Con la venia de mi editora y la tolerancia de los lectores, escribo en esta ocasión para dar mi opinión sobre el ser madre. En ocasiones escuchamos decir que “madre sólo hay una”, por ese amor incondicional que generalmente da una madre.
Y qué pasa cuando ese amor no parece manifestarse, cuando sin el más mínimo reparo una mujer da a luz y ni ve a la criatura. Qué pasará por la cabeza de esa mujer, qué frustración cargará, de qué estará corriendo, cuál será su condición mental, emocional y física. Entonces “madre sólo hay una” se para en la cuerda floja, y aparece esa mujer que te da el amor y el calor de una madre. A mí me tocó la mejor madre y probablemente lo dirás tú también de la tuya.
En estos días, los dominicanos pasamos por un proceso de aprobación o desaprobación de una ley proaborto, del que no ahondaré. A muchas les toca separarse de los hijos por una razón u otra, válida o no, pero el punto es que las madres casi nunca tienen el favor de ser justificadas cuando esto sucede. Y noten que dije casi, porque recuerdo a mi mami querida —como la llamamos mi hermana y yo—andar con nosotras todo el tiempo, y cuando por justa razón tenía que ir a trabajar a otra ciudad, eso duraba poco. Ahora sé por qué: ella no podía vivir sin nosotras.
Estoy segura de que sacrificó mucho y perdió quizás muchas oportunidades por nosotras, por eso la honro y agradezco por siempre su presencia permanente. Además, le pido perdón por todo lo que su amor de madre le hizo soltar. Las madres suelen hacer muchos sacrificios.
Conozco la historia de una mujer cuyos hijos fueron ahorcados y ella se quedó con los cadáveres hasta que se convirtieron en huesos, y no dejó que las aves se acercan de día ni las bestias de noche.
Su historia me recordó a mi tía Valentina. Ella puso de ejemplo al hijo de un amigo de la infancia, quien estaba destruido por las drogas; la escuche decirle a su propio hijo: “mira por eso era por lo que te corregía, te perseguía y luchaba para que tu no terminaras como él”, le hablaba a su hijo que era un chico estable y con una vida digna al igual que sus hermanos. Desde entonces la horno aún más, porque siempre optó por darle prioridad a sus hijos, y esa mujer hoy goza de la recompensa de los sacrificios sembrados.
Que el impacto de Jesús en nuestras vidas nos mantenga el pulso equilibrado.
Si no aportamos al organismo suficiente vitamina B12, podríamos provocar anemia, el deterioro del sistema nervioso, la bajada de las defensas, el envejecimiento prematuro y el aumento de la inflamación corporal. Además, seremos más débiles ante el Covid-19 y otras enfermedades.
La vitamina B12 o cobalamina es crucial para mantenernos fuertes, hábiles de mente y con un sistema inmunológico capaz de enfrentarse a las agresiones externas, entre ellas el estrés.
¿Cómo saber si necesitamos B12?
Su deficiencia clínica puede provocar anemia o deterioro del sistema nervioso. En el caso de los veganos, dos subgrupos se exponen a un particular riesgo de deficiencia: los veganos a largo plazo, que evitan el uso habitual de alimentos enriquecidos (los crudívoros o veganos macrobióticos), y los bebés amamantados por madres veganas, cuya propia ingestión de B12 sea baja.
En los adultos, los síntomas típicos de deficiencia son la pérdida de energía, los hormigueos, el entumecimiento, una sensibilidad reducida al dolor o a la presión, la vista nublada, una forma de andar anormal, la lengua irritada, mala memoria, confusión, alucinaciones y cambios en la personalidad.
A menudo, estos síntomas se desarrollan gradualmente a lo largo de varios meses o un año antes de ser identificados como una deficiencia de B12. Generalmente, son reversibles mediante la administración la vitamina. No existe, sin embargo, ningún conjunto uniforme y fiable de síntomas. Si se sospecha de algún problema, hay que someterse al diagnóstico cualificado de un médico.
Los bebés muestran una aparición de los síntomas más rápidamente que los adultos. La deficiencia de B12 puede conducirles a la pérdida de energía y de apetito, y a irregularidades en el crecimiento. Si no se corrige pronto, puede evolucionar hasta el coma o la muerte.
¿Qué alimentos son ricos en vitamina B12?
Por lo general, la vitamina B12 es fácil de conseguir a través de los lácteos y sus derivados, carnes y embutidos, pescados, moluscos y crustáceos, huevos, frutos secos, cereales y derivados, legumbres, frutas, verduras y hortalizas y grasas sanas (omega 3 y 6), entre otros.
En cambio, si necesitamos suplementar más allá de los alimentos, siempre bajo supervisión médica, podemos encontrarla en muchos compuestos multivitamínicos, mezclada con otras vitaminas y minerales.
En el caso de los veganas, las únicas fuentes fiables son los alimentos enriquecidos con B12, como ciertas leches, vegetales, productos de soja y algunos cereales para el desayuno, además de los suplementos de B12. Ante cualquier duda, consulta siempre a tu médico.
Se acerca el segundo domingo de mayo y, como cada año, nos volvemos locos para intentar elegir la mejor opción. Dar con el regalo perfecto no es tarea fácil, menos todavía cuando la crisis sanitaria limita las posibilidades. Esto podemos verlo como un gran inconveniente o como una gran oportunidad: la de buscar más allá y regalar experiencias de ensueño.
He encontrado el regalo de belleza más sorprendente, agradable y completo. ¡Regálale una experiencia! Algo que recuerde siempre. Un torbellino de sensaciones y relajación en una sesión de belleza, en tiempos tan ajetreados y cambiantes.
Organicemos un día de spa en casa. Aromatiza el lugar con aceites esenciales y velas aromatizadas, crea un momento placentero. Simboliza el lugar con una cesta con cremas, perfumes, exfoliantes.
He aquí secretos de belleza para la piel, que pueden aportar firmeza, reducir arrugas o eliminar impurezas.
Mascarilla antiaging de camu-camu
Es rica en vitamina C y convierte al camu-camu en un potente antiaging. Prepárala facial a base de camu-camu en polvo, para disfrutar de una piel hidratada y más limpia.
-1 cucharada de camu-camu en polvo
-1 cucharada de melaza
Mezcla bien los ingredientes en un pequeño cuenco, hasta crear una pasta bien integrada. Aplica la mascarilla en todo el rostro y deja actuar durante diez minutos para beneficiarte de sus efectos nutritivos y antioxidantes. Retírala con una toalla mojada con agua tibia. La mascarilla te ayudará a reparar la piel y suavizar el tono.
Mascarilla reafirmante
Muy efectiva. La zanahoria y la naranja pueden dar buenos resultados a la hora de combatir la flacidez, gracias su aporte de antioxidantes, betacarotenos, vitaminas, y minerales. Se recomienda aplicarla unas tres veces por semana por las mañanas.
-Una zanahoria
-Zumo de naranja
-Una cucharada de miel
Junta la zanahoria y el zumo de naranja, intentando obtener una mezcla homogénea. Añade la cucharada de miel. Es útil utilizar algodón para aplicarla. Es importante insistir en zonas donde suele ser más común la pérdida de firmeza: cuello, barbilla o mejillas. Se puede dejar actuar durante veinte minutos y, por último, se recomienda retirarla con agua fría.
Mascarilla humectante con té verde y miel
Es perfecta para aliviar la piel reseca y decirle bye al enrojecimiento. Así podrá lucir una piel más luminosa y saludable.
-Té verde
-Miel
Colocar dos cucharadas de miel en un recipiente. Luego, agregar el contenido de una bolsita de té verde. Mezclar hasta formar una pasta compacta. Aplicar sobre el rostro limpio y dejarla actuar por 20 minutos.
Enjuaga con abundante agua tibia y ¡listo! Puede aplicarse una vez a la semana para mejores resultados.
* Verushka Escudero, nacida en Trinidad y Tobago, naturalizada venezolana y residente de Miami, cuenta con diez años de experiencia en el área de la estética. Su experiencia previa en arquitectura y diseño, unida a sus estudios permanentes de cosmetología, le han permitido una visión estética reforzada para enfocarse en la solución e investigación de casos.
Es el Día de la Madre y en lugar de celebrarlo, miles de madres latinas en Estados Unidos estarán lidiando con los efectos del clima extremo en sus comunidades. Desde las que han enfrentado daños severos y escasez de energía en sus hogares después de que varias tormentas afectaran la costa este, hasta los que lidian con el impacto de los incendios forestales climáticos en el oeste, que ya están afectando a estados como Arizona, Colorado, Nuevo México y California. Ambas crisis están asociadas al mismo problema: el cambio climático.
Ya sea una sequía extrema que alimenta los incendios forestales o el calentamiento global que exacerba el clima extremo; el cambio climático está afectando la vida de las familias y las madres en todo Estados Unidos y, desafortunadamente, empeorará mucho este año, considerando que los expertos anticipan que la temporada de huracanes de 2021 será más extrema que el año pasado.
El calentamiento global y el cambio climático están afectando a las madres latinas en los Estados Unidos:
El cambio climático está relacionado con la muerte fetal intrauterina y el bajo peso al nacer.
Los estudios muestran que los niños latinos enfrentan una exposición desproporcionada a contaminantes del aire, pesticidas y químicos industriales tóxicos, todos inciden en tasas más altas de asma y trastornos del comportamiento y del desarrollo.
Un estudio de más de 32 millones de nacimientos en los Estados Unidos encontró que la exposición a altas temperaturas o contaminación del aire durante el embarazo aumenta la probabilidad de que las mujeres tengan problemas que pongan en peligro la vida de ellas y de sus hijos, como «niños prematuros, bajo peso o mortinatos». El riesgo de parto prematuro aumentó del 8,6% al 21% debido a la exposición a altas temperaturas, según cuatro estudios separados.
La contaminación del aire afecta de manera desproporcionada a los niños latinos.
Como resultado de su exposición a la contaminación del aire, aproximadamente el 8.5% de todos los niños latinos tienen asma y el 23.5% de todos los niños puertorriqueños, una tasa tres veces más alta que en el caso de los blancos no hispanos.
En 2017, el HHS descubrió que los niños latinos tienen el doble de probabilidades de morir de asma que los niños blancos.
Las mujeres tienen muchas más probabilidades de ser inmigrantes climáticas: en todo el mundo, las mujeres representan el 80% de las personas desplazadas por el cambio climático.
Last year videos of people dunking meaty, cheesy filled tacos into a sauce spread all over social media. While everyone thought this was a new taco trend, the people of Jalisco know it has been around for quite some time. The Birria taco originated in the southwest region of Guadalajara. A town named Cocula in the state of Jalisco. Somehow it made its way to the United States and has gone viral across the nation. The dish was originally made with goat but today you can find them made with beef, pork, and chicken. Here is an easy recipe you can try. But if you have any leftover meat from the night before, use that so you do not have to wait four hours for the meat to cook. These tacos go great with a Pineapple Margarita!
Birria Tacos
• 2 lbs beef chuck roast
• 4 tbsp sofrito
• 2 white onions medium onions
• 3 bay leaves
• 12 garlic cloves
• 4 ancho pods
• 4 guajillo pods
• 2 chile de arbol
• 2 tsp oregano
• 2 tsp whole cumin
• ½ thyme
• ¼ cup vinegar
• Salt & pepper to taste
• 1 bunch fresh cilantro, chopped
• 1 cup red onions, chopped
• 1 cup Oaxaca cheese, shredded
• Tortillas, soft
Directions
Season the meat with salt and pepper.
In a large pot, brown the beef on both sides. Next, add in sofrito, onion, bay leaf, garlic cloves, ancho, guajillo, chile de arbol, oregano, cumin, thyme, and vinegar. Cover with water or beef stock. Bring to a boil then cover and simmer on medium heat until meat is tender, about 2 to 4 hours.
Once the beef is tender, remove from the pot. Save the liquid and add everything to a blender. Blend til smooth. Save 1 1/2 cup of the chili sauce and put to the side in a bowl. Add the chili sauce back in the pot on a low heat.
Shred the beef and add to the chili sauce. Let the beef cook in the sauce for about 10 minutes.
Preheat a skillet to medium-high heat. Dip tortillas into the chili sauce, place onto the skillet. Next, add cheese to the tortilla. Let the cheese melt a little then add the beef, cilantro, and red onions. Fold in half and continue to cook each side until crispy.
Serve on a plate with chili sauce on the side for dipping.
Quiero compartirles un poco de mi historia personal. Después de haber sobrevivido con buena salud a este difícil año, quizás sea el momento para dar gracias por todo lo que la vida me ha dado.
Nací el 7 de septiembre de 1945 en Las Animas, Colorado, de Marcos y Carmen Ávila. Fui el primer hijo varón, algo muy importante en esos días. Carmen había dado a luz a cinco niñas maravillosas, pero yo iba a ser especial, dado que fui el primer varón de esta familia mexicana, y con esto vinieron algunas responsabilidades y derechos vagamente definidos.
Yo era un niño moreno y rechoncho, no el bebé más hermoso, pero fui el primer varón. Escuché que esa noche mi padre Marcos celebró bebiendo demasiado y presumiendo de este, su primer hijo varón. Me pusieron el nombre de su padre, lo que enfureció a mi tío Magdaleno, pues estaba reservando este nombre para su primer hijo. Mi nombre completo en el certificado se convirtió en Magdaleno Marcos Avila. Odié tener un nombre tan mexicano durante mi juventud, pero me encantó una vez que descubrí mis maravillosas raíces.
Mis padres pasaron a tener otras cuatro niñas y dos niños. Tuvieron un total de doce hijos. Éramos muy pobres pero muy orgullosos.
La célebre posición de ser el primer hombre perdió gran parte de su brillo al crecer alrededor de mujeres hermosas e inteligentes, que eran mucho mejores que la mayoría de los hombres que conocía. Mis hermanas fueron un desafío constante para mí, en medio de una cultura machista. Mis hermanos menores eran más inteligentes que yo y sabía que eventualmente me harían la competencia.
En 1974 se supo que mi padre tenía cáncer. Yo había estado organizando a los trabajadores agrícolas y no había estado en casa durante unos 6 meses. Al enterarse mi familia de la noticia me llamaron a casa, ya que todo parecía indicar que mi querido padre se estaba muriendo.
Llegué al pueblo unos días después de que llegaran varias de mis hermanas. Gran parte de mi familia estaba reunida alrededor de su cama de hospital. Cuando entré en la habitación, supe que tenía que ser fuerte y mostrar mi liderazgo como el primogénito de la familia. Histórica y culturalmente, era mi responsabilidad asumir este manto de responsabilidad familiar en caso de que mi padre muriera. Estaba listo para este nuevo desafío.
Llegué al hospital con el pelo largo, barba, sombrero de paja y mi mejor uniforme de organizador: ropa buena de segunda mano, con los correspondientes botones de «Poder para el pueblo» y «Viva Cesar Chávez». Entré en la habitación del hospital, saludé con la cabeza a mis hermanas, que se veían enojadas, y me paré para besar a mi madre en la mejilla, asegurándole en susurros que había llegado «El hombre de La Mancha».
A los pies de la cama del hospital, consideré a este hombre de piel oscura que era mi padre, ahora enterrado bajo una pila de mantas blancas que ocultaban su cuerpo perennemente bronceado. Procedí a anunciarle mi llegada en español, “Papá, llegué aquí tan pronto como pude. Por favor, dime qué quieres que se haga y lo haré. Tus deseos serán una orden para mí», todo esto mientras trataba de mostrar una imagen de macho seguro de mí mismo.
Solo me miró desde su almohada, sin sonreír. Todos sabíamos que estaba en estado grave y comprendió la importancia de mi visita y de que me sometiera a su voluntad.
Luego dijo en voz baja: «ven aquí, un poco más cerca». Yo obedecí y le dije de nuevo: «solo dímelo y yo lo haré». «Acércate», insistió. Finalmente, estaba allí, inclinado junto a su almohada. Me hizo una señal con la mano para que me acercara más, para poder susurrarme al oído. Esto fue extraño para mí, ya que no recuerdo a mi padre susurrándome al oído … gritándome sí lo recordaba.
No miré hacia atrás, a mis hermanas ni a mi madre; estaba seguro de que todas seguían paradas allí, presenciando este notable encuentro entre Marcos y su hijo, el activista radical.
Lo escuché, y por dentro mi sangre empezó a correr más rápido que la velocidad del sonido. No podía creer lo que me pedía este hombre. Lo miré por el rabillo del ojo izquierdo y le susurré: «¿estás seguro de que es esto lo que quieres que haga?» «Sí, sí», dijo, sin mostrar ninguna emoción en su rostro. «¿Ahora?, yo pregunté. Confirmó; «sí, ahora».
Me enderecé y me di la vuelta para enfrentar al grupo de mujeres, mis hermanas y mi madre. Comencé mi rápida marcha a través del semicírculo que habían formado detrás de mí. Pude ver las preguntas en sus ojos; “¿Qué te ha dicho nuestro padre y por qué fuimos excluidas?” Mi expresión reflejaba la del estoico rostro mexicano de mi padre.
«¿Qué dijo él?» preguntó una de ellas. «¿Qué quería?» preguntó otra. «¡Dínoslo!» exigieron. Algunas de ellas empezaron a seguirme mientras atravesaba el grupo buscando la salida al pasillo del hospital. Cuando llegué a la puerta, di media vuelta y dije: «es un asunto acá entre hombres».
Decirlo me hizo sentir bien en varias maneras; primero, porque era un secreto especial entre mi padre y yo; y segundo, si mis liberadas hermanas pensaban que era una cosa típica de los mexicanos machistas, entonces, me alegraba irritarlas un poco más. Tenía una mirada de suficiencia mientras bajaba orgullosamente los escalones del hospital hacia mi GTO azul del 68, estacionado afuera.
Estaba seguro de que mis hermanas habrían querido insultarme en mi ausencia, pero tendrían que moderar su lenguaje porque mi padre estaba allí, muy enfermo, y mi madre estaba presente. Para mí, aquello fue un pequeño triunfo momentáneo, en aquellas guerras de hermanos.
Norristown, P.A. – ¿Qué haces cuando te sientes tan mal y alguien más te necesita, o te pide ayuda? La mayoría diría que no, pero Laura, seguramente estará ahí.
Cuando la conocí, se encontraba riendo con sus amigas, me saludó y como si nos conociéramos de años, me invitó a sentarme junto a ellas. Me pareció de lo más simpática y feliz. Me contagiaba su forma de reír y lo pícaro de su plática. Yo pensaba “quien fuera ella para estar siempre de buen humor”. Sin embargo, reír no siempre es un reflejo de felicidad, sino un acto de valentía y actitud, y ella así me lo demostró.
Al iniciar el 2021, Laura Sánchez, amaneció con malestar general, se sentía cansada, sus articulaciones se inflamaron, mover las muñecas, los codos, los tobillos y los pies le causaban un intenso dolor, sobre todo la zona lumbar de la espalda. Se sintió pesada y con mucha tensión nerviosa en todo su cuerpo. La fiebre y el dolor de cabeza la convencieron de lo que más temía, se había contagiado y estaba enferma de COVID-19. Se asustó mucho, sabía que ella pertenecía a la población de riesgo y no quería llegar al hospital, de donde probablemente no saldría viva.
Laura y su hija Alondra.
No obstante, no tuvo tiempo de preocuparse por ella, su hija Alondra de 17 años, empezó a tener los mismos síntomas, así que ambas se realizaron la prueba de COVID-19. Al conocer el resultado de “positivo”, madre e hija, se recluyeron en casa esperando sobrevivir al virus. Laura, cuidaba de su hija a pesar de que ella también se sentía muy mal. “Lloré mucho, me dolía todo mi cuerpo, el aroma y el sabor de la comida habían desaparecido, el dulce me sabía feo, me dolía mucho mi cabeza, y levantarme era un martirio por el dolor intenso en mi espalda, pero no tenía opción, y me daba ánimo para atender a mi hija”, recuerda. Comenzó a orar, confiando en que, si ya había sido capaz de salir de otras situaciones difíciles, podría salir avante de esa también.
Cuando Laura tenía 14 años, mientras brincaba la cuerda en su natal Acapulco, México, sintió un dolor agudo en la parte baja de la espalda que le impidió seguir jugando, y ya no se pudo mover. Su familia era muy humilde, y como era muy caro llevarla al médico, su mamá, la “manteaba” para curarla, es decir, la mecía sobre una sábana para “acomodarle la cadera”. Desafortunadamente, sin la atención médica adecuada, ese problema persistió y la dejó imposibilitada para correr. Ella aprendió a vivir así, y a partir de ese momento, el dolor la acompañaría siempre.
Laura y sus amigas.
En el año 2000, orillada por la pobreza y la falta de oportunidades, emigró al estado de Pensilvania. Poco después, durante el embarazo de José Luis, su primer hijo, sufrió de preeclampsia, a tal grado que tuvieron que inducirle el parto para salvarle la vida. Y cuando se embarazó de Alondra, sufrió la misma situación, pero la presión alta ya no cedería. Al igual que su mamá, hoy Laura es una mujer hipertensa.
En 2006, dos años después del nacimiento de Alondra, Laura descuidó mucho su alimentación; sólo bebía sodas azucaradas, y comía una vez al día en abundancia y poco nutritivo. “Me sentí mal, fui al médico y me diagnosticaron diabetes. Me asusté mucho, lloré porque yo sabía que a los diabéticos les cortaban los pies y se morían”, comentó. En la clínica le dijeron que debía controlar su dieta, pero toda la información le era confusa, no entendía que eran carbohidratos, almidón, ni calorías. A pesar de recibir un folleto, ella no comprendía lo que decía, así que, dejó de comer. Sin embargo, eso la llevó a un descontrol total de sus niveles de glucosa en sangre, que la puso en riesgo de un coma diabético, y le tuvieron que administrar insulina tres veces al día.
Mientras Laura permanecía en cama, sus hijos ayudaban a limpiar la casa, eso la despertó. Entendió que, nadie iba a hacer nada por ella más que ella misma. Dos semanas después se levantó y comenzó a bailar. “No puedo pagar un gimnasio para ir a hacer ejercicio, así que me puse a bailar”, dijo animada. Aprendió a cocinar platillos sanos para ella y su familia, consciente que la diabetes es una enfermedad que puede tratarse, y que no te mata si no lo permites. Logró bajar de peso, se sintió mejor y le gustó su nueva apariencia. Lamentablemente, su matrimonio no prosperó y se divorció. Un año después sus hijos se fueron con él. Laura, estaba triste, pero no se dio por vencida, y salió de su casa. Hacía oración y se decía a sí misma “esto va a pasar”. Se maquillaba, se ponía sus mejores vestidos, invitaba a sus amigas y salía a bailar. Una terapia que hacía cada semana para olvidar un poco ese dolor.
Hoy, Laura ha aprendido a aceptar su condición médica. Sobrevivió al COVID-19 junto con su hija. Recientemente, pese a tener algunos síntomas de la vacuna anticovid, ayudó a registrar a decenas de familias de la comunidad de Norristown para ser vacunados. “A pesar de todo lo que médicamente me pasa, procuro estar animada y agradecida porque todavía estoy aquí. Y aunque a veces me deprimo y lloro, me pongo a orar y luego me pongo a bailar. Siempre con la mejor actitud”, finalizó. Sin duda, Laura es un ejemplo de fortaleza y resiliencia.
El presidente Joe Biden en su discurso de los primeros 100 días. (Foto: (EFE/Melina Mara)
En el centenario de sus días en la Casa Blanca, el miércoles 28 de abril, el presidente Joe Biden se dirigió al Congreso en su tradicional sesión conjunta. Aunque no se vio un Congreso atestado de senadores y congresistas, fue muy refrescante escuchar al jefe de la nación con un mensaje esperanzador en momentos de aguda crisis pandémica e incertidumbre económica. Por 40 años Biden estuvo buscando esta oportunidad, y la verdad que nadie más oportuno para esta coyuntura histórica que vivimos. También fue muy excitante ver dos mujeres detrás del podio, y como Biden las presentó: “Señora vicepresidenta y señora presidenta de la Cámara. Ningún presidente jamás ha dicho estas palabras, enhorabuena”.
La experiencia política de Biden es envidiable. Desde 1972, a sus 30 años, fue electo senador por el estado de Delaware, siendo uno de los más jóvenes en la historia del Congreso en representar un estado en el Senado Federal. Cuando renunció al Senado para asumir la vicepresidencia bajo Barak Obama, era el cuarto senador de mayor antigüedad. Su experiencia de 36 años en el Senado y 8 años en la vicepresidencia le dan una madurez que pocos políticos gozan.
Biden lució refrescante, seguro y claro en sus propuestas de gobierno para los próximos tres años. Resulta muy interesante que se haya autodefinido como un presidente de transición. Parece estar interesado en ser una figura de inclusión y diálogo, ante una nación fragmentada políticamente. Se notó en su discurso una tendencia a acercarse a las nuevas generaciones demócratas. Biden, por su experiencia política, sabe que no puede ignorar el factor Bernie Sanders y la nueva juventud demócrata que no es muy conservadora que digamos. Por eso presentó una agenda política de inclusión (ampliar la licencia familiar, el cuidado infantil y el de la salud, la educación preescolar y universitaria). Es un plan agresivo y ambicioso de dos billones de dólares.
Biden en su presentación en el Congreso y, a sus espaldas, la vicepresidenta Kamala Harris y la titular de la Cámara, Nancy Pelosi. (Foto: EFE/Doug Mills)
De hecho, único en la historia reciente. De Biden lograr que la Cámara y el Congreso aprueben su plan, su figura podría equipararse a la de Franklin Delano Roosevelt, quien, en tiempos de guerra y aguda crisis económica, sacó a los Estados Unidos de América adelante con sus reformas sociales. Así mismo, Biden podría convertirse en el presidente que transformó la crisis pandémica en una oportunidad de crecimiento laboral y despegue económico.
Uno de sus logros que presentó con certeza fue que cuando asumió la presidencia, solo había un uno por ciento de personas mayores que habían sido vacunadas contra el COVID-19, y al día de su discurso casi un 70 por ciento estaban ya totalmente vacunadas. Desde enero pasado las muertes por el virus han bajado en un 80 por ciento. A pesar de esto, aún hay un gran porcentaje de personas que no confían en la vacunación, reto que tendrá que superar antes de que surjan más variantes del virus.
Uno de los temas durante su campaña presidencial fue la educación y en su informe prometió promover un proyecto de ley para aumentar los años obligatorios de la educación escolar, añadiendo cuatro años más a los tradicionales 12 años de educación elemental y secundaria. Propone dos años más antes del primer grado y dos años extras luego de terminada la escuela superior, con lo cual sugiere que los dos primeros años de colegio sean subvencionados por el estado. De concretarse esta propuesta, significaría un gran beneficio para los millares de familias que por razones económicas no pueden enviar a sus hijos a completar por lo menos los primeros dos años universitarios. Junto a esto está la promesa de cancelar las deudas de los préstamos estudiantiles, que aún está por verse.
Aparte de estos retos económicos, Biden tendrá que maniobrar la crisis racial y del medio ambiente. Deberá mantener su agenda unitaria e inclusiva para superar los traumáticos pasados cuatro años de trumpismo que dejaron a la población estadounidense fragmentada e imbuida en una densa nube de extremismos raciales y políticos. La mayoría de los analistas coinciden en que la propuesta económica de Biden es elevadamente agresiva y dudan de lo viable de la misma.
No hay duda, el reto que enfrenta Biden es enorme y auguro que su sólida experiencia política y su madurez intelectual no le sean suficientes para salir adelante. Biden tendrá que recurrir a su fe, como lo hizo cuando enfrentó la trágica pérdida de su primera esposa y su hija de un año, y después también la muerte de su hijo Beau Biden en el 2015. Parece que Biden confía en su fe y será esta la que le ayudará a llevar la nación a una reconciliación política y racial, así como a la prosperidad económica y social.
Nos toca a nosotros, como lo hemos hecho con los presidentes anteriores, orar por Biden. Sus victorias como mandatario son nuestras victorias como ciudadanos, documentados o no, de esta nuestra América.
Vista de la zona 10 del cementerio de la Chacarita, destinada para el entierro de muertos por COVID-19, en Buenos Aires (Argentina). (Foto: EFE/Demian Alday Estévez)
Buenos Aires, Argentina- La segunda ola del COVID 19 está causando estragos en Latinoamérica. De hecho, algunos países están sufriendo el peor momento desde el inicio de la pandemia hace más de un año, debido principalmente a la prevención y mal manejo del gobierno de estas naciones. Campañas mezquinas y una desconsideración absoluta al virus más potente que haya atacado a la humanidad en los últimos tiempos.
Según el último “Ranking de Resiliencia” de Bloomberg sobre las 53 economías más grandes del mundo y las medidas que cada una ha tomado para enfrentar la pandemia de manera efectiva, Brasil ocupa el penúltimo lugar, seguido por Argentina, Perú, Colombia y Chile. El mismo informe señala que en Latinoamérica gran parte de la población vive en condiciones de hacinamiento, donde el distanciamiento social es difícil y que la alta proporción de personas que dependen del trabajo informal y salarios diarios, significa que pocos pueden a quedarse en sus casas. En ese sentido, la mayoría de los países de América Latina, no podrán volver a los niveles de crecimiento pre-pandémicos hasta el año 2023.
Y de los países involucrados en este presente, Brasil cerró el mes de abril con un nuevo récord mensual de muertes, llegando a la friolera de 403.781 fallecimientos desde el principio de la pandemia. Parece no estar equivocado el neurocientífico y profesor de la Universidad de Duke, Miguel Nicolelis cuando dice que “el país es como un Fukushima biológico, un reactor nuclear que esta fuera de control”. En tanto, Jair Bolsonaro, tal vez el principal responsable de este presente, sigue sosteniendo que “morirse es parte de la vida” y “que hay que esperar que todo pase”.
En lo que respecta a Argentina, los responsables del Gobierno, se siguen preguntando qué hacer para que las cifras no empeoren, cuando día a día se siguen sumando más contagios y más muertes y está cada vez más cerca el ingreso al Top 10 por millón de habitantes, porque además de estos registros, se ha sumado el problema de la falta de oxígeno medicinal usado para el tratamiento y manejo clínico de las complicaciones que presentan los enfermos.
En Chile nadie se explica cómo pese a la buena vacunación (ejemplo para muchos) tenga ahora la tasa de contagio más alta desde el inicio de la pandemia. “La situación esextremadamente compleja en términos sanitarios” dijo Juan Carlos Said, líder de la salud chilena, mientras que ya se estaban reactivando los canales oficiales para volver a tener el control de la situación.
En Perú, como en Argentina, han implementado el toque de queda para poder tener un control más estricto y tratar de evitar los contagios, mientras que en Colombia han incrementado los testeos y parecen controlar la situación.
Un caso preocupante también es el de Ecuador, donde solamente en Guayaquil, hay más muertos por COVID 19 de los que ha habido en otros países enteros, y luchan a contrarreloj para darles un entierro digno.
El virus no da respiro y preocupa cada vez más por sus galopantes variantes.
Los videos del año pasado de personas mojando tacos rellenos de carne y queso, remojados en una salsa, se extendieron por las redes sociales. Si bien si varios pensaron que esta era una nueva tendencia de tacos, la gente de Jalisco sabe que existe desde hace bastante tiempo. El taco de birria se originó en la región suroeste de Guadalajara, en un pueblo llamado Cocula en el estado de Jalisco. De alguna manera llegó a los Estados Unidos y se ha vuelto viral en todo el país. El plato se elaboraba originalmente con carne de chivo, pero hoy en día se pueden encontrar elaborados con carne de res, cerdo y pollo. Aquí tienes una receta fácil que puedes probar hacer. Pero si tiene restos de carne de la noche anterior, utilícelo para no tener que esperar cuatro horas para que se cocine. ¡Estos tacos van muy bien con una margarita de piña!
LA RECETA
• 2 libras de carne
• 4 cucharadas de sofrito
• 2 cebollas blancas cebollas medianas
• 3 hojas de laurel
• 12 dientes de ajo
• 4 chiles ancho
• 4 chiles guajillo
• 2 chiles de árbol
• 2 cucharaditas de orégano
• 2 cucharaditas de comino entero
• ½ tomillo
• ¼ de taza de vinagre
• sal y pimienta al gusto
• 1 manojo de cilantro fresco picado
• 1 taza de cebollas rojas picadas
• 1 taza de queso Oaxaca, rallado
• Tortillas, blandas
Direcciones
Sazone la carne con sal y pimienta.
En una olla grande, dore la carne por ambos lados. Luego, agregue el sofrito, la cebolla, la hoja de laurel, los dientes de ajo, el ancho, el guajillo, el chile de árbol, el orégano, el comino, el tomillo y el vinagre. Cubrir con agua o caldo de res. Deje hervir, luego cubra y cocine a fuego medio hasta que la carne esté tierna, aproximadamente de 2 a 4 horas.
Una vez que la carne esté tierna, retírela de la olla. Guarde el líquido y agregue todo a una licuadora. Mezclar hasta que quede suave. Guarde 1 1/2 taza de salsa de chile y consérvela en un recipiente aparte. El restante vuélvalo a colocar la salsa de chile en la olla a fuego lento.
Desmenuzar la carne y agregar a la salsa de chile. Deje que la carne se cocine en la salsa durante unos 10 minutos.
Precalienta una sartén a fuego medio-alto. Sumerja las tortillas en la salsa de chile y colóquelas en la sartén. Luego, agregue queso a la tortilla. Deje que el queso se derrita un poco y luego agregue la carne, el cilantro y las cebollas rojas. Doblar por la mitad y continuar cocinando cada lado hasta que esté crujiente.
Sirva en un plato con salsa de chile a un lado para mojar.