”; Guillermo del Toro estaba nominado a mejor director por “El callejón de las almas perdidas”; otro mexicano, Carlos López Estrada, competía contra Encanto por la estatuilla al mejor animado con “Raya y el último dragón”, entre otros más que destacaron, como la americana de origen latino Germaine Franco, creadora de la banda sonora de Encanto.

Pero todos estos brillantes galardones y otros momentos memorables de la gala quedaron eclipsados por un hecho tan inesperado como increíble: el bofetón que le propinó el actor Will Smith al comediante Chris Rock, después de que este hiciera una broma sobre la cabeza rapada de su esposa, Jada Pinkett. Todo lo demás pasó a un segundo plano; incluido el Oscar que el mismo Smith recibió momentos más tarde en reconocimiento a su gran interpretación de Richard Williams, el padre de las multi-campeonas Serena y Venus Williams; además de otros emotivos momentos que suelen caracterizar la que es considerada como la máxima gala mundial del séptimo arte.

En los días siguientes al episodio se han escuchado toda clase de comentarios; desde los pocos que defienden el “valeroso” acto de un marido ofendido, que sale en romántica y violenta defensa de su amada; hasta los muchos que han desaprobado en todas las formas la desmedida reacción del actor. Will Smith, que ha sido por años una figura respetada, admirada y celebrada, e inclusive un modelo para millones de jóvenes negros y de otras minorías, que aspiran abrirse camino en un universo exigente y a menudo excluyente como lo es Hollywood.

Si bien rechazamos la respuesta violenta de Smith, la “broma” de Rock sobre la calvicie de Jada, sobrepasa los límites entre la broma y la ofensa. Aunque algunos defiendan que la burla es la base de los humoristas, es tiempo de reflexionar sobre cuales son los limites donde debería ser más aceptable reírse a costillas de nadie. Dicen que la auto ironía es característica de la gente inteligente, así como el mostrar respeto, tener sensibilidad y prudencia. Hay que aprovechar este vergonzoso evento, para reflexionar sobre las consecuencias de querer tomarse “la justicia por las manos”. Ojalá que ellos hayan aprendido su lección, y este evento marque sus carreras, pero propositivamente. Lo que sucedió es una triste muestra de un mundo enfermo de violencia; busquemos pues, nuestra paz interior, que es la inteligencia emocional que nos hará estar en paz con el mundo, y recuerden “lo cortés no quita lo valiente”.

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