Niños de la “Lizt Alfonso Dance Cuba”. (Foto: Facebook de la compañía)

En una barriada de la Habana Vieja se encuentra una de la compañías y escuelas de danzas más reconocidas de Cuba: la “Lizt Alfonso Dance Cuba”, dirigida por la maestra y directora Lizt Alfonso. El sueño de esta gran mujer era crear dentro de su inicial compañía de danza, fundada en 1991, una escuela de danza para niños y niñas con bajos recursos y sin manera de emplear bien su tiempo libre.

La compañía “Lizt Alfonso Dance Cuba”fue fundada en el año 1991, cuando Cuba atravesaba una de las etapas más duras de su historia, llamada el “Período especial”, y que se caracterizó por la gran escasez de todo lo elemental y necesario para vivir. Un año después se creó la escuela de danza, con la intención de recoger e incentivar a todos los niños y niñas que, una vez terminadas sus clases escolares, quedaban “varados” en las calles mientras sus padres volvían del trabajo. Así se inicia la aventura de la escuela, con unas sesenta niñas y sus familiares, estrechando cada vez más sus lazos con la compañía en los últimos treinta años.

Lizt Alfonso afirma que a danza enseña a los niños a tener objetivos en la vida. (Foto: radionacional.co)

A través del tiempo, la escuela se transformó en círculos de interés para los pequeños de seis años y talleres vocacionales para aquellos entre siete y catorce, que tienen la danza como hobby; el ballet infantil, el juvenil y la carrera profesional para los que quieran convertirse en profesionales de la danza. Para la maestra Alfonso, todo el trabajo realizado ha sido una obra de infinito amor, en la que ha logrado sembrar muchos valores y extraer muchos beneficios. Entre ellos, los más pequeños han desarrollado, mediante la danza, el gusto por la música y las artes plásticas; han aprendido a adquirir disciplina, a ponerse objetivos de vida, a trabajar con constancia tanto solos como en equipo compartiendo retos y motivaciones, todos aspectos positivos para la vida misma.

Cada familia es tributaria de esos beneficios que reciben y, por consecuencia, el vecindario, la ciudad, la sociedad. Después de casi treinta años de experiencia, la mayoría de esos niños son hoy jóvenes estudiosos, dedicados, emprendedores e inspiradores, tanto en Cuba como en los distintos países del mundo en donde viven. Lizt afirma que “un mundo mejor es posible y que el amor es una fuerza invencible; y sabemos que viene de la mano de Él que todo lo puede, nos sostiene y nos amplifica para poder realizar la obra maestra”.

Niños y adolescentes entre seis y dieciséis años se toman el Teatro Martí para derrochar arte. (Foto: Thays Roque)

La escuela y sus maestros, que son los mismos bailarines egresados, forman un cuerpo con una metodología que une la enseñanza de la danza fusión en la que ellos mismos han sido educados, pero a la vez, mantiene un margen de libertad para que cada uno de ellos pueda aportar su talento individual en la obra coreográfica que realiza con su grupo. Esto da riqueza, diversidad y continuidad a la obra macro de la compañía.

Lizt se considera una mujer de fe, e intenta mantenerse firme y mirar cómo se ilumina el camino paso tras paso; aunque siente que es difícil lograrlo viviendo entre incomprensiones y carencias. Por otro lado, piensa que esa misión transformadora del arte le da la posibilidad de enseñar y educar a cada grupo, a cada generación de estudiantes y después profesionales. Para ella existe otra realidad y está en nuestras manos la capacidad de llevarla a la práctica, como lo hacen en la compañía.

Un aula de la escuela de danzas en La Habana. (Foto: archivo-agr.blogspot.com)

Lizt fue nombrada por la UNICEF en 2011 Embajadora de Buena Voluntad, por la labor social que realiza a través de su escuela de danza y su constante dedicación a educar a los niños en valores artísticos y humanos. Cuenta que en sus treinta años de carrera ha visto muchas cosas dolorosas; maltrato, alcoholismo en la familia, pérdida de uno o ambos padres, pero por suerte, dice, son minoritarias. En todos los casos, los niños y niñas han logrado convertirse en hombres y mujeres de bien.

Se siente orgullosa cuando se entera del éxito de sus exalumnos, convertidos en profesionales o con un oficio, amantes de las artes y con familias centradas y con amor. Siente que respira con regocijo su alma. Lizt cuenta que el nombramiento de la UNICEF “fue un reconocimiento a esos años de dedicación, no solo mía, sino de todo el equipo que me acompaña en apoyar a esos miles de niños que han pasado por la institución, hasta verlos hacer realidad sus sueños”.

También para los padres y familias, la escuela desarrolla muchas actividades programadas, como visitas guiadas a la escuela; conversatorios donde los maestros y asistentes cuentan cómo han llegado a ser los artistas que son hoy, y las clases demostrativas, en las que las familias van al salón a ver con sus propios ojos el trabajo que realizan los pequeños, así como las presentaciones que realizan varias veces al año en los principales teatros de la ciudad.

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