En medio de presiones inflacionarias mundiales, cualquier incremento en el precio de los combustibles exacerba dichas presiones y se convierte en una preocupación principal para los gobiernos. Por ejemplo, a medio año en Estados Unidos, los precios de los combustibles, el petróleo arriba de $100 por barril y el precio de la gasolina acercándose a $5 por galón, estaban contribuyendo un tercio al aumento del índice de precios al consumidor.

Por consiguiente, la decisión de la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP), anunciada en Viena el 5 de octubre, de recortar la producción en 2 millones de barriles diarios, decepcionó a la Casa Blanca. En respuesta, el presidente Joseph Biden ordenó la venta de 15 millones de barriles de la Reserva Estratégica de Petróleo de Estados Unidos.

Hasta ahora, para lidiar con los altos precios de los combustibles, con menos producción doméstica y recortes por los principales productores, la Casa Blanca ha vendido cerca de 210 millones de barriles de crudo de la Reserva Estratégica, lo cual deja disponibles 400 millones de barriles. Además, hay negociaciones entre la Casa Blanca y el gobierno de Venezuela para permitirle a la empresa petrolera Chevron que aumente a corto plazo la producción venezolana en cerca de 200,000 barriles diarios.

Estas medidas han contribuido a rebajar el precio de la gasolina desde julio, a menos de $4.50 por galón, desde más de $5 al comienzo de la guerra en Ucrania.

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