Ruinas de la discoteca "Four Roses" de Aravaca, que sirve de refugio a medio centenar de inmigrantes, donde murió una ciudadana dominicana de 33 años, tras ser tiroteada por cuatro individuos encapuchados que irrumpieron en el lugar. (Foto: EFE/Angel Díaz)

La xenofobia marcó la vida de Kenia Carvajal, cuando recibió la noticia de la muerte de su madre, Lucrecia Pérez, asesinada el 13 de noviembre de 1992, 30 años después, pide «denunciar cada caso de racismo».

En Madrid, la localidad dominicana de Vicente Noble homenajeó a Lucrecia Pérez con una misa, discursos sobre su vida y legado.

Fotos de ella junto a velas, flores y mensajes como «Lucrecia, tú vives para siempre en nuestros corazones», «Tu legado marcó la diferencia entre la comunidad emigrante» o «Todos (as) somos Lucrecia» también marcaron los actos organizados por el Comité de Lucha por el Pueblo en esta ciudad de la provincia de Barahona, en el suroeste de República Dominicana, donde una calle lleva su nombre.

En los mensajes se hizo hincapié en cómo cambió la situación de los inmigrantes tras el crimen: «Queremos que esté en la memoria de este pueblo, que esté en la memoria del país y del mundo porque esa muerte no puede ni debe ser una muerte en vano», afirmaron representantes del Comité.

Lucrecia fue asesinada en un tiroteo dirigido por el agente de seguridad Luis Merino Pérez y tres menores de edad en una discoteca abandonada donde se refugiaban migrantes sin hogar; un crimen que consternó a la opinión pública española.

Lucrecia llevaba apenas tres meses en España cuando fue asesinada. La muerte de Lucrecia, por la que los culpables recibieron una condena de 126 años en conjunto, se considera el primer asesinato xenófobo en España.

«Mi mamá vino buscando una mejora económica, un buen trabajo para que su familia viviera bien, su sueño era hacerme una casa, que yo estudiara y al final su sueño no se hizo realidad», lamenta Kenia.

Kenia, que trabaja en una asociación contra el racismo y la xenofobia, cree que el asesinato de su madre significó «un antes y un después» en la sociedad española pero aun así considera que «aún hay racismo».

Un racismo que no se denuncia, según critica, ya que «solamente el 10 por ciento» de las agresiones son puestas en conocimiento de la autoridad.

Su madre fue víctima de ese racismo que aún pervive en todas las sociedades, pero su muerte «no quedó en el olvido», su memoria «sigue viva».

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