(Foto: Ilustrativa/Pexels)

Buenos Aires, Argentina – En estos tiempos tan difíciles para el pueblo argentino, emocionan ciertas noticias que llegan para quedarse y para sentar las bases de una mejor concientización. Tras muchas idas y venidas, el Senado de la Nación aprobó con 55 votos a favor, uno en contra y seis abstenciones, la Ley de Inclusión Laboral, que garantiza que un mínimo de los cargos de personal en el Estado deba ser ocupado por integrantes de la comunidad transexual, travesti o transgénero.

Esta Ley establece en concreto que el cupo laboral mínimo de este grupo de personas debe ser de al menos el uno por ciento del personal de la administración pública, tanto en organismos de los tres poderes del Estado (Ejecutivo, Judicial y Legislativo), entes públicos no estatales, organismos descentralizados o autárquicos, empresas y sociedades del Estado, en todas las modalidades de contratación regular vigentes.

Dentro de los alcances de esta ley, también se contempla a las empresas privadas, ya que aquellas que contraten personas transexuales, travestis o transgéneros, tendrán prioridad en las compras que debe efectuar el Estado; además de beneficios fiscales, como contribuciones patronales que se generen por la contratación de personas beneficiadas por la presente Ley, ya que podrán tomarse como pago a cuenta de impuestos nacionales, beneficio que se extendería a un año, y hasta dos, en casos de pequeñas empresas.

También la norma dispone que el Banco de la Nación Argentina tendrá líneas de crédito con tasa preferencial para el financiamiento de emprendimientos productivos, comerciales, de servicios, individuales o asociativos destinados específicamente a este colectivo.

La Ley lleva el nombre de “Diana Sacayán-Lohana Berkins”, en honor a dos de las principales activistas del movimiento de derechos humanos, y de la lucha por el reconocimiento e inclusión social del colectivo trans en Argentina y en la región.

Tras la sanción de la Ley, el presidente Alberto Fernández aprovechó para desempolvarse el traje por las tantas y continuas caídas de su gestión y dijo que “se trata de un logro que es la continuación de los avances que hemos hecho durante todo este tiempo”, y valoró el trabajo de los legisladores que consiguieron ponerse de acuerdo en la votación, dejando de lado las diferencias políticas. Dijo además que, “este era el resultado de la lucha de un colectivo históricamente vulnerado. Era hora de que el Estado escuchara y atendiera su reclamo. Hoy somos un país más justo e igualitario que reconoce y celebra su diversidad”.

Indudablemente, esta nueva Ley ha provocado un sinnúmero de reacciones y en su mayoría de regocijo, tanto de la parte política como de los protagonistas directos del tema, quienes a través de las redes sociales manifestaron su agradecimiento al gobierno y a “los compañeros trans/travestis por tanta lucha que ahora se vio beneficiada con la nueva Ley”.

La mayoría coincide que esta sanción es una verdadera reivindicación a tantas luchas, marchas y manifestaciones que se venían realizando desde hacía tiempo. En definitiva, una buena noticia.

Mientras tanto, quedan otros temas importantes que resolver, como: el arribo de la segunda dosis de la vacuna Sputnik V y la cual esperan más de 6 millones de personas; el déficit fiscal; la deuda externa que se multiplica a cada minuto; y parece jugar a las escondidas cuando se trata de firmar una declaración en contra de los países que no respetan los derechos humanos, como Nicaragua, Rusia y Venezuela, otros de los amigotes de Fernández; y tal vez la más importante, la necesidad de volver a los primeros planos del radar de inversiones mundiales, tras la decisión de Morgan Stanley de rebajar su ponderación en el índice MSCI.

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