(Foto: Ilustrativa/Michelle Leman/Pexels)

El mes de mayo es el Mes de la Concientización sobre la Salud Mental, pero también registra una amplia agenda de fechas para recordar la lucha contra el cáncer; entre estas se cuentan, días por la conciencia contra el cáncer de mama, de vejiga, cáncer cervical, cáncer de útero, de ovarios, neurofibromas, día del no fumador, mes de la enfermería oncológica, mes de conciencia del melanoma, de prevención del tumor cerebral y otros más. Y aunque la batalla contra esta enfermedad que puede ser mortal se debe encarar los 12 meses del año, este mes es un deber detenerse a reflexionar un momento sobre este silencioso pero letal enemigo.

Según algunos estudios recientes, la incidencia en general y las muertes por cáncer, están disminuyendo levemente en los Estados Unidos; lo cual daría un cierto optimismo de que las campañas de educación y concientización, y las nuevas terapias, pueden estar arrojando resultados positivos. Sin embargo, cuando se hacen estudios focalizados por minorías étnicas o franjas sociales particulares, se encuentra que esta disminución tiene sus especificidades, y que, en algunos casos, puede estar incluso aumentando.

Los estudios también presentan un cuadro bastante detallado de los motivos externos que suelen influir en la mayor o menor incidencia del cáncer en las franjas de población; en general, los casos de cáncer aumentan a medida que disminuye el nivel de ingresos; lo mismo pasa con los niveles educativos y, también, el hecho de habitar en periferias alejadas de los grandes centros de atención profesional, lo que lleva con más frecuencia a la detección tardía.

Sobre la población hispana, los estudios dicen que los latinos muestran menor tendencia a sufrir los tipos de cáncer más común, como el de próstata o pulmón; mientras que tienen mayor propensión a sufrir tipos de cáncer como el de hígado, de estómago y de útero, vistos como consecuencia de infecciones ligadas a la pobreza y, en general, a bajos niveles socioeconómicos. Lo mismo sucede con el cáncer colorrectal, en cuya incidencia, podría influir el cambio de dieta que muchos inmigrantes experimentan al llegar a este país.

Mas allá de estudios y de estadísticas, lo que es claro es que necesitamos aumentar los niveles de conciencia en la batalla contra el cáncer. Hay que aumentar la participación en cursos, talleres, campañas, hay que involucrarse más en los programas de prevención y de detección temprana y, ante todo, hay que crear mayor conciencia entre nuestros niños, entre las nuevas generaciones sobre la urgencia de generar hábitos sanos de alimentación, de control o de claro rechazo a alimentos excesivamente procesados; y entrenar a los niños a leer las etiquetas y que aprendan a reconocer componentes o conservantes potencialmente dañosos o cancerígenos.

Y no menos importante; hay que entender el nexo que pasa entre contaminación ambiental y deterioro del agua y los suelos, con la disminuida calidad de los alimentos que consumimos. Un estudio reciente de la Universidad de Viena encontró que, en las condiciones actuales, una persona puede consumir hasta 5 gramos de micro y nano plásticos por semana; estas son partículas pequeñísimas de plásticos degradados que consumimos en la carne de peces de mar, en frutas y verduras, y hasta en nueve de cada diez cremas y productos de belleza, que regresan a través del agua que bebemos. Se estima que estos micro plásticos están en la base de muchas enfermedades de origen metabólico como obesidad, diabetes y enfermedades hepáticas. Finalmente, también es importante que demandemos políticas que combatan la injusticia en el acceso a la salud, pues es un derecho humano, que en el caso de EE.UU. habiendo adherido a la Declaración Universal de Derechos Humanos, debería de estar garantizando.  En todos está el plantarle cara a este enemigo tan peligroso como visible.

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