Los hispanos son una de las poblaciones más golpeada por el coronavirus, según los CDC en una proporción 4 a 1 con la población blanca, entre otras razones porque muchos se recluyen en sus casas cuando son contagiados ante el temor por su situación migratoria. EFE/Thais Llorca/Archivo

Phoenix (AZ), (EFE ).- Los hispanos son una de las poblaciones más golpeada por el coronavirus, según los CDC en una proporción 4 a 1 con la población blanca, entre otras razones porque muchos se recluyen en sus casas cuando son contagiados ante el temor por su situación migratoria o los gastos hospitalarios.
Según algunas investigaciones, los factores pueden ser también culturales, la mayor exposición al virus por tener trabajos esenciales y al mismo tiempo barreras para acceder a las pruebas de diagnóstico y a cobertura sanitaria.
«Les da miedo ir al hospital por los cobros o por ser inmigrantes, prefieren aguantarse en sus casas, pero aquí ya se enfermó la mamá, la abuela, el tío, el primo; la cosa está fea en Maryvale», dijo a Efe Rosa Pastrana, líder comunitaria en ese empobrecido barrio de Phoenix, en Arizona.
Este estado cruzó el lunes la barrera de los 100.000 casos confirmados de coronavirus, más de 1.800 de ellos letales, y se colocó así en lo alto de la tabla de estados del país con más casos per cápita en las últimas dos semanas.
Pastrana señala que miles de inmigrantes se ven orillados a enfrentar la enfermedad en sus hogares y con remedios caseros, como se ve en Maryvale, suburbio de mayoría latina y donde «casi nadie tiene papeles».
«Algunos mandan traer medicina de México y se auto recetan, otros toman vitamina C y té de limón», comentó. «Los hombres son lo que menos quieren atenderse, siguen trabajando enfermos porque tienen que mantener a la familia», agregó.
A finales de junio la organización Equality Health se unió a Phoenix para ofrecer pruebas gratuitas de coronavirus en el vecindario de Maryvale, y se reportaron filas hasta de 13 horas para acceder a los test, que se agotaron rápidamente.
Cristina Coronel, un inmigrante mexicana que vivió en carne propia el temor de perder la respiración por el coronavirus, relató a Efe su experiencia al asistir a una sala de urgencias.
«Llegué al hospital casi sin poder respirar, duré tres horas sentada en una silla, pero nunca me atendieron, pasaron a dos personas americanas, una mayor y otra embarazada antes que a mí, y solo me dieron un papel con indicaciones para llevar en casa», indicó.
Según los Centros Para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC), de 640.000 infecciones detectadas en casi 1.000 condados las personas afroamericanas y latinas tienen casi el doble de probabilidades de morir por el virus que las personas blancas.
«Para un inmigrante siempre ha sido temor ir a Emergencias, saben que si entran habrá un costo, además conozco historias donde ya los está esperando inmigración afuera, es un caso de dar miedo», afirmó a Efe Petra Falcón, directora del grupo Promesa Arizona.
Recordó que los hispanos son los más afectados al carecer de seguro médico y no recibir ayudas del Gobierno, al mismo tiempo que tienen la necesidad de seguir trabajando para sacar a sus familias adelante.
«No les quieren dar dinero de asistencia de emergencia porque no tienen documentos, no han recibido nada, y hay mucha necesidad», dijo.
La guatemalteca Luisa contrajo el virus y después de diez de días de presentar fiebre altas decidió ir al hospital, donde le colocaron un suero y la mandaron de regreso a casa.
«Prácticamente no me hicieron nada, sigo con fiebre y tratando de salir adelante del coronavirus desde mi casa», comentó.
Coronel relató que dejó las instrucciones que le dieron en el hospital guardadas en un cajón y decidió inyectarse un desinflamante, nebulizarse de manera continua y tomar medicamentos que le recomendaron vecinos que sobrellevaron el coronavirus desde sus casas.
«Decidí no hacerle caso al papel, la verdad no me quería morir en casa, así que compré un nebulizador, me inyecte, tomé mucho suero, te de limón, cúrcuma y ajo, y ya voy saliendo de la enfermedad», comentó esta madre de tres hijos, dos de ellos ya contagiados por el virus.
Estados Unidos alcanzó este lunes la cifra de 2.931.142 casos confirmados de COVID-19 y la de 130.248 fallecidos, de acuerdo con el recuento independiente de la Universidad Johns Hopkins.
La cifra de casos diarios volvió a superar los 50.000 arrastrada por los brotes en estados del sur y del oeste como Florida, Texas, California, Arizona y Georgia tras un fin de semana en el que se reportaron menos contagios.

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