Un profesional médico y los empleados de una funeraria transfieren un ataúd a un coche fúnebre desde un remolque que se utiliza como depósito de cadáveres fuera del Centro Médico Wyckoff Heights en Brooklyn, Nueva York, EE. UU., 01 de abril de 2020. EFE / EPA / JUSTIN LANE

Hicieron acopio de comida y fondos para la que, preveían, sería una avalancha de peticiones de ayuda alimentaria, pero lo que organizaciones comunitarias no esperaban era el ruego de ayuda para algo mucho más duro: «Nada nos preparó para los funerales».

Durante los primeros meses de la pandemia del coronavirus los latinos afectados económicamente por la apremiante situación social acudieron a organizaciones para pedir ayuda con comida, pero ahora el pago de las honras fúnebres de sus familiares se ha convertido en la primera prioridad para muchos.

Mayra Cedano, directora ejecutiva de Comunidades Unidas en Utah, explica a Efe que, debido al aumento de los fallecimientos de trabajadores latinos afectados por la COVID-19, familias hispanas les llamaron para poder enterrar o trasladar a su lugar de origen a aquellos que «no tuvieron el privilegio de trabajar desde la casa» y «lo pagaron con sus vidas».

IMPACTO ECONÓMICO

Lo que sucede en Utah se repite de manera similar entre latinos de todo el país. Según una encuesta difundida el pasado 1 de julio por “Consolidated Credit”, los inmigrantes hispanoparlantes en Estados Unidos son quienes más deudas acumularon durante la pandemia y quienes sufrieron «el peor impacto financiero» debido a los despidos generados por la cuarentena por el COVID-19.

Específicamente, dice el reporte, «el 90 % de los hispanos cuyo primer idioma es el español reportaron pérdidas de ingresos relacionadas con la pandemia», en comparación con el 60 % de la población en general. Además, el 17 % de los latinos tiene ahorros para casos de emergencia y más de la mitad (56 %) tiene problemas para pagar sus tarjetas de crédito. Uno de ellos es «Miguel», un residente en el área de Salt Lake City que pidió usar ese nombre y que recientemente contactó a Comunidades Unidas para pedir ayuda para el funeral de su abuelo.

«Mi abuelo se contagió en el lugar de trabajo y falleció», cuenta. «Nos dijeron que se había ido a trabajar con síntomas. Terminó en el hospital y días después lo desconectaron. Los médicos ya no podían hacer nada más por él».

Comenzó entonces lo que describió como «el difícil proceso de hablar con las agencias a cargo», ya que, a pesar de que el contagio fue en el lugar del empleo, la empresa aparentemente no respondió a los pedidos de asistencia financiera.

GASTOS FUNERARIOS

Fue entonces que Miguel llamó a Comunidades Unidas, organización que pudo ayudar a la familia de Miguel, pero dice Cedano, «muchos otros latinos, considerados como trabajadores esenciales en fábricas, frigoríficos y comercios, también fueron a trabajar enfermos o sin protección».

Por eso anticipan más llamados pidiendo ayuda para cubrir gastos funerarios, a la que hay que acompañar con asistencia financiera y alimenticia para la familia del fallecido, quien usualmente era la persona que mantenía económicamente a la familia. Ante esos desafíos, redes de voluntarios se están movilizando en todo el país para ayudar a familias como la de Miguel.

SOBREPASADOS

Pero tanto Cedano reconoce que la urgencia, las necesidades y el número de afectados superan la capacidad de servicio de las organizaciones individuales y requieren un trabajo coordinado entre numerosos grupos para responder a los pedidos. «Necesitamos que el Gobierno implemente un fondo de ayuda económica a nuestros trabajadores y que el Gobierno proteja a nuestros trabajadores. Y también le decimos a nuestra comunidad que no están solos y que no tengan miedo», afirma.

Esas esperanzadoras gestiones resultan cada vez más necesarias en un contexto en el que, según el “Pew Research Center”, ya en mayo pasado cuatro de cada diez (44 %) familias hispanas no tenían dinero suficiente para cubrir la totalidad de sus gastos mensuales, debido a despidos o a reducción de horas de trabajo por el coronavirus.  A lo que hay que sumar que la desproporcionada cantidad de hispanos que dan positivo como queda patente en datos de los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades (CDC), que indican que la tasa de latinos que han dado positivo de coronavirus es 4 veces mayor que la de los blancos no hispanas, con 160,7 por cada 100.000 habitantes, por los 40,1 de los blancos.

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