El expresidente Donald Trump habla sobre halterofilia durante una reunión del Instituto de Política Primero Estados Unidos en el Marriott Marquis en Washington, el martes 26 de julio de 2022. (Foto: AP/Andrew Harnik)

Washington. EE.UU.- La creciente rivalidad entre el expresidente Donald Trump y su otrora leal vicepresidente Mike Pence quedó claramente exhibida el martes en sus discursos contrapuestos en Washington sobre el futuro del Partido Republicano.

En su primer regreso a Washington desde que el demócrata Joe Biden lo reemplazó en la Casa Blanca, Trump reiteró sus falsas aseveraciones de fraude electoral, que provocaron el asalto al Capitolio el 6 de enero de 2021, mientras que Pence, en un discurso en otro lugar, pidió al Partido Republicano dar vuelta a la página de la derrota del exmandatario.

Funcionarios electorales a nivel federal y estatal de ambos partidos, y el propio secretario de Justicia de Trump, han dicho que no hay pruebas creíbles de que los comicios de 2020 estuvieron amañados. Las acusaciones de fraude del exmandatario también fueron rechazadas rotundamente por los tribunales, incluso por jueces designados por Trump.

“Fue una catástrofe esa elección”, declaró Trump ante un auditorio de simpatizantes que lo vitorearon durante la Cumbre Agenda Estados Unidos Primero, realizada a kilómetro y medio (una milla) de la Casa Blanca, lugar al que alguna vez llamó su hogar.

Horas antes, en un discurso dirigido a un grupo conservador de estudiantes, Pence dijo que “algunas personas podrían elegir concentrarse en el pasado, pero las elecciones son sobre el futuro”.

Ambos discursos pusieron de relieve las divisiones al interior del Partido Republicano entre la gente leal a Trump que se rehúsa aceptar los resultados de 2020 y quienes consideran que el partido debería concentrarse en el futuro rumbo a las elecciones de fin de año y más allá.

Y esas diferencias se presentan en medio de los esfuerzos de Trump y Pence para preparar el camino hacia sus previsibles postulaciones presidenciales. Trump en particular ha estado insinuando sus intenciones presidenciales y afirmó que “quizá tengamos que hacerlo de nuevo” en su discurso ante un grupo de exfuncionarios de la Casa Blanca y exmiembros del gabinete que han venido elaborando una agenda con vistas a un posible segundo mandato de Trump.

Pence, el alguna vez leal vicepresidente de Trump, esbozó su propia “Agenda de la Libertad” en la que presentó una visión distinta para el partido en una conferencia a poca distancia de la de Trump.

“Creo que los conservadores deben concentrarse en el futuro para recuperar a Estados Unidos. No debemos quitar la vista del camino frente a nosotros porque lo que está en juego es la propia sobrevivencia de nuestro estilo de vida”, dijo Pence en su discurso ante la Fundación Young America’s.

Trump también afirmó que está en juego la sobrevivencia de Estados Unidos. En un discurso concentrado en la seguridad pública, Trump dijo que el país estaba en inminente peligro debido a la creciente delincuencia. Entre sus propuestas, se pronunció por ejecutar a los vendedores de drogas, enviar a las personas sin casa a ciudades de tiendas de campaña en las afueras de las urbes y ampliar el muro en la frontera sur.

En Twitter, Biden refutó la afirmación de Trump de que fue un presidente que priorizó la seguridad pública.

“No creo que incitar a una turba que ataca a un agente policial sea ‘respetar la ley’. Usted no puede ser una persona proinsurrección y propolicía, ni prodemocracia ni proestadounidense”, tuiteó el mandatario.

En sus declaraciones, Trump expresó sus agravios habituales aun cuando algunos asesores le han recomendado que ya los deje atrás.

“Si yo renunciara a mis creencias, si yo aceptara quedarme callado, si me quedara en casa y me la llevara tranquilo, la persecución de Donald Trump cesaría de inmediato”, dijo. “Pero no es lo que haré”.

A pesar de la reputación de Trump de criticar sin piedad a sus rivales, Pence y otros posibles aspirantes a la candidatura republicana se atreven cada vez más a enfrentar al hombre que se mantiene como una fuerza dominante en el Partido Republicano.

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