Imagen de archivo del presidente de Venezuela, Nicolás Maduro. (Foto: EFE/RAYNER PEÑA R)

Washington, EE.UU.- Cuando queda menos de un mes de la Cumbre de las Américas en Los Ángeles, EE.UU. delineó este jueves los ejes de esa cita, como la inmigración, la defensa de la democracia o la recuperación económica, en medio de las voces críticas en la región ante la posible exclusión de Cuba, Venezuela y Nicaragua.

La tradicional «Conferencia sobre las Américas», que se celebra anualmente en Washington en el Departamento de Estado, contó con las notables ausencias del secretario de Seguridad Nacional estadounidense, Alejandro Mayorkas y de la secretaria de Economía de México, Tatiana Clouthier, pese a estar ambos incluidos en la agenda.

«Debemos asegurar que la confianza de nuestros ciudadanos en la democracia está justificada y es recompensada», afirmó Brian Nichols, el principal encargado del Departamento de Estado para Latinoamérica, en el discurso de apertura.

En este sentido remarcó que la Cumbre de las Américas ofrecerá una oportunidad histórica para «avanzar en una agenda concreta para ayudar a las democracias a ofrecer resultados a los ciudadanos».

En la conferencia participaron el subsecretario de Seguridad Nacional de EE.UU., John Tien; el representante adjunto de Comercio Exterior estadounidense, Jayme White; el ministro de Energía de Uruguay, Omar Paganini; y el titular de Energía de Trinidad y Tobago, Stuart Young.

INQUIETUD REGIONAL

En su intervención, Nichols evitó comentar la lista de invitados a la cumbre de junio, pese a haber señalado previamente que Venezuela, Cuba y Nicaragua no estarían entre los convocados, dado que Washington considera que esos países no son democracias.

Esta exclusión ha provocado incomodidad en todo el continente y amenaza con arrojar sombras sobre el encuentro regional.

Esta semana, el presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, aseguró que a mandatarios latinoamericanos, como él, no les gusta que en la Cumbre de las Américas no estén todos los países invitados.

«Ya me habían hablado otros presidentes, ya me habían preguntando, que no están contentos. Por ejemplo, el de Bolivia (Luis Arce) ya me había dicho que no consideraba eso adecuado, que era una falta de respeto», manifestó el miércoles en su rueda de prensa diaria.

López Obrador mencionó los esfuerzos que se están haciendo para convencer a la Administración del presidente estadounidense, Joe Biden, para que la invitación se extienda a toda los países.

La lista final parece, sin embargo, no estar confirmada y el miércoles la portavoz de la Casa Blanca, Jen Psaki, indicó que aún no se han enviado las invitaciones, porque «no hay una decisión final».

La Cumbre de las Américas se celebrará en Los Ángeles (California) del 6 al 10 de junio, la primera vez que es organizada por EE.UU. desde la edición de 1994.

Cuba ha denunciado que EE.UU. pretende organizar una cumbre de «Estados selectivos» y ha exigido su derecho a asistir, en la que sería la tercera participación en la cita continental.

Con Raúl Castro al frente, Cuba retornó a ese escenario en la Cumbre de las Américas de Panamá en 2015, meses después del anuncio del restablecimiento de relaciones con el entonces presidente de EE.UU., Barack Obama (2009-2017).

INMIGRACIÓN Y RECUPERACIÓN ECONÓMICA, EJES DE LA CUMBRRE

Uno de los principales objetivos del encuentro regional es la elaboración de una declaración conjunta sobre migración, en un momento en el que el flujo migratorio en el continente americano está en aumento.

La otra gran cuestión es cómo relanzar la recuperación económica, después del grave impacto causado por la pandemia de covid-19.

En este sentido se expresó en las conferencia de este jueves el presidente del Banco Mundial, David Malpass, quien en un discurso grabado advirtió del complejo panorama económico para América Latina y el Caribe por los riesgos derivados de la guerra en Ucrania, las recientes subidas de tipos de interés y la creciente inflación.

Malpass remarcó que el «BM prevé que la región crezca solo un 2,3% en 2022, una tasa que no es suficiente para avanzar en la reducción de la pobreza y el descontento social».

«La desigualdad -subrayó- ha profundizado la desconfianza en los gobiernos».

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