Los veteranos de guerra de los Estados Unidos Frank Macías (i) y Jaime Pérez (d) participan en una vigilia del Día de los Veteranos en la frontera entre México y Estados Unidos, en Tijuana (México). EFE/David Maung/Archivo

Los Ángeles. – Inmigrantes veteranos que están en riesgo de deportación o que ya fueron expulsados del país se muestran esperanzados en que el próximo gobierno del presidente electo Joe Biden atienda sus solicitudes y “al menos detenga los procesos migratorios contra exmilitares” o sus familias, mientras se estudian las vías legales para regresar al país a quienes fueron desterrados.

“Lo primero que vamos a pedir es que pare las deportaciones de los veteranos o de sus familiares, que es lo más fácil”, dijo a Efe Héctor Barajas, líder del movimiento de veteranos deportados.

La confianza del activista de poder trabajar con Biden se basa en la promesa de campaña hecha por el demócrata en mayo pasado.

«Cualquiera que haya luchado por Estados Unidos no debería estar en condiciones de ser deportado», dijo el exvicepresidente Biden en respuesta a una pregunta de un veterano de la Infantería de Marina en un mitin de campaña a las afueras de Las Vegas. Sus declaraciones fueron una de sus primeras incursiones en la política de inmigración poco después de haber lanzado su campaña.

REGRESAR A LOS DEPORTADOS, UNA TAREA CUESTA ARRIBA

Barajas, exparacaidista del Ejército y el primer veterano en poder regresar a Estados Unidos y convertirse en ciudadano estadounidense tras ser deportado, anticipa que regresar a todos los veteranos expulsados del país es un reto muy complicado.

“Estamos pidiendo que regresen a todos, a ver qué nos dan. Sabemos que es muy complicado, especialmente para aquellos que cometieron ciertos delitos, pero no podemos parar la lucha”, declaró.

Unos 50 excombatientes deportados se encuentran en Tijuana (México), estima Barajas, quien tras ser repatriado fundó en esa ciudad una casa de apoyo para otros excombatientes en su misma situación.

En los últimos años, el activista ha recopilado información de unos 500 veteranos que habrían sido expulsados del país.

Por su propia experiencia, Barajas entiende que para lograr su propósito se necesitaría de la ayuda de funcionarios estatales.

El camino para Barajas se abrió luego de que el entonces gobernador de California, Jerry Brown, le concediera un indulto en 2017 por el delito que derivó en su deportación. El excombatiente se había visto implicado en un tiroteo y, aunque nadie resultó herido, tras cumplir un año y medio de cárcel fue deportado a México en 2004. Luego regresó a Estados Unidos como indocumentado y fue deportado nuevamente en 2010.

LA SEPARACIÓN FAMILIAR GOLPEA A LOS COMBATIENTES

Barajas siempre ha dicho estar avergonzado por la ofensa que cometió, por la cual consideró haber «pagado doblemente” al ser separado de su familia.

El problema de las deportaciones también ha tocado a familiares de soldados activos en las Fuerzas Armadas. Es el caso de Rocío Rebollar Gómez, de 50 años de edad, quien fue deportada desde San Diego a Tijuana a principios de año. En un vídeo publicado recientemente en Facebook, Rebollar -madre del segundo teniente de inteligencia del Ejército Gibrán Cruz, de 30 años- explicaba llorando lo difícil que ha sido estar separada de sus hijos estos meses.

La mexicana no ha podido volver a abrazar a su hijo militar ya que la posición del soldado le exige realizar un trámite de casi dos meses para poder salir del país.

“Solo le estábamos pidiendo al Gobierno (de Trump) un permiso especial para que yo pueda estar al lado de mis hijos”, sostuvo Rebollar, mientras sus hijos se han esforzado en recolectar firmas para traer a su madre de regreso.

Barajas también es un familiar que busca reunificarse; el veterano contrajo matrimonio hace tres semanas con Yolanda Varona, quien fue deportada en 2010, y desde entonces se convirtió en una fuerte activista del grupo de madres deportadas en Tijuana.

La boda fue realizada al lado del muro que divide a México de California para simbolizar lo que sufren los deportados.

La batalla personal de Barajas es ahora traer a su esposa a Estados Unidos. “Ambos sabemos que puede ser un proceso largo, pero no vamos a desfallecer en esto, porque yo la necesito. Por ella he podido cuidar mi diabetes y todos los problemas de salud que tengo”, expuso Barajas.

KAMALA HARRIS, CONOCEDORA DE LOS PROBLEMAS

La celebración del Día de los Veteranos este año será más esperanzadora para excombatientes hispanos como Mario Martínez. El exsoldado de 54 años oriundo de Durango (México) está luchando en una corte de inmigración para detener su deportación.

Martínez ha pedido apoyo a un gran número de congresistas y también tocó en enero pasado las puertas de Kamala Harris, a la que pidió ayuda.

Con apenas 16 años se reclutó en las Fuerzas Armadas y a los 17 ya hacía parte del Ejército, a la vez que era residente permanente.

«Cuando entramos al Ejército nos dijeron que éramos americanos; yo era tan joven que me lo creí» dijo Martínez a Efe, y reconoce que no se naturalizó a tiempo.

La pesadilla de Martínez comenzó en 2008 cuando en una discusión con su novia la mujer resultó herida. El inmigrante fue enjuiciado y condenado a cinco años en una prisión estatal. Al terminar su sentencia en 2013, las autoridades de inmigración lo enviaron a un centro de detención en el que pasó 10 meses hasta lograr que le concedieran una fianza, y desde ese momento batalla por quedarse en el país que considera su «casa».

Martínez ha solicitado varias veces un indulto al Gobierno de California, pero hasta el momento no le ha sido concedido.

Harris supo del caso de Martínez desde enero de 2020. El inmigrante espera que la nueva política del Gobierno demócrata le ayude a quedarse en el país con sus hijos.

«Si Biden y Harris nos ayudan van a alentar a más inmigrantes a sumarse a las Fuerzas Armadas. El Ejército siempre ha necesitado de los inmigrantes para sus filas, que han peleado desde hace décadas por el país», concluyó Barajas.

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