Joe Biden, presidente de Estados Unidos. (Foto: EFE/STEFANI REYNOLDS).

Boulder, EE.UU- El presidente de Estados Unidos, Joe Biden, reactivó esta semana el debate sobre el control de armas, uno de los más intensos y estériles de la política estadounidense, al pedir la prohibición del armamento de asalto después del tiroteo masivo en Boulder (Colorado).

Al día siguiente de que un hombre de 21 años matara a diez personas en un supermercado con un fusil de asalto AR-15, Biden habló finalmente sobre el control de armas, un tema que había evitado mencionar la semana pasada, cuando otros tiroteos dejaron ocho muertos en Atlanta.

«No quiero esperar otro minuto, ni otra hora, para dar pasos que son de sentido común y que salvarán vidas en el futuro», dijo Biden en una declaración a la prensa desde la Casa Blanca.

BIDEN PIDE VETAR LAS ARMAS DE ASALTO

El presidente pidió «prohibir de nuevo las armas de asalto y los cargadores de munición de gran capacidad», en referencia a un veto nacional de ese tipo de fusiles que se aprobó en Estados Unidos en 1994, pero que caducó en 2004 sin que el Congreso lo renovara.

También urgió al Senado a aprobar «inmediatamente» dos proyectos de ley que ya han recibido el visto bueno de la Cámara de Representantes y que «cerrarían los vacíos legales en el sistema de verificación de antecedentes» de los compradores de armas.

Es improbable que ninguna de esas medidas reúna los 60 votos necesarios para salir adelante en el Senado, donde los demócratas (que tienen 48 senadores de un total de cien) deberían convencer a diez republicanos para sumarse a ellos.

La portavoz de la Casa Blanca, Jen Psaki, dijo poco después que Biden podría usar también su poder ejecutivo para impulsar un mayor control de armas, pero su capacidad para hacer cambios unilaterales al respecto es limitada.

«Este no debería ser un asunto partidista, este es un asunto estadounidense, que salvaría vidas, vidas de estadounidenses», recalcó Biden.

EL ESTÉRIL DEBATE SOBRE LAS ARMAS

Cuando era vicepresidente de Estados Unidos, Biden y el entonces mandatario, Barack Obama, impulsaron una serie de reformas para controlar las armas, pero el Congreso no aprobó siquiera la que generaba más consenso en todo el país: un sistema de verificación de antecedentes de los compradores de armamento.

El propio Obama contribuyó a retomar el debate sobre el tema, al pedir en un comunicado que se «supere la oposición de los políticos cobardes y la presión de un ‘lobby’ de las armas que se opone a cualquier límite a la capacidad de cualquiera de reunir un arsenal».

Obama, que fue presidente entre 2009 y 2017, se refería a la Asociación Nacional del Rifle (NRA, en inglés), que defiende sin matices el derecho constitucional a portar armas y cuenta con aliados poderosos en el Congreso que reciben generosos fondos de ese grupo de presión en sus campañas electorales.

El de Boulder ha sido el mayor tiroteo masivo en Estados Unidos desde agosto de 2019, cuando un joven supremacista blanco mató a 23 personas, la mayoría hispanos, en un supermercado de Walmart en El Paso (Texas).

LOS DETALLES DEL TIROTEO

Según las autoridades de Colorado, el sospechoso del nuevo tiroteo tenía un rifle de asalto AR-15 y una pistola semiautomática que compró la semana pasada, informó el diario The New York Times.

La Policía de Boulder identificó al presunto autor del ataque como Ahmad Al Aliwi Alissa, que residía en la cercana ciudad de Arvada, un suburbio de Denver, y que llevaba varios años viviendo en Estados Unidos.

Aunque inicialmente las autoridades no especificaron su nacionalidad, documentos judiciales revisados por el New York Times muestran que nació en Siria en 1999, y que tuvo dos encontronazos con la Policía de Arvada en 2018, por un asalto en tercer grado y una falta criminal.

El FBI ya sabía quién era Alissa porque tenía lazos con otra persona a la que esa agencia estaba investigando, de acuerdo con el rotativo neoyorquino.

Se ha venido especulando sobre los motivos del ataque y que Alissa, herido en la pierna durante el suceso e ingresado en un hospital, y después trasladarlo a una cárcel del condado.

Alissa se enfrenta a diez cargos de asesinato en primer grado por el tiroteo, cuyas víctimas fueron clientes o trabajadores del supermercado además de Eric Talley, un agente de policía de Boulder, quien tenía 7 hijos.

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