Los defensores de la inmigración se reúnen fuera de la Corte Suprema luego de un fallo en Washington, DC, EE. UU., 18 de junio de 2020. EFE / EPA / MICHAEL REYNOLDS

Filadelfia, PA – En una sorpresiva decisión de la Corte Suprema estadounidense, este pasado 18 de junio, voto a favor de la Acción Diferida para los Llegados en la Infancia (DACA, por sus siglas en inglés). Una decisión de 5-4, como son gran parte de las decisiones del más alto foro judicial. Lo que hace esta decisión importante es que el Juez John G. Roberts Jr. se uniera al sentir legal de otros 4 jueces liberales. Veamos esto en el contexto político-histórico que vivimos.

DACA es una orden ejecutiva que el presidente Obama firmó en 2012 para evitar la deportación de migrantes que llegaron a nuestras tierras durante su niñez (los Dreamers). Aunque este programa no es un camino para la eventual ciudadanía, si es una garantía para que nuestros jóvenes “ciudadanos” indocumentados tengan acceso a estudios universitarios, trabajos, licencia de conducir, seguro médico, préstamos y becas estatales para continuar sus estudios, esto sólo es posible en algunos estados de la nación. Este programa protege a unos 700,000 “Dreamers”, cuyo idioma principal es el inglés. Son más parte de la vida social y cultural estadounidense que del país de origen de sus padres, por lo cual deportarlos sería una clara evidencia de racismo institucional.

Pero esa fue la promesa de la campaña presidencial del señor Trump en 2016 y todos sabemos que una vez electo una de sus primeras acciones ejecutivas fue poner en jaque este programa. Con lo cual, desde entonces las renovaciones, que se hacen cada dos años estaban congeladas. Aunque ahora pueden renovarlo después de la decisión de la corte, la incertidumbre sobre su destino terminará hasta que el Congreso determine hacer ley federal que resuelva permanentemente el estatus de los “Dreamers”. Ya los Senadores Lindsey Graham (Republicano-Carolina del Sur) y Dick Durbin (Demócrata-Illinois) en 2017, sometieron el conocido proyecto de ley, Dreams Act que incluía un camino a la ciudadanía. Mientras tanto este asunto seguirá siendo un tirijala de las administraciones que gobiernen. 

Entonces, ¿qué implicaciones tiene esta decisión de la Corte Suprema? Primordialmente es un duro e inesperado golpe al señor Trump quien pensó que con una Corte Suprema de mayoría conservadora, y cuya mayoría de jueces han sido electos por presidentes republicanos, la Corte avalaría su orden ejecutiva y eso constituiría millaje político para su campaña de reelección. El tiro le salió por la culata.

Aunque la Corte Suprema sólo  basó su decisión en asuntos técnicos, o sea que el señor Trump no podrá terminar con DACA a golpe de porrazo como intentaba hacer, seguirán varios problemas con este asunto. La Corte le frustró una de sus promesas de campaña y sabiendo que un 84% de los demócratas y el 69% de republicanos creen que los recipientes de DACA no deben de ser deportados, forzar este asunto a cinco meses de las elecciones generales es un riesgo de alto costo político. No creo que la campaña política del señor Trump le permita tal suicidio. 

Para nosotros, a diferencia de Trump, esto una gran oportunidad para nuestra agenda latina. Tenemos que comenzar a educar y educarnos sobre el Dream Act de los Senadores Graham y Durbin y buscar alianzas con las comunidades afroamericanas y anglosajonas para avanzar en su aprobación. Ahora tenemos en la mano la baraja política para exigirle a los candidatos al Congreso y al Senado, que, si quieren nuestro voto, tienen que garantizar el apoyo a nuestros “Dreamers y al Dreamer Act”.  Esto es un asunto de justicia por nuestra comunidad y estamos en el momento perfecto para insertar en el debate público este tema de nuestros jóvenes soñadores y también a los que como ellos llaman, los primeros soñadores, que fueron sus padres al traerlos para luchar por una vida mejor. 

Por eso es ineludible que nos activemos electoralmente. Trump no es tan solo una amenaza para nuestra comunidad indocumentada es una amenaza para la democracia estadounidense, y es una amenaza para su propio partido republicano. No pensemos que solo sacar al señor Trump de la carrera política resuelve todo. Hay que exigir y escribirle a los congresistas y líderes electos. Tenemos que avanzar nuestra agenda y dejarle saber a nuestros líderes políticos que ya los perros no se amarran con longaniza. No sigamos permitiendo que nos sigan tomando por sentado. No somos números electorales. Somos una comunidad vibrante y que ha tomado conciencia y vamos a luchar por nuestro propio espacio en esta América que también es nuestra.

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