autoinmunes
La imagen provista por Institutos Nacionales de Salud de Estados Unidos muestra los cromosomas X e Y. Las mujeres tienen una probabilidad mucho mayor que los hombres de contraer un mal autoinmune como el lupus o la artritis reumatoidea, cuando el sistema inmunitario ataca sus propios tejidos. Nuevas investigaciones parecen contener la solución a un enigma que desconcierta a los científicos. (Foto: AP/Jonathan Bailey/NIH)

Las mujeres tienen mayores probabilidades que los hombres de contraer enfermedades autoinmunes —cuando el sistema inmunitario ataca el propio organismo—, y una nueva investigación podría explicar el motivo.

Se trata de cómo el organismo maneja el cromosoma X adicional de las mujeres, informaron investigadores de la Universidad de Stanford el jueves. Este descubrimiento podría conducir a mejores formas de detectar una larga lista de enfermedades difíciles de diagnosticar y tratar.

“Esto transforma la manera como concebimos el proceso de autoinmunidad, en particular la incidencia masculina-femenina”, dijo el inmunólogo E. John Wherry de la Universidad de Pensilvania, que no participó del estudio.

Más de 24 millones de personas en Estados Unidos, algunos cálculos sostienen que son cerca de 50 millones, padecen algún trastorno autoinmune como lupus, artritis reumatoidea, esclerosis múltiple o muchos otros. Cuatro de cada cinco de estos enfermos son mujeres, un enigma que desconcierta a los científicos desde hace décadas.

Una hipótesis es que el culpable es el cromosoma X. Las mujeres tienen dos cromosomas X, mientras que los hombres tienen un X y un Y.

La nueva investigación, publicada en la revista especializada Cell, revela que el X adicional tiene que ver en esto, pero de una manera inesperada.

El ADN está contenido en cada célula en 23 pares de cromosomas, incluido el último par que determina el sexo biológico. El cromosoma X contiene cientos de genes, muchos más que el masculino Y, que es mucho más pequeño. Cada célula femenina debe apagar una de sus copias del X para evitar tener una doble dosis tóxica de todos esos genes.

El que realiza la llamada inactivación del cromosoma X es un tipo especial de ARN llamado Xist. Este largo tramo de ARN se estaciona en el cromosoma X adicional, atrae proteínas que se enlazan con él en aglomeraciones extrañas y apaga el cromosoma.

El dermatólogo Howard Chang exploraba la manera como Xist cumple su tarea cuando su laboratorio identificó casi 100 de esas proteínas adheridas. Chang reconoció a muchas que están relacionadas con trastornos autoinmunes de la piel: los enfermos pueden tener “autoanticuerpos” que atacan por error esas proteínas normales.

“Eso nos dio qué pensar: estas son las conocidas. ¿Qué pasa con las otras proteínas en Xist?”, dijo Chang. Tal vez esta molécula, que solo existe en las mujeres, “podría organizar las proteínas de manera tal que activaría el sistema inmunitario”.

De ser cierto, el Xist por sí solo no podría causar la enfermedad autoinmune, porque en ese caspo afectaría a todas las mujeres. Los científicos piensan desde hace tiempo que se requiere una combinación de susceptibilidad genética y un disparador ambiental, tales como una infección o lesión, para que el sistema inmunitario se vuelva loco. Por ejemplo, el sistema Epstein-Barr está vinculado con la esclerosis múltiple.

El equipo de Chang decidió modificar ratones de laboratorio machos para que fabriquen artificialmente el Xist –sin apagar su único cromosoma X—y ver qué sucedía.

Los investigadores también criaron ratones susceptibles a un trastorno similar al lupus que puede ser detonado por una sustancia química.

Los ratones que produjeron Xist formaron las aglomeraciones proteicas típicas y, al detonarlas, generaron la autoinmunidad tipo lupus a niveles similares a las hembras, se concluyó.

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