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Estudiantes a favor de Palestina permanecen en un campamento este martes en el campus de la Universidad de Columbia ubicada en el Alto Manhattan en Nueva York (EE. UU.). EFE/Carla Samón

Nueva York.- Las protestas estudiantiles pro-palestinas que se han extendido por los campus universitarios en Estados Unidos han dejado en evidencia las divisiones dentro del Partido Demócrata en un año electoral en que es clave mostrar unidad ante la fortaleza que presenta su rival republicano.

Una vez más, ha sido el ala izquierda la que le se ha mostrado más cercana a los estudiantes, pero el ‘establishment’ del partido, comenzando por el propio presidente Joe Biden, han enarbolado un discurso de ‘ley y orden’ en el que han resaltado además los contados incidentes de antisemitismo, aunque entre los activistas haya un buen número de activistas judíos antiisraelíes.

Es significativo que las protestas tengan como epicentro Nueva York, una ciudad (y un estado) dominados por los demócratas desde siempre y que al mismo tiempo alberga la mayor comunidad judía del mundo fuera de Israel, además de magnates judíos que se cuentan entre los principales financiadores de las universidades.

La gobernadora del estado, Kathy Hochul, y el alcalde Eric Adams, ambos demócratas del ala derechista y firmes defensores del estado de Israel desde que comenzó la guerra en Gaza (incluyendo viajes de solidaridad al país hebreo), han sido tajantes al tomar distancias con los jóvenes activistas.

El alcalde Adams lleva varios días posicionándose contra ellos, y ayer fue más lejos al afirmar que las protestas eran organizadas por «agitadores externos» a la universidad, «gente que no tienen nada que ver con el asunto y quieren agravar las cosas».

Adams, un expolicía, fue más lejos: «La gente que protesta pacíficamente es una cosa, pero no andan arrojando botellas y sillas», dijo, en alusión a unas imágenes editadas y difundidas por la policía en la que se ve cómo se lanzan algunos objetos a los agentes cuando trataban de desmantelar un campamento en la Universidad de Nueva York.

Una congresista visita el campus

Le contestó a su manera la congresista Ilhan Omar, musulmana, que ayer se personó en el campus de Minnesota (donde se ha replicado la protesta, también con carpas) y, con un megáfono en mano, elogió a sus promotores: «Estoy increíblemente conmovida por vuestra valentía como cuerpo estudiantil, incluyendo vuestros propios cuerpos por delante, para levantaros en solidaridad y hacer que pare el genocidio que tiene lugar ahora en Gaza», les dijo.

Y añadió, entre aplausos de los presentes, que le parecía «profundamente doloroso» observar que, mientras el mundo descubre las fosas comunes en Gaza «nuestros medios de comunicación, políticos electos, nuestro presidente y nuestros líderes gastan su tiempo hablando de estas protestas».

La también congresista Alexandra Ocasio-Cortez no fue a ningún campus pero escribió en su cuenta de X que las manifestaciones de los estudiantes eran no violentas, y responder a ellas con un extraordinario despliegue policial era «una respuesta peligrosa y temeraria, que representa el fracaso del liderazgo».

Uno de los pesos pesados del partido, el líder de la mayoría demócrata en el Senado, Chuck Schumer, también judío, dejó claro cuál es el dilema al que se enfrenta el partido, que como en otros momentos de su historia se ha visto desbordado por actuaciones de desobediencia civil que le han sobrepasado.

«Los campus universitarios -escribió Schumer en un comunicado- deben ser lugares de aprendizaje y debate. Todo americano tiene derecho a protestar, pero cuando esa protesta deriva en antisemitismo, abuso verbal, intimidación o glorificación de los ataques del 7 de octubre contra el pueblo judío, eso cruza una línea roja».

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