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Dra. Melissa L. Plúguez -Moldavskiy, cuando el amor corre por las venas

(Foto: Cortesía/Melissa Pluguez- Moldavskiy)

Nacida en Alemania, Melissa se crio en Puerto Rico en medio de una familia conformada por su hermana menor y su madre orgullosamente puertorriqueña. El apellido Plúguez, de su padre, es de ascendencia portuguesa. Tiene dos hijos con su esposo que es un médico judío de origen ruso, quien migró a los Estados Unidos cuando tenía 17 años, debido a la persecución. “Él ha sido un gran compañero de vida”.

(Foto: Cortesía/Melissa Pluguez- Moldavskiy)
(Foto: Cortesía/Melissa Pluguez- Moldavskiy)

EL AMOR POR SU PROFESIÓN

Cuando Melissa tenía 14 años, su madre, quien migró sola con su hija a la ciudad de Nueva York, trabajaba en un hospital como secretaria en el departamento de radiología, y la animó para que estudiara enfermería, ya que le decía que con esta profesión siempre tendría trabajo. Al principio a pesar de que ella no quería, empezó sus estudios en un programa académico que incluye la base de la enfermería mientras se cursa la escuela superior. Cuando terminó, continuó sus estudios para obtener la licenciatura en enfermería. Al graduarse, se fue a Puerto Rico, donde trabajo por cuatro años en una sala de emergencia en un lugar que carecía de muchos recursos. “Sólo teníamos una que otra jeringuilla, un poco de medicina y una oración”, recuerda la joven enfermera sonriendo, y así nació su amor por sus pacientes.

“Mi pasión es poder ayudar a mi comunidad”

Vivir en Puerto Rico le dio la oportunidad de aprender, no solo el idioma español y la cultura, sino cómo referirse y proveer del servicio de salud a personas hispanas, desde un niño hasta un adulto mayor, lo que la impactó positivamente, y la marcó.

De regreso a Nueva York, Melissa continuó sus estudios en enfermería, mientras trabajaba en salas de emergencias. Una etapa que le fue interesante y difícil, porque ella era la única puertorriqueña, y la única enfermera que hablaba español. Nos comentó que un día le dijeron en el hospital: “Oye tu atiende a ellos, y yo respondí, ¿por qué yo?, y me contestaron, ah, porque tienen dos apellidos y seguro que ellos no hablan inglés”, ese microracismo la indignó y comprendió la situación de prejuicio en la que vivía su gente, los hispanos.

“Mi cualidad más valiosa como médico es hablar español”

(Foto: Cortesía/Melissa Pluguez- Moldavskiy)


(Foto: Cortesía/Melissa Pluguez- Moldavskiy)

HABLAR ESPAÑOL

Melissa se mudó a Springfield, Massachussets para seguirse preparando y para apoyar a su esposo en sus estudios de especialización como anestesiólogo; ahí encontró algo que no esperaba, la mayoría de la población de esa localidad es puertorriqueña, lo que la hizo sentir como en casa. En esta ciudad obtuvo su doctorado (DNP, Doctor of Nursing Practice), una especialidad que le permite proveer ayuda médica (atención, prescripción, cuidados, etc.). “Creo que yo dejo un buen impacto en mis pacientes porque yo les hablo con ternura y me sonríen, eso es para mí algo tan bello que me satisface”

Actualmente, la Dra. Pluguez trabaja en el área de medicina intensiva, y como en otras ocasiones, es la única que habla español, por lo que atiende personalmente a los pacientes hispanos que no hablan inglés, situación que la llena de satisfacción porque logra que se sientan en confianza. “Ayudar a mi gente es para mí algo tan bello”, dice. La Dra. Pluguez forma parte de la Asociación de Enfermeras Hispanas, primero en Massachussets y después en Filadelfia; también es miembro de LULAC (Liga de Ciudadanos Latinoamericanos Unidos).

Para Melissa ha sido tan emocionante y satisfactorio desarrollar su profesión que animó a su hermana Marleina a estudiar enfermería. Recuerda sonriendo que le dijo “si te decides a estudiar enfermería, yo te pago el auto por tres años”. Finalmente, su hermana obtuvo una maestría en administración, y hoy, es la encargada de varias salas de operaciones en un prestigioso hospital de la ciudad de Filadelfia. “Estoy muy orgullosa de mi hermana”, afirmó. Además recientemente Marisa, su admirable madre quien es sobreviviente de cáncer de seno, se graduó de enfermería.

La Dra. Pluguez en una de las clínicas de vacunación en CCATE en Norristown.
Sasha Moldavskiy, hija y ayudante de Melissa durante las jornadas de vacunación.

LA PANDEMIA

Para su familia fue una situación muy difícil, y recuerda que en febrero su hermana estaba dando a luz. Melissa y su esposo ya presentían que la emergencia sanitaria del coronavirus sería grave. Siguiendo su vocación de servicio, el matrimonio consiguió a una persona de la comunidad que les ayudó a cuidar a sus hijos para no dejar a sus pacientes y laborar de 5 a 6 días corridos.

Melissa, igual que durante sus estudios, trabajaba en la noche, al llegar a casa de día ayudaba un poco con la tarea de los niños y después dormía. Tres o cuatro horas después se despertaba porque la cuidadora se tenía que ir, y ella… debía seguir “pa’lante”.

Los casos de contagio y muerte en la comunidad negra con situaciones de hospitales abarrotados y carentes de material sorprendieron a la doctora y a sus colegas. Pronto LULAC la contactó, así como a otros médicos, para hablar acerca de la situación del COVID-19 en la comunidad latina. Mientras en la reunión virtual Melissa decía “¡Necesitamos pies al piso para ayudar a nuestra gente, busquemos un grant!”, otro de los médicos participantes decía lo mismo, era el Dr. José R. Torradas, así que sin dudarlo se comunicaron y se organizaron para planear un modo de ayudar a la comunidad hispana.

(Foto: Cortesía/Melissa Pluguez- Moldavskiy)
Dra. Melissa L. Pluguez-Moldavskiy junto a su mamá y compañeras voluntarias en las jornadas de vacunación.

UNIDOS CONTRA COVID

La Dra. Plúguez y el Dr. Torradas, se reunieron, conversaron y en agosto del 2020 iniciaron el proyecto UNIDOS CONTRA COVID, donde la enfermera Brunilda “Cookie” Sánchez, también se involucró dando todo su apoyo, al igual que otros trabajadores de la salud de la región, quienes unieron fuerzas para responderle a la comunidad.

Poco a poco comenzaron a trabajar, apoyándose como equipo. A inicios del 2021 recibieron su primera subvención, y no han parado. “Fue algo sorprendente ver cómo reaccionó la comunidad alrededor de nosotros, sorprendidos de ver nuestro trabajo”, dice Melissa emocionada.

Además de ellos, había otros grupos que siguen apoyando en la ciudad de Filadelfia como el grupo de enfermeras hispanas, con quienes han hecho equipo, dentro y fuera del proyecto de UNIDOS para el bienestar principalmente de los migrantes e hispanoparlantes; tratando de alcanzar a los más posibles, incluso a quienes no hablan español, y que se comunican en quiché como hacen algunos guatemaltecos, que Melissa cree que es otro sector de la comunidad que se debe atender.

La primera clínica de vacunación que tuvieron fue en una farmacia en un barrio “difícil de alcanzar” de Filadelfia, durante ese tiempo hizo folletos con información importante de la vacuna, que repartía todos los días de puerta en puerta, una labor que hacía con gusto, a pesar de que su horario laboral es nocturno, esta actividad no la hacía sentir cansancio ni sueño.

“El Dr. Torradas y yo atendimos cerca de 200 personas en esa ocasión. No convertimos en un matrimonio de trabajo donde nos comunicábamos siempre y nos alentábamos el uno al otro”, dice la Dra. Pluguez, orgullosa de su labor, y nos comenta que, llegaron a instalar clínicas de vacunación los domingos de verano frente a las canchas durante los partidos de soccer para captar más personas para vacunar, jugadores, familiares, aficionados, entre música y sonrisas.

“Quedé enamorada de lo que hicimos y de lo que hago”

Siendo madre, Melissa a veces no tenía quien cuidara a sus hijos, y se los tenía que llevar a las clínicas, situación que la hizo sentir orgullosa de ellos porque dice que los niños le ayudaban a poner el espacio lindo, a conversar con la gente siempre con ánimo y buena actitud; algo que los hizo sentirse orgullosos también de ayudar a su mamá.

“Durante la pandemia, alguien luchó por nuestra gente”, esa es la idea que quiero dejar a mis hijos

Según los cálculos de la doctora, UNIDOS CONTRA COVID ha logrado vacunar más de tres mil personas en el área de Filadelfia, de los cuales muchos de ellos no se hubieran vacunado de otra manera, ya que como relata, hay quienes no hubieran ido a uno de los centros de FEMA, donde estaba la Guardia Nacional, pues para muchos inmigrantes los militares representan peligro, por lo que en sus países se ha vivido.

(Foto: Cortesía/Melissa Pluguez- Moldavskiy)
(Foto: Cortesía/Melissa Pluguez- Moldavskiy)

SU DESAFÍO DE PRIMERA LÍNEA

Una de las situaciones más frustrantes que ha vivido Melissa es ver a los pacientes en terapia intensiva enfermos de COVID-19, gente que en su momento se le brindó la oportunidad de ser vacunados y no la aceptaron. “Ellos me decían ‘yo no creo en esa medicina, no la quiero’, para mí era algo difícil de creer, y lo peor es que después, casi dados de alta, aun rechazaban ser vacunados contra el COVID-19”. Una situación que la hizo sentir que pese a los cuidados que ella había brindado, esas personas rechazaban la labor médica y a la misma medicina. Durante sus jornadas de vacunación recuerda, “Yo les decía a las personas, ponte la vacuna porque no te quiero ver en mi área de intensivo del hospital”.

Marisa, Melissa y Marleina son unas verdaderas ciudadanas, servidoras de impacto, muestra de la grandeza de la mujer boricua echada pa’lante, y de los valores familiares que son característicos de nuestras familias latinas. Enhorabuena a todas ellas, y que sigan los éxitos personales y al servicio de la comunidad.

Dra. Melissa L. Pluguez-Moldavskiy.

MÉDICOS UNIDOS

Actualmente, la Dra. Pluguez y el Dr. Torradas, evolucionaron su proyecto ahora con el nombre de MÉDICOS UNIDOS, una organización sin fines de lucro que también busca empeñarse en iniciativas de salud preventiva para la comunidad hispana en el área conurbada de Filadelfia.

Finalmente, la Dra. Pluguez hace una llamado a la comunidad para acercarse a ellos y obtener información de COVID-19 y otras enfermedades, vacunas, y atención médica en español, en la página web medicosunidosinc.org/es/, o escribir a unidoscontracovidphl@gmail.com.

https://soundcloud.com/video-impacto/entrevista-dra-melissa-l-pluguez-moldavskiy?utm_source=clipboard&utm_campaign=wtshare&utm_medium=widget&utm_content=https%253A%252F%252Fsoundcloud.com%252Fvideo-impacto%252Fentrevista-dra-melissa-l-pluguez-moldavskiy

Commodities

David Malpass, presidente del Banco Mundial (BM), quien anunció esta semana que preparan un paquete de asistencia financiera a Ucrania de 3.000 millones de dólares ante la invasión rusa, a la vez que advirtió de los "significativos efectos económicos" del conflicto y las sanciones impuestas a Moscú en otros países. (Foto: EFE/Ettore Ferrari/Archivo)

It is well known that commodity prices increase during wars and this time is no exception. Even more so when one of the contenders is Russia, the third largest producer of one of every 10 barrels of world oil production. Additionally, both contenders Russia and Ukraine produce together almost 30 percent of world exports of wheat. Therefore, oil prices have reached over $100 per barrel and gasoline prices in the United States are close to $4 per gallon. Meanwhile at the Chicago Board Trade, last week, wheat futures increased 5.43 percent, the highest increase among all the other quoted agricultural commodities.

To complicate matters, the military confrontation in Eastern Europe is happening when the world economy is pulling out of the severe downfall inflicted by the pandemic and is confronting inflationary pressures unseen in 40 years.

For those who remember, the present situation may bring back memories of another shock inflicted on the world economy in the mid-seventies by the oil embargo. This worsened already rising inflationary pressures in the United States, driven by domestic spending and by financing the war in Vietnam. It should also be recalled that to end the cycle of stagnation with inflation, known as “stagflation,” required submitting the US economy to the 1981-1982 recession, which finally broke the inflationary spiral.

*International analyst and consultant, former Director ECLAC Washington. Commentator on economic and financial issues for CNN en Español TV and radio, UNIVISION, TELEMUNDO and other media. 

Con manifestaciones de costa a costa piden a Biden cerrar los centros del ICE

Al grito de “Ni uno más” manifestantes han urgido durante el jueves, al Gobierno del presidente Joe Biden, en protestas celebradas en diversas partes del país, a que ponga fin a las deportaciones y cierre todos los centros de detención de inmigrantes, con lo que cumpliría su promesa de una política migratoria “justa y humana”.

De costa a costa de Estados Unidos defensores de los inmigrantes y afectados por las deportaciones se reunieron para pedir a la Administración demócrata que libere a los más de 18.000 inmigrantes detenidos en cárceles del Servicio de Control de Inmigración y Aduanas (ICE) y que detenga las deportaciones.

“No se puede seguir con una narrativa similar a la de (el ahora expresidente Donald) Trump. No es justo que mantenga a miles de inmigrantes detenidos que pueden seguir sus procesos en libertad y seguir arriesgando su salud”, dijo a Efe Isaías Guerrero, vocero de FIRM Action, que convocó las protestas con decenas de otras organizaciones.

El llamado en la capital estadounidense se realizó frente a las oficinas del ICE, donde afectados por las deportaciones como Cristal Rojas, ciudadana estadounidense a la que le deportaron a su madre cuando ella tenía apenas cinco años, relató el dolor de crecer sola.

“Han pasado 16 años desde que deportaron a mi mamá, y ahora me voy a graduar y ella no va poder estar a mi lado”, expresó la estudiante, que viajó desde Arkansas para participar en la protesta. “El sistema está fallando y hay que arreglarlo ya”, agregó.

Vivir la situación de Rojas es lo que mantiene a Abisahit Ibarra, de 16 años, en una constante intranquilidad. La joven nacida en California dijo a Efe que creció con el miedo de que deporten a su madre, Verónica Robles, que ha vivido 22 años en el país de forma indocumentada.

“Si se demora cuando está en la calle o si llego de la escuela y no está en casa me angustio, y pienso ‘Será que la agarró Inmigración’”, relata al borde de quebrarse en llanto.

Esa misma angustia la vive Robles, que tiene miedo de dejar a sus cuatro hijos solos. “La que más me preocupa es Abisahit porque es mi niña, la más pequeña. Yo le hago mucha falta. Por eso le pido al presidente que cumpla su promesa y detenga las deportaciones”, dijo la mexicana, que viajó a Washington con la delegación de la Coalición por los Derechos Humanos de los Inmigrantes (CHIRLA).

TEMOR GENERALIZADO

Las familias que hoy relataron sus historias en casi 20 eventos en diversas ciudades no son las únicas que tienen miedo de ser separadas por las leyes migratorias. La deportación sigue siendo una preocupación importante para muchos latinos en el país.

Un análisis reciente del Centro Pew encontró que casi cuatro de cada diez latinos (39 %) en Estados Unidos dicen que les preocupa que ellos, un familiar o alguien cercano a ellos puedan ser deportados.

Esa preocupación es aun mayor entre los inmigrantes hispanos, de los que más de la mitad (51 %) dicen que les preocupa mucho o algo que ellos o alguien que conocen pueda se deportado, una proporción más alta que entre los latinos nacidos en Estados Unidos, 28 % de los cuales dicen tener las mismas preocupaciones.

QUE CUMPLA SU PROMESA

Lorena Quiroz, directora de Immigrant Alliance for Justice and Equity de Misisipi, advirtió en Washington que el temor crece porque las deportaciones continúan. “Biden, cumpla su promesa de una política de inmigración justa y humana”, urgió.

El mismo llamado se escuchó en Florida, donde se exigió el cierre del Centro de Detención del Condado de Glades y de todos los otros en ese estado. “Las promesas incumplidas son solo la forma de ser cruel de una persona ‘buena’”, dijo Rebecca Talbot, líder de Immigrant Action Alliance en Glades.

Advirtió que la situación en la cárcel de Glades, ubicada en Moore Haven, ejemplifica cómo “el sistema de detención en su conjunto es fundamentalmente defectuoso”.

La instalación, que actualmente sólo tiene ocho detenidos, tiene un historial documentado de abuso que incluye rociar químicos tóxicos en espacios cerrados; uso excesivo de la fuerza, especialmente contra inmigrantes negros; abuso y negligencia médica, e incompetencia que constantemente pone en peligro la vida de las personas, señaló Talbot.

NO MÁS COLABORACIÓN DE LA POLICÍA

Los activistas de Detention Watch Network, FIRM Action, American Friends Service Committee, United We Dream, y la campaña We Are Home también pidieron al Gobierno abandonar sus llamados a las ciudades que limitan la cooperación de sus cuerpos policiales con el ICE para que reconsideren restablecer la colaboración en cuanto a la retención de inmigrantes.

“Incluso estamos pidiendo que retiren la idea de los brazaletes electrónicos. Eso estigmatiza a estos inmigrantes”, manifestó Guerrero.

Grupos en varias ciudades de Nueva York, Nueva Jersey, Connecticut, Pensilvania, Virginia, Georgia, Florida, Indiana, Ohio y California tenían programadas acciones, la mayoría de ellas frente a los centros de detención o las instalaciones del ICE.

Los grupos también urgieron al Gobierno y al Congreso a trabajar por una reforma migratoria que legalice a los más de 11 millones de indocumentados que están expuestos a ser deportados.

Abisahit Ibarra también envió un mensaje a los republicanos: «Ustedes saben sobre ese dolor y la injusticia que cometen con los ciudadanos estadounidenses de padres deportados. Hagan lo correcto y no nos ignoren».

EE.UU. no ve «niveles elevados de radiación» en central nuclear ucraniana

Estados Unidos aseguró que la central nuclear de Zaporiyia, en el sureste de Ucrania, no presenta «niveles elevados de radiación» tras registrarse un incendio en medio de los combates tras la invasión rusa del país.

Así lo indicó la secretaria de Energía estadounidense, Jennifer Granholm, en una mensaje en su cuenta de Twitter.

«No hemos visto niveles elevados de radiación cerca de la central. Los reactores de la planta están protegidos por estructuras de contención robustas y han sido apagados de forma segura», afirmó.

Aseguró, no obstante, que las operaciones militares rusas cerca de esa planta, una de las más grandes de Europa, son «temerarias».

Asimismo, el director general del Organismo Internacional para la Energía Atómica (OIEA), Rafael Grossi, alertó este jueves del peligro de golpear los reactores nucleares de la central de Zaporiyia.

El Servicio Estatal de Emergencias de Ucrania precisó este jueves que el incendio se desató fuera de esta central nuclear.

«La condición del incendio en centrales nucleares está dentro de la norma», indicó en su cuenta de Telegram.

Previamente, el alcalde de la ciudad, Dmitry Orlov, había informado que el fuego en la central nuclear se desató tras disparar las fuerzas rusas contra la planta y que se declaró una amenaza para la primera unidad tras haber sido alcanzada por proyectiles, lo que generó preocupación global.

Ucrania, atacada e invadida desde hace ocho días por el Ejército ruso, cuenta con 15 reactores operativos en cuatro plantas atómicas, además de la zona de exclusión de Chernóbil, donde hay cuatro reactores cerrados.

El Fandango de Ximena Violante en Esperanza

Como artista latina trabaja y valora el folclor de diferentes orígenes.

El multifacético artista musical residente en Filadelfia, Ximena Violante, dirigirá un fandango comunitario especial en el Centro de Artes Esperanza el 12 de marzo.

El fandango será una sesión musical improvisada de son jarocho de México, dirigida por Violante y un grupo de base conformado por músicos de Miami, NYC, DC, Nueva Jersey, y, claro, Filadelfia.

Se invita a que el público traiga su instrumento. El evento también contará con una vendimia de ropa y artesanías mexicanas tradicionales.

Ximena compartió sus pensamientos y conexión con la tradición del son jarocho. Habló sobre los desafíos de navegar la pandemia como artista y ofreció un vistazo de lo que nos espera a medida que regresamos a una nueva normalidad.

Ximena Violante.
Como artista latinx trabaja y valora el folclor de diferentes orígenes.

¿Cómo tomaste conciencia del son jarocho? ¿Qué es lo que te ha atraído de esta tradición? ¿Es más importante renovar y ampliar límites, o preservar formas históricamente precisas?

XV: “Nací en la Ciudad de México y vine a EE. UU. a los 7 años. Empecé a tocar música desde muy temprana edad, pero en donde vivía no habían músicas latinoamericanas. No fue sino hasta la universidad que fui aprendiendo sobre las tradiciones de mi tierra, y me encantaron; y hasta el día de hoy sigo aprendiendo todo lo que puedo. El son jarocho es una tradición mexicana que viene desde el tiempo colonial, y como cualquier otra tradición, ha tenido que cambiar para seguir siendo relevante y útil para las sociedades que lo practican. En Filadelfia, por ejemplo, llevamos 7 años haciendo talleres y hemos adaptado el son para contar y celebrar los temas que son importantes para nosotrxs, –la migración, la inclusión de gente queer y trans, el hecho que todxs venimos de diferentes contextos y escuchamos diferentes músicas–. Para mí en lo personal, en el espacio de los talleres que hacemos, es importante siempre enseñarlo lo más apegado a la tradición posible y, sin embargo, dejar la puerta abierta para adaptarla a nuestras necesidades. Como compositor, lo he fusionado con otros tipos de música, y tengo por separado un grupo de música original que se llama “Interminable”, ya que como migrante yo represento muchas trayectorias, muchas músicas, y se me hace importante celebrarlas a todas.

Ximena Violante traerá su “Fandango” al Esperanza Arts Center. (Foto: Cortesía)

Muchas personas pueden tener definiciones un poco diferentes de lo que es un «fandango». ¿Podría describir dónde se origina el término y qué significa para Usted?

XV: Mucha gente conoce el «fandango» solo como un sitio web donde comprar boletos y, en realidad, la palabra existe en muchas tradiciones. En el contexto del son jarocho, el fandango, o también a veces llamado «huapango», es la fiesta o la celebración central de la tradición. Es donde se reúnen músicxs y bailadorxs, traen comida y tocan instrumentos de cuerda alrededor de la tarima, que es una plataforma de madera donde se hace un ritmo con los pies llamado zapateado. Es como el tambor central, el altar. Es similar a las celebraciones de bomba, o de plena, o como un “jam session”, o sesión improvisada, donde quien quiera participar es siempre bienvenido.

Con el grupo Son Revoltura de Filadelfia.

La pandemia ha sido muy desafiante. ¿Qué ha estado haciendo durante este tiempo para mantenerse activa como artista y qué le espera en el horizonte al final de la pandemia?

XV: Como artista de escenario y de fandango, hubo un tiempo largo que no pude ejercer mi música y eso fue muy difícil para mí, ya que mucho de mi trabajo depende de poder reunir a la gente. Yo, al igual que muchas otras personas, hemos tenido que cuestionar y revalorar cómo ejercemos nuestro trabajo artístico y cultural. En este último año me han salido muchos estudiantes y he trabajado mucho como maestrx particular y como artista docente, por ejemplo, yendo a escuelas a dar talleres. Ahora que poco a poco podemos irnos reuniendo de nuevo, me da mucho gusto colaborar con Esperanza para armar este fandango para todos ustedes, ojalá podamos seguirnos reuniendo ya sea en forma virtual o presencial, para seguir escuchándonos y para recordarnos de todas esas bellas conexiones que nos unen sin importar de dónde seamos.

Gloria Castro, desde Filadelfia aspira al Congreso Colombiano

Gloria Castro, activista y pequeña empresaria colombiana en Filadelfia. (Foto: Cortesía)

El 13 de marzo próximo Colombia tendrá elecciones parlamentarias para elegir a 108 senadores y 166 representantes; entre ellos, algunos de la circunscripción “colombianos en el exterior”. En Filadelfia reside Gloria Estela Castro Berrío, una colombiana emprendedora y muy activa entre la diáspora de su país. Gloria aspira a obtener una curul en el parlamento de Colombia para trabajar más efectivamente por el bienestar de sus compatriotas en Estados Unidos.

¿Qué trabajo haces? ¿Cómo has logrado prosperar en los EE. UU.?

GC: Nací en Turbo, en la región de Urabá, Antioquia; allí crecí en medio de una familia numerosa de 12 hijos; fui la menor. Quedé huérfana de padre a los 7 años; crecí en el campo, cultivando la tierra con mis padres y hermanos. Viajé a Medellín para poder sacar mi carrera en derecho, estudiando y trabajando entre muchas limitaciones económicas, esto me impulsó a emprender mi negocio de cosmetología; después me casé con Jesús Alirio y tuve a mis hijos Santiago y Samuel.

De allí me trasladé a Bogotá y trabajé con el Gobierno, en el FNA, Telecom y el Congreso Nacional. En el 2007 llegamos a Filadelfia; unos amigos nos abrieron las puertas de su casa y de su corazón, y así pudimos establecernos y prosperar. Trabajamos muy activamente con las comunidades colombianas y con otros inmigrantes que no estaban organizados y a los que pude aportarles mi experiencia en el sector público de Colombia, llevando la voz a los consulados y buscando el bienestar de esta área.

Contactamos a muchas víctimas del conflicto armado colombiano y les hicimos conocer sus derechos, los de la ley 1448, que les reconoce beneficios y compensaciones. Siempre he tenido espíritu emprendedor y de independencia laboral, convencida que todos podemos crear empresa y generar empleo. Estados Unidos es un país de oportunidades, solo hay que organizarse y aprovechar las ayudas del gobierno.

Gloria Castro. (Foto: Cortesía)

¿Cuáles son los mayores retos que enfrenta la familia de hoy para educar a los hijos y sacarlos adelante?

GC: Tenemos dos hijos, y los retos más grandes para educarlos son los cambios que ha tenido la sociedad, donde se han perdido los valores y los principios, y esta influencia en la escuela, en los trabajos y en la sociedad afecta la formación que les damos en la casa. No ha sido fácil, pero hay que insistir y volver a la educación con valores.

¿Cuál es la situación de la Diáspora colombiana en Filadelfia y en EE. UU.? ¿Cuáles son sus problemas y necesidades?

La diáspora colombiana está muy desconectada de su gobierno, por eso buscamos esta oportunidad de llegar al Congreso de Colombia para trabajar mejor con nuestras bases, con nuestros líderes, para que nuestro gobierno conozca esas necesidades y se puedan buscar soluciones y ofrecer apoyo y oportunidades a los connacionales.

Las principales necesidades son una atención con enfoque de servicio más eficiente y efectivo desde los consulados. Trabajaremos para que muchos trámites se puedan simplificar y realizar de manera virtual y a menores costos.

Necesitamos luchar para tener más representación en el congreso de Colombia. Actualmente solo hay un representante en la Cámara, y somos cerca de 5,000,000 los que vivimos en el exterior; deberíamos tener por lo menos 3 curules en el Congreso para estar bien representados y cumplir mejor derechos y deberes.

Gloria Castro. (Foto: Cortesía)

¿Por qué has querido entrar en política? ¿no es un ambiente muy complicado? ¿Cómo harás la diferencia?

GC: Decidí incursionar en la política porque conocí al Partido MIRA; es un partido político transparente y honesto, que ha gobernado con valores y principios y con vocación de servicio al ciudadano. Esto lo demostró en 2014, cuando habiendo sido víctima de fraude electoral, renunció a la millonaria indemnización que le otorgó la ley por saber que ese dinero saldría del bolsillo de los colombianos. Actos como ese me inspiraron y me motivaron a ser parte del MIRA.

Desde mi juventud he participado en espacios públicos llevando la voz de mi comunidad y he sido elegida democráticamente por 3 periodos consecutivos por las organizaciones que trabajaban por las víctimas del conflicto; tras conocer a fondo la Ley 1448 del 2011, he ayudado a que más de 27,000 víctimas en el exterior sean reconocidas y reparadas.

Gloria Castro. (Foto: Cortesía)
Gloria Castro. (Foto: Cortesía)

¿Qué motivación puedes darle a una persona para que salga a votar?

GC: Venimos de una pandemia que ha segado la vida de muchos colombianos y que ha tenido un efecto muy negativo en la economía, en Colombia y a nivel mundial. La inflación y el alto costo de la canasta familiar son efectos de esa pandemia, pero, aun así, Colombia ha tenido un alto crecimiento económico gracias al trabajo del Gobierno, y desde el Congreso el Partido MIRA ha contribuido, apoyando iniciativas para que las empresas mantuvieran la nómina, para que vincularan nueva mano de obra, y todo esto ha ayudado a la reactivación del país.

El MIRA en su agenda programática 2022–2024, con su precandidata presidencial Aydeé Lizarazo Cubillos, la Senadora Ana Paola Agudelo y esta servidora, buscamos ofrecerle a Colombia más oportunidades de empleo, en especial a las mujeres y los jóvenes que son el nicho poblacional más afectado actualmente. También queremos apostarle al campo e invertir en infraestructura rural para favorecer al sector agropecuario.

El partido MIRA en solo 22 años de vida ha gestionado más de 70 leyes en favor de niños, jóvenes, mujeres, campesinos, emprendedores y empresarios; ha apoyado a las regiones, al sistema electoral para fortalecer la democracia y a los colombianos en el exterior. Por eso convoco ampliamente a mis compatriotas a que salgan a votar y nos apoyen este 13 de marzo. Recordemos que votar es un deber y una responsabilidad ciudadana.

Cecilia M. Cardesa, activista de la sanación

Cecilia M. Cardesa ha recibido numerosos premios y reconocimientos por su compromiso con el desarrollo comunitario y ha servido en juntas locales e internacionales. (Foto: Cortesía)

Nacida y crecida en Buenos Aires, durante la Guerra Sucia de Argentina, la doctora Cardesa emigró a los Estados Unidos hace 30 años, de los cuales 20 ha vivido en la ciudad Filadelfia. Su labor como especialista del trauma le ha permitido ayudar a muchos a sanar y a superar sus heridas.

LA NIÑEZ

A pesar de que en su infancia se sintió amada y llena de “abundancia familiar”, también sintió en su niñez una época de mucha inestabilidad política y económica en su país, que le provocaron muchos días y noches largas, donde se decía “¿qué pasa en mi vida, con mi familia, en mi barrio, en mi país?, anhelo vivir en paz interna y externa”.

La joven conoció la esperanza, la resiliencia, la convicción, y la gratitud, pero al mismo tiempo experimentó acoso, ansiedad, tristeza, soledad, abandono y anhelo; fue a través de conocerse, estudiar y aprender de ella misma, que comenzó a sanar, también “aprendió a desaprenderse”.

EL TRAUMA DE LA MIGRACIÓN

Cecilia emigró a los Estados Unidos para tener una vida mejor, para tener una oportunidad y un futuro. Para ella, migrar es una decisión muy difícil porque se separa no solo de la familia sino del hogar, el barrio, el idioma, las memorias de los ancestros y hasta de las mascotas, lo que genera un duelo muy doloroso y traumático.

“Emigrar y separarse duele, por eso yo hablo del dolor para humanizarlo”

Además de los traumas de su infancia, para la doctora Cardesa, la migración fue un nuevo reto, un evento que fue un parteaguas en su vida. “El trauma de la migración genera un terremoto en nuestro interior, el cual se debe reconstruir, recoger y unir nuestros pedacitos con convicción y esperanza. Una hora a la vez, cinco minutos a la vez. El trauma, puede ser el marco de nuestra vida; sin embargo, nosotros mismos podemos pintar nuestra vida con un nuevo lápiz y con una nueva lente, nos compartió.

Para la doctora es importante que no critiquemos y comparemos el trauma, porque dice que nuestros traumas no “compiten” con el de los demás. Cuando nos comparamos, algunos pueden auto diagnosticarse y perder la oportunidad de buscar ayuda profesional. Cada uno sabe lo que le pasó y por lo que pasó.

ENCONTRAR UN PROPÓSITO

Una vez que se estableció en Estados Unidos, realizó sus estudios superiores en la Universidad de Villanova, donde se graduó en Ciencias Políticas, hizo una maestría en Artes en Estudios del Holocausto y Genocidio en la Universidad de West Chester, otra maestría en educación en la Universidad de Pensilvania, donde también obtuvo el doctorado con la tesis “Situando la memoria traumática en la creación del valor social”.

Mientras iba estudiando iba sanando, y entendió que no era la única con una situación similar, y eso la liberó. “Aprendí que hay lenguajes que generan incendios. Las palabras queman, y para mí fueron un instrumento de diálogo y de reconciliación”. De esta forma, sus estudios le dieron herramientas para hablar sobre el racismo tanto Estados Unidos como en otros países.

“Amo ser quien soy, latina y argentina”

Cecilia recuerda que el haber sido diagnosticada con trastorno por estrés postraumático (PTSD), le provocó enojo y tristeza. No sabía con quién hablar, ni qué hacer con ese sentimiento, no comprendía si su trastorno era provocado por un trauma heredado de anteriores generaciones, individual y colectivo, de su país o de ella misma; sin embargo, leer, seguir aprendiendo y desarrollándose en su carrera profesional la sacó adelante. Supo que sabía reír, bailar y que también podía disfrutar de la vida. “Me di cuenta cómo mi vocación me ayudaba a crecer, a descubrirme, a encontrarme, y a sanarme, porque pienso que con mi trabajo yo hago un mundo mejor, dice Cecilia, quien ha trabajado con refugiados de diferentes lugares, desde el oeste de África, hasta el sótano de una iglesia franciscana en Wilmington, Delaware, organizando y compartiendo con la comunidad, como lo sigue haciendo.

“Tenemos la oportunidad de elegir cómo queremos seguir nuestro camino”

Cecilia M. Cardesa.

EL CAMINO PARA SANAR

Su encuentro con ella misma, sus estudios y su propio camino de sanación le dieron las herramientas a la doctora Cecilia para ayudar a los demás, y nos comparte que un camino para sanar y sobrellevar el trauma puede ser: creando un espacio para compartir, para hablar, para estar con uno mismo, o escribir un diario, para vaciar nuestra mente, para reflexionar, para tomar conciencia, y para sanar. “Es muy importante atender nuestros diferentes ejes, como es el encontrarnos a nosotros mismos, saber cuáles son los medios y recursos que hay en la comunidad, colaborar con organizaciones, en pólizas o en políticas que ayuden a cerrar esta brecha de sanación, porque sanar es un ecosistema en el que todos tenemos un rol. Por esto y más, Cecilia es una vida de impacto, a quien honramos en especial, durante este mes en el que estaremos presentando más historias de resiliencia y excelencia.

Sanarse para ayudar a sanar

Cecilia M. Cardesa es fundadora de TraumaVenture, una consultora de gestión informada para el trauma, donde trabaja con organizaciones que incorporan el trauma a nivel misión, a nivel trabajo, enfocándose en el trauma individual y colectivo, a nivel local o internacional. Estudia como el trauma se manifiesta en la vida de las personas e impacta su trabajo, el cual podría incluso, ser un espacio de sanación. Es presidenta del Louis D. Brown Peace Institute. La organización fue fundada hace 25 años por una madre afrolatina en Boston, quien perdió a su hijo de 15 años víctima de la violencia armada, misma que sigue escalando en Filadelfia. La doctora estará creando espacios localmente (y a nivel nacional) para hablar del trauma, dolor y sanación. Puede pedir información escribiendo al email: cecilia@drceciliacardesa.com

Carta abierta a la humanidad: ¿Qué elegimos: autocracia o democracia?

Iryna Mazur, la cónsul honoraria local de Ucrania, habló mientras la comunidad ucraniana local y sus partidarios se reunían para una manifestación en los escalones del Museo de Arte en Filadelfia, Pensilvania, el domingo 30 de enero de 2022. El grupo se unió en apoyo de Ucrania en medio de lo que entonces eran tensiones, no luchando, por una amenaza de invasión rusa. (Foto: MONICA HERNDON/ Cortesía del Inquirer)

Mi corazón se siente desolado. La humanidad está siendo testigo de una guerra entre la autocracia y la democracia. Rusia, bajo el mando de Vladimir Putin, ataca e invade a un país libre y soberano. La diplomacia se desploma. Algunos ucranianos se desplazan hacia las fronteras vecinas para sobrevivir; y otros eligen defender, con su presencia física y moral, su territorio nacional. El viaje hacia el derecho a la libertad para los refugiados deja huellas amargas y sangrientas por el camino de la esperanza.

Son desplazados; no son inmigrantes.

Esto es una realidad, muy difícil de procesar y entender, que me evoca la novela histórica que estoy leyendo, Largo Pétalo de Mar, de la escritora Isabel Allende, en dónde se cuenta –a través de historias la vida de algunos de sus personajes–, narrativas de supervivencia durante la guerra civil española bajo el dominio del gobierno de Franco; en dónde se recuerda, los horrores de una guerra y de sus consecuencias traumáticas para la población en general. 

El sonido de guerra es latente; en el subconsciente uno aprende a distinguirla entre las sirenas de los bomberos o el de la policía cuando responden a un llamado de emergencia. Allá, cuando la sirena de guerra toca la puerta del desconocido, la gente despavorida sale de sus casas en busca de un refugio, sin saber qué pasará en las próximas horas o si estará vivo para contarlo. No es necesario estar en el campo de batalla para saberlo, las imágenes de los testigos y reporteros recorren el mundo casi al instante de los propios acontecimientos. 

Los que deciden huir del conflicto hacía la búsqueda de la preciada libertad, llevan la historia de su vida en una maleta rodante, o en simples bolsas de plástico, como tesoros de un valor incalculable. ¿Cómo explicar a los niños, la incongruencia de los adultos? De repente durante una época pandémica, su infancia se torna de nuevo inestable. Dejan en aquel pasado, las risas y los momentos felices que vivieron con sus familias que probablemente ya no verán, ante el ilógico destino que los separa.

Recuerdo que, en la escuela, los libros de historia solían narrar las causas y consecuencias de las guerras mundiales. Los combatientes caídos dejaban impresas sus experiencias de enfrentamiento, en puño y letra, de los daños psicológicos que dejaron los combates a mano armada en el campo de batalla, contra los que se llaman “enemigos”. La historia universal relataba estos hechos, como lecciones de reflexión para poder crear conciencia, en las nuevas generaciones, de que este tipo de devastadores acontecimientos no pudiesen volver a ocurrir en nuestra humanidad.

Ahora está ocurriendo a medida que vivimos nuestro día a día, en pleno siglo XXI. Me pregunto: –¿dónde quedan las lecciones del pasado? ¿La guerra psicológica, la amenaza de una guerra nuclear, el ciberataque, la desinformación y el ataque de la fuerza militar son los elementos de una guerra en tiempos modernos para amedrentar no solo a un país democrático y soberano; sino, también, ¿al mundo? ¿Será que el derecho a la libertad de pensamiento tiene precio? La libertad de elegir vivir en un país democrático; ya, ¿no es una opción?

Como en un juego de ajedrez, la autocracia empezó a mover sus piezas para atacar a la democracia. Cada movimiento, premeditado, ataca a los valores universales de respeto hacia las libertades; queriendo someterlos con represión, para acallar sus voces. Atónitos a los hechos, el mundo vive el desenlace de historias individuales y colectivas de sobrevivencia. La desesperación de un pueblo que aclama justicia, paz y libertad.

La pandemia nos llevó a una vulnerabilidad colectiva sin precedentes. Muchos de nuestros familiares, amigos o vecinos se han muerto. Los traumas individuales, y colectivos, nos está llevando a un aumento de casos en enfermedades mentales. La ola de violencia no cesa.

La economía mundial está apenas sumergiéndose en la superficie y respirando opciones de cambio. Muchos de nuestros familiares o amigos han perdido sus trabajos. Estamos reinventando y experimentando nuevas formas de trabajar y de vivir con principios de equidad, diversidad e inclusión. La diversidad de pensamiento crítico es muy importante, e indispensable, para el desarrollo común de nuestra humanidad. Tenemos que cultivar ambientes multilingües, multiculturales e interculturales en dónde las diferencias no sea un obstáculo divisorio; sino, una ventaja para el crecimiento colectivo de los pueblos. Eduquemos a las nuevas generaciones a convivir en armonía sin importar el color de nuestra piel. La historia tiene testimonios muy tristes de estos pasajes de nuestra vida como seres humanos. No es necesario que los mencione. Tal vez le venga a su mente alguno de ellos. 

¡Reflexionemos, a conciencia, porque el desarrollo de la raza humana se puede extinguir en cualquier momento!

Contacto: LinkedIn @maryluzmarques, Twitter @maryluz_marques

Primera jueza negra nominada para el Supremo de EE. UU.

Ketanji Brown Jackson, una jueza en el umbral de la historia estadounidense. (Foto: EFE/MICHAEL REYNOLDS)

Con 17 años, Ketanji Brown Jackson dejó escrito su mayor deseo: «Ser nominada alguna vez como jueza». Tres décadas después, ha superado todas sus expectativas y está a las puertas de hacer historia, con un cargo vitalicio en el Tribunal Supremo de Estados Unidos.  Si es confirmada por el Senado, Jackson se convertirá en la primera mujer negra que ocupa un asiento en el Tribunal Supremo estadounidense, después de que el presidente Joe Biden la nominara para el cargo el 25 de febrero.

A sus 51 años, Jackson era la favorita de los progresistas para cubrir la vacante en el alto tribunal, debido sobre todo a que, cuando era jueza en una corte federal de Washington a finales de la década pasada, frustró algunos planes del entonces presidente, Donald Trump.

Su currículum incluye otros puntos llamativos: hace casi dos décadas representó a un preso de la base naval de Guantánamo (Cuba), y también contribuyó a reducir las penas de cárcel por delitos federales de drogas, que afectan desproporcionadamente a los negros y latinos.

Además, Jackson sería la primera jueza del Supremo que tiene experiencia como abogada a nivel federal para personas con pocos recursos, una labor que ejerció durante dos años para entender mejor cómo funcionaba el sistema de justicia criminal.

Desde el año pasado es jueza en la Corte de Apelaciones del Distrito de Columbia, considerado el segundo tribunal más importante del país.

Los abuelos de Jackson crecieron en el estado sureño de Georgia y tanto su padre como su madre, ambos maestros de escuelas públicas, se formaron en colegios segregados por raza y luego estudiaron en universidades para la población negra.

«Estoy bastante segura de que si trazan el linaje de mi familia (…) verán que mis antepasados fueron esclavos en ambos lados», dijo Jackson el año pasado en una audiencia ante el Senado.

Nacida en Washington DC en 1970, Jackson pasó casi toda su infancia y adolescencia en Miami, inspirada por la pasión por las leyes de su padre, que estudiaba Derecho con voluminosos libros mientras ella, a su lado, coloreaba cuadernos de su jardín de infancia.

Los padres de Jackson quisieron ponerle un nombre que reflejara su herencia africana y se decantaron por Ketanji Onyika, que significa «preciosa», o al menos eso les dijo una tía del bebé que hacía voluntariado en África Occidental.

«Mis padres me enseñaron que, al contrario que ellos, que tuvieron que enfrentar muchas barreras impenetrables, mi camino iba a estar despejado, si trabajaba y creía en mí misma», recordó Jackson en un discurso el año pasado.

Cuando expresó su deseo de estudiar en la Universidad de Harvard, su asesor académico le aconsejó «no aspirar tan alto» . Jackson no le escuchó y acabaría por graduarse cum laude de Harvard dos veces, antes de desarrollar una carrera meteórica que incluyó un periodo como asistente de Stephen Breyer, el mismo juez del Supremo al que ahora aspira a reemplazar.

También trabajó en la Comisión de Sentencias de EE.UU. para reducir las penas de la mayoría de los delitos federales de narcotráfico, incluidas las de cocaína en «crack», algo que permitió liberar al menos 1.800 presos y acortar las sentencias de unos 12.000.

Era un asunto que conocía de cerca: su tío fue condenado a cadena perpetua por un crimen no violento de drogas, aunque gracias a un acto de clemencia del expresidente Barack Obama, fue liberado en 2017, poco antes de morir.

Pero Jackson también creció familiarizada con el otro lado de la ley: otro de sus tíos fue jefe de Policía en Miami, mientras que un tercero fue detective y su único hermano fue un agente policial infiltrado en las calles de Baltimore, antes de ser enviado a Irak durante la guerra de 2003.

«Los presidentes no son reyes», proclamó Jackson en otro famoso fallo en el que decidió que Trump no podía impedir que un exabogado de la Casa Blanca, Don McGahn, declarara sobre la «trama rusa» ante el Congreso.

En 2019 bloqueó un plan de Trump para expandir las exportaciones exprés de indocumentados, aunque ese mismo año permitió que el presidente esquivara normas medioambientales para construir el muro con México, al opinar que el tema estaba fuera de su jurisdicción.

La magistrada lleva 26 años casada con el cirujano Patrick Jackson, de quien adoptó el apellido sin desprenderse del todo del de sus padres, Brown.

Ambos tienen dos hijas: Talia, de 21 años, y Leila, de 17. En 2016, tras la muerte del juez del Supremo Antonin Scalia, la menor de ellas urgió al entonces presidente, Barack Obama, que nominara a su madre para el Supremo.

«Es una persona decidida, honesta y que nunca rompe una promesa con nadie, incluso si preferiría hacer lo contrario», escribió la pequeña Leila, entonces de 11 años, en una carta enviada a Obama.

Thomas Siderio, de 12 años muere baleado por la espalda por un policía

Thomas Siderio, de 12 años. Agujeros de bala en un vehículo en la cuadra 1700 de Barbara Street, en el sur de Filadelfia. (Foto: Redes)

Un menor de 12 años fue identificado por la Policía, como el fallecido en un presunto enfrentamiento a tiros entre uniformados encubiertos y jovencitos al sur de Filadelfia la misma noche del martes 1 de marzo.

Se informó que se trataba de Thomas Siderio, quien según las autoridades estaba armado, pero fue ultimado por la espalda en el pleito.

Cuatro oficiales encubiertos patrullaban un vehículo sin emblemas policiales al sur de Filadelfia. Los activos estaban en busca de servir una orden de arresto contra un adolescente, de 17 años, por una investigación de “Violation of the Uniform Firearms Act”, cuando avistaron a dos chicos en la esquina noreste de la calle 18th y Johnston, y uno de ellos era el que supuestamente estaban buscando para interrogarlo.

Después se dirigieron hacia los jovencitos y se detuvieron en su vehículo a pies de distancia de Barbara Street, justo en la intersección con la 18th.

El oficial que estaba manejando activó una luz de alerta (roja y azul). Según reportaron los agentes escucharon balazos que quebraron el vidrio de la parte trasera del vehículo que patrullaban.

Uno de los agentes resultó herido y con los vidrios de la ventana rota por los balazos. Entonces dos de los oficiales salieron del auto y abrieron fuego contra el menor de 12 años, quien según los investigadores portaba un arma, y estaba huyendo a pie al este de la acera norte.

Uno de los oficiales persiguió a Siderio e hizo dos disparos impactando una vez al menor en la espalda justo al lado derecho. La bala salió del cuerpo del menor por el pecho. Siderio fue transportado al Presbyterian Hospital, donde se certificó su muerte a las 7:29 p.m. Los familiares y amigos del niño dicen que los menores no sabían que eran policías y se sintieron en peligro.

Según la Policía, al menor fallecido se le ocupó una pistola semiautomática marca Taurus de 9 mm que estaba equipada con láser, cargada con una bala en la cavidad de disparo y cinco en almacenamiento, además de que estaba reportada como hurtada

El otro joven que la Policía buscaba para su interrogatorio fue detenido, cuestionado y más tarde dejado en libertad, mientras queda pendiente una vista preliminar.

Según un reporte de The Inquirer, que retoma el comunicado de la Policía publicado el miércoles, fueron dos oficiales vestidos de civil los que salieron del vehículo sin identificación y dispararon contra el niño mientras huía por la acera de Barbara Street.

Un oficial que perseguía a Thomas disparó dos veces y golpeó al niño en la parte superior derecha de la espalda una vez, según el comunicado de la policía. Thomas, que se hacía llamar T.J., estaba en séptimo grado en la escuela primaria George W. Sharswood en el sur de Filadelfia. Un amigo que conocía a Thomas del vecindario dijo que el niño tuvo una infancia turbulenta, pero que “siempre trató de poner una sonrisa en la cara de todos”. Le dijo a The Inquirer que vio al niño y al joven de 17 años justo antes del tiroteo, y que la pareja dijo que se dirigían a pasar el rato en el Barry Playground.

Los policías vestidos de civil no estaban equipados con cámaras corporales durante el tiroteo, dijo el comisionado adjunto Benjamin Naish, quien supervisa las investigaciones.

Las imágenes de vigilancia del hogar proporcionadas a The Inquirer por los residentes y activadas por movimiento después del tiroteo, muestran a Thomas en el suelo a una cuadra al este de donde la policía dijo que lo vieron por primera vez. Justo después de las 7:20 p.m., aparece un oficial en el video de vigilancia tomándose la cara y preguntando: «¿Me dispararon?». “No, no te dispararon”, respondió otro oficial.

Cuando un residente le preguntó al oficial herido si quería una toalla de papel mojada, respondió: “Estoy bien”.

Luego, se puede escuchar a otro vecino preguntando a la policía: “¿Me podría decir qué pasó? Lo mataron justo en frente de mi casa”.

La policía dijo que las luces de la policía estaban parpadeando en el automóvil sin identificación en el momento del tiroteo sí, pero esa versión aún no ha sido verificada a través de imágenes de video.

Durante la sesión informativa del miércoles, Naish dijo que “es demasiado pronto para especular por qué los agentes le dispararon a Thomas Siderio por la espalda”, pero la policía aún no tiene una “determinación definitiva” de lo que sucedió.

“Si bien las indicaciones del médico forense son que la bala entró en la espalda [de Thomas], eso no significa que estaba huyendo y que no había un arma apuntando hacia o cerca del oficial”, dijo Naish, y agregó que la policía cree que el niño sostenía el arma cuando los agentes le dispararon. “El ángulo del proyectil que ingresa al joven es indicativo de que no fue disparado [sobre] directamente detrás de él. Pero su cuerpo podría haber estado girando”. “Eso no significa que no siguiera siendo una amenaza para los oficiales”, dijo Naish.

Los nombres de los oficiales que dispararon sus armas aún no han sido revelados. La política del Departamento de Policía de Filadelfia generalmente permite que los funcionarios divulguen los nombres de los agentes que disparan a las personas dentro de las 72 horas.

Durante una sesión informativa virtual del miércoles, Naish dijo que las autoridades no pueden decir definitivamente que Thomas disparó contra el vehículo policial sin identificación. La evidencia balística fue recuperada o está en proceso de recuperación, dijo Naish. “No puedo ser definitivo sobre exactamente todo en este momento”, dijo a los periodistas. “Pero puedo estar seguro de que se disparó un tiro contra el vehículo policial y se recuperó el arma”.