Sonia Pagán cuelga una hoja de información electoral en español en 2022. Los demócratas han estado perdiendo terreno con los votantes latinos a nivel local y nacional. (Foto: Alejandro A. Alvarez /Inquirer)

La elección de Cherelle Parker -la primera alcaldesa negra de la ciudad- demuestra que la representación importa a los votantes de Filadelfia. Sin embargo, cuando nos fijamos en quién se sienta en el Concejo de la Ciudad, una pregunta obvia viene a la mente: ¿Por qué ha sido tan difícil conseguir un escaño para un representante latino a pesar de que la población latina de Filadelfia casi se ha triplicado desde el año 2000?

Los latinos representan más del 16% de la población de la ciudad, y viven dentro y fuera del 7º Distrito (el barrio histórico del noreste de Filadelfia). Sin embargo, añadir una segunda voz latina en el Consejo se ha convertido en un nuevo techo de cristal tras la elección de María Quiñones Sánchez al escaño del Concejo del 7º Distrito en 2007.

Incluso con una presencia latina tan grande en Filadelfia, Quetcy Lozada, que sustituyó a Quiñones Sánchez después de que ésta renunciara para presentarse como candidata a la alcaldía, sigue siendo la única latina en el Concejo de 17 miembros.

Algunos dirán que es un problema de compromiso. Los resultados de las elecciones generales muestran que la participación media en los distritos con predominio latino fue de aproximadamente el 13% de los votantes registrados. Es la mitad de la participación general de la ciudad; pero si hablamos con votantes latinos, muchos nos dirán que no se les tiene en cuenta, que sus voces no se oyen y que se sienten excluidos de la política.

En una ciudad controlada por los demócratas, es evidente quién tiene la llave.

No es aventurado, entonces, afirmar que el Partido Demócrata de Filadelfia y las distintas facciones del movimiento progresista, conspiran para mantener a los latinos fuera del poder. Por supuesto, ante estas afirmaciones, se mofarán y nombrarán a sus candidatos latinos respaldados. Pero la realidad es que esos esfuerzos no son más que palabrería, una casilla que marcar mientras la maquinaria política entrega votos a sus candidatos preferidos.

El Partido Demócrata ha sido adversario de la comunidad latina de Filadelfia en general, optando por respaldar a los candidatos de la maquinaria (como Manny Morales, en su candidatura a las primarias de 2015 contra Quiñones Sánchez), e ignorando en su mayoría a los latinos de los barrios por fuera de su sistema férreamente controlado.

Muchos latinos se sienten excluidos y desconectados de la clase política de la ciudad debido a la apatía y la inacción de los demócratas en cuestiones económicas y vecinales críticas. Cuando se presentó la oportunidad de apoyar a dos latinas cualificadas (Erika Almirón y Luz Colón) para su codiciada lista de cinco candidatos a concejales; el partido optó por dejar un espacio en blanco y dejar que los líderes de distrito eligieran a su candidato preferido. El  apoyo habría supuesto una gran diferencia en votos y habría demostrado que el partido escucha a los latinos.

A los «progresistas» de la ciudad no les ha ido mucho mejor, contribuyendo al nivel de frustración y desconexión al ignorar el tipo de cuestiones básicas que los latinos (muchos de los cuales están gravemente afectados por la pobreza, el tráfico de drogas y la violencia) desean desesperadamente que se aborden.

En su lugar, los progresistas optaron por dispersarse, centrándose en una impopular candidata a la alcaldía (Helen Gym) y una inexperta candidata a concejal (Amanda McIllmurray), en lugar de apoyar plenamente a los candidatos latinos con posibilidades reales de ganar, como Almirón.

Algunos grupos progresistas locales se están atribuyendo el mérito del aumento de la participación el 7 de noviembre (incluso mientras la proporción de votos demócratas en Filadelfia a nivel estatal sigue disminuyendo), ya que una mayor parte del electorado salió a votar por el Partido de las Familias Trabajadoras. Pero un análisis del periódico Inquirer reveló que los votos procedían de distritos más ricos y predominantemente blancos.

A la vista de estos resultados, deberíamos preguntarnos por qué los votantes blancos de clase media de Filadelfia le están dando prioridad a el Partido de las Familias Trabajadoras y, lo que es más importante, si los candidatos que se autoproclaman «para el pueblo» cumplirán sus promesas, no sólo hacia los votantes de clase media en proceso de aburguesamiento, sino también para aquellos a los que el sistema sigue pisoteando.

El Partido Demócrata y el ala progresista han ido perdiendo terreno entre los votantes latinos y de clase trabajadora a nivel local, y los patrones nacionales muestran una tendencia similar. En Filadelfia y en todo el país, los demócratas han dado prioridad a los supervotantes y a las personas comprometidas -que tienden a ser blancas y con un alto nivel educativo-, dejando de nuevo un vacío en la representación de una creciente población latina.

Pensilvania jugará un papel crítico en las elecciones presidenciales del próximo año, y ayudar a proteger la democracia del probable candidato de los republicanos requerirá revertir las tendencias decrecientes de participación de Filadelfia mediante la participación y el empoderamiento de las diversas comunidades de la ciudad.

Así que debemos considerar esto como un llamado al Partido Demócrata de Filadelfia y a la maquinaria política progresista.

¿Abordará los problemas con los que los habitantes de Filadelfia de bajos ingresos y de clase trabajadora han estado luchando durante décadas, o elegirá la política performativa? ¿Escuchará las voces latinas que piden su justa parte o seguirá ignorándolos? El tiempo dará su respuesta.

Publicada originalmente el 24 de noviembre 2023 en The Inquirer

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