Vacunas desarrolladas con la tecnología del ARNm podrían ayudar a prevenir las formas más graves de COVID-19 provocadas por las nuevas cepas. Foto: Pexels

Norristown, PA – Hace poco más de un mes se detectó en Reino Unido, Sudáfrica y Brasil, el surgimiento de nuevas cepas o variantes del coronavirus SARS-CoV-2 y, recientemente, dos de origen estadounidense; una de ellas dominante en Columbus, la capital del estado de Ohio. Todas ellas han mostrado tener un mayor grado de contagio respecto al virus original. Y hoy nos preguntamos ¿cómo fue que surgieron estas variantes? Y, ¿las vacunas desarrolladas hasta ahora, para hacer frente al COVID-19, serán eficaces contra las nuevas cepas del coronavirus?

Recordemos que los virus son entes formados únicamente por material genético (ADN o ARN) envuelto en una cápsula de proteína. El ADN es una cadena que tiene la forma de una escalera de caracol, compuesta por millones de peldaños. A diferencia, la estructura del ARN se conforma de sólo la mitad de esta escalera con los peldaños expuestos, como si fuera un gran peine.

En la naturaleza, es muy común y normal que los peldaños del ADN o ARN de los virus “cambien” o sufran mutaciones. De esta forma siempre habrá nuevas cepas o variantes de un mismo virus. Basta una sola alteración en uno sólo de los peldaños para cambiar las características del virus. Por tanto, no existe en la actualidad ningún fármaco o medicamento que sea 100% eficaz; sin embargo, sí existen opciones para ayudar a prevenir las formas graves de las enfermedades producidas por estos entes, y son las vacunas.

Las vacunas desarrolladas por Pfizer/BioNTech y Moderna, actualmente aprobadas por la Administración de Medicamentos y Alimentos de los Estados Unidos (FDA; Food, Drug & Administration) fueron desarrolladas mediante la técnica del ARN mensajero (ARNm). Como su nombre lo dice, la función de este ARN es llevar un mensaje con la receta secreta para elaborar una proteína o anticuerpo específico.

Estas vacunas administran una sección de la cadena del ARNm, suficiente para llevar el mensaje de producir anticuerpos específicos contra el coronavirus, y así estar prevenido para combatir la infección de un virus que aún no adquieres. Es decir, la vacuna hace que el sistema inmunológico de nuestro cuerpo aprenda a reaccionar a la defensiva, produciendo una respuesta inmunitaria previa, incluso antes de ser contagiados con el SARS-CoV-2.

La Dra. Katalin Karikó, quien formó parte del equipo que diseñó la metodología del ARNm, mencionó al respecto: “hemos sacado sangre a los vacunados del coronavirus en los ensayos clínicos y hemos creado réplicas de todas las variantes del coronavirus que hay por el mundo. La sangre de estos pacientes, que contiene anticuerpos ha sido capaz de neutralizar 20 variantes mutadas del virus”. Por tanto, las vacunas de Pfizer/BioNTech y Moderna, deberían ayudar a prevenir las formas más graves de la enfermedad provocada por las nuevas cepas recién surgidas.

En tanto que se continúa con las investigaciones para determinar si las nuevas variantes del virus están generando algún cambio en la gravedad de los síntomas o la eficacia de las vacunas, es imprescindible continuar con las medidas sugeridas por las autoridades para prevenir el contagio por SARS-CoV-2.

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