Fotografía familiar cedida donde aparece la activista venezolana Mariana Molero, que era abogada en su país, mientras posa junto a su marido Adolfo Fernández y sus dos hijos Diego y Paola, ambos nacidos en Miami, Florida (EEUU). (Foto: EFE)

Miami, EE.UU.- «Por fin voy a dormir tranquilo», dice a Efe un conductor de Uber y una entrenadora personal agrega: «ya no tenemos que irnos». Son frases que reflejan el alivio de los cientos de miles de venezolanos que desde este martes pueden aplicar a un Estatuto de Protección Temporal (TPS).tps

El presidente Joe Biden cumplió su promesa electoral y este lunes asignó por decreto a los venezolanos un TPS por 18 meses, lo que permitirá a más de 300.000 de ellos salir del limbo migratorio y poder residir y trabajar aquí legalmente.

Mariana Molero, que era abogada en Venezuela y en Miami se dedica a ayudar a otras personas a ponerse en forma, dice Efe que hoy es «uno de los días más importantes de su vida».

ENTRE EL CALVARIO Y LA MONTAÑA RUSA

Su marido, Adolfo Fernández, y ella, como muchos otros venezolanos, dejaron su país y llegaron en la primera década del siglo XXI a éste, donde solicitaron asilo político, pero se lo negaron y él recibió una orden de deportación.

Durante la presidencia de Donald Trump estuvo detenido 31 días con fines de deportación pero lograron pararla con una apelación.

Los dos hijos del matrimonio, Diego y Paola, nacieron en Miami y al «calvario» y «montaña rusa» de emociones que han pasado tratando de resolver su situación migratoria se le añadió el temor a que los separarán de ellos.

«Ni te imaginas lo que es estar temiendo que ICE (Servicio de Inmigración y Aduanas) toque a tu puerta», dice Molero, quien agradece a Biden y para ser «ecuánime» también a Trump por otorgar el día antes de dejar la Casa Blanca un Aplazamiento de Salida Obligada (DED) para frenar las deportaciones de venezolanos por 18 meses.

Molero agradece a Biden que no haya anulado el DED de Trump. «Así estamos doblemente protegidos», dice.

Para el fotógrafo Edson Smitter, de 38 años, el TPS es «la tranquilidad de que no estoy encerrado, es libertad para moverme».

El artista gráfico contó a Efe que desde que llegó en 2015 al país tras «encotronazos» con oficiales del Gobierno del presidente Nicolás Maduro ha estado en un «limbo migratorio» y no ha podido ver a su familia.

Smitter, quien ya se ha establecido en el país, confía que Biden «abra la puerta para residir aquí y ser ciudadano».

La venezolana Leslie Gabaldón, quien es ciudadana estadounidense y tiene un estudio de fotografía en el que trabaja Smitter, señaló que está «muy contenta, pero preocupada» porque considera que debe haber una solución más permanente como una reforma migratoria para todos estos venezolanos «que pagan impuestos».

«Por fin voy a dormir tranquilo», dice a Efe un conductor de Uber y una entrenadora personal agrega: «ya no tenemos que irnos». Son frases que reflejan el alivio de los cientos de miles de venezolanos en EE.UU. que desde este martes pueden aplicar a un Estatuto de Protección Temporal (TPS).

ALEGRÍA TAMBIÉN PARA VENEZUELA

Para estos inmigrantes, no solo los venezolanos de EE.UU. deben alegrarse por el TPS, sino también los que viven en su patria, pues van a poder tener mejores trabajos para enviarles más ayuda.

En 2020 se enviaron desde Estados Unidos a Venezuela remesas por más de 869 millones de dólares, cifra menor a la de 2019 pero que de todas formas representan entre un 4 y un 5 % del PIB, según distintos organismos.

El TPS «brindará a más de 300.000 venezolanos la oportunidad de insertarse en la economía formal en Estados Unidos. Pronto, aquellos que por miedo o por recibir salarios en efectivo no estaban bancarizados, podrán estarlo», dijo a Efe Hugo Padilla, director ejecutivo y cofundador de la plataforma de pagos MeDo Pay.

Agregó que se calcula que un 70 % de los venezolanos en el país envía un promedio del 20 al 25 % de sus ingresos mensuales a Venezuela y con el incremento en la actividad laboral que puede producir el TPS es «acertado» prever un incremento.

Según Naciones Unidas, más de cinco millones de venezolanos emigrado debido a razones políticas o económicas y una crisis humanitaria sin precedentes y EE.UU., y el sur de Florida particularmente, es uno de los países donde esa diáspora está presente.

LA PRESIÓN SOBRE MADURO DEBE CONTINUAR

Molero y su esposo, que también ejercía como abogado en Venezuela y hoy se gana la vida como taxista de Uber, tienen permiso de trabajo pues su caso tiene un «tratamiento especial», pero paradójicamente no pueden matricularse en centros de enseñanza, algo que anhelaban y que sí les permite hacer el TPS.

Molero, que pertenece a la Asociación Multicultural de Activistas, Voz y Expresión (AMAVEX), le pide a Biden que mantenga la presión sobre el Gobierno de Maduro en Venezuela para que alguna vez los venezolano puedan vivir en democracia y libertad en su país.

El músico Carlos Aragón, intérprete de corno francés y creador con otros colegas venezolanos de la orquesta Bolívar Phil, aunque la vida se la gana como chófer de Uber, dice a Efe que el TPS es «un gran alivio».

«Uno está siempre en tensión, sin poder dormir tranquilo», dice Aragón, que solicitó asilo político pero aun no le han «llamado», y cuyo suegro, «ya mayor», está en Venezuela y él y su esposa, la flautista Eva Moreno, con quien tiene una hija nacida en este país, quisieran reclamarlo cuando ya tengan una situación definida.

Para él es muy importante saber que con el TPS se aleja el fantasma de la deportación y de regresar a la fuerza a Venezuela,

Entre tanto, con llanto de alegría celebró el TPS Helena Villalonga, una asilada política venezolana que como dirigente comunitaria llevaba años luchando para que EE.UU. reconociera las circunstancias especiales de Venezuela y protegiera a los que han huido.

«Fue como cuando me dijeron que mi hijo podía volver», dijo a Efe al recordar la deportación del joven a Venezuela por razones migratoras y su regreso a Estados Unidos.

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