Un hombre corre tras sacar cosas de una tienda en llamas luego de un ataque ruso en Járkiv, Ucrania, el 25 de marzo de 2022. (Foto: AP/Felipe Dana)

La invasión rusa de Ucrania hace un año dejó muerte, destrucción y miseria en el país, y despertó el temor a una nueva Guerra Fría.

El ataque del 24 de febrero llevó a más de ocho millones de ucranianos a huir de su país en el mayor éxodo de refugiados visto en Europa desde la Segunda Guerra Mundial.

La maquinaria de guerra de Moscú ha bombardeado infraestructura civil. Los Misiles, los cohetes y la artillería han alcanzado de forma indiscriminada viviendas, hospitales y otros edificios públicos y causaron miles de muertos y heridos.

Ucranianos esperan debajo de un puente destruido mientras tratan de escapar cruzando el río Irpin, a las afueras de Kiev, Ucrania, el 5 de marzo de 2022. (Foto: AP/Emilio Morenatti)

En algunas zonas, las ruinas de los edificios de apartamentos y los puentes derruidos marcan un nuevo paisaje ucraniano devastado por la guerra. Los cuerpos yacen en calles, jardines y casas. Los autos y vehículos blindados consumidos por el fuego salpican las carreteras.

Equipos emergencias ucranianos y agentes de policía evacuan a Iryna Kalinina, una mujer embarazada herida de 32 años, de una maternidad dañada por un ataque aéreo ruso, en Mariúpol, Ucrania, el 9 de marzo de 2022. «¡Mátenme ahora!», gritaba mientras luchaba por su vida en otro hospital más próximo aún al frente. Su bebé nació muerto y, media hora más tarde, Iryna murió también. (Foto: AP/Evgeniy Maloletka)

En Bucha, al noroeste de Kyiv, donde cientos de civiles fueron hallados muertos tras la retirada de las tropas rusas de la ciudad el pasado marzo, las autoridades ucranianas denuncian atrocidades. Algunos cuerpos tenían las manos atadas y se han encontrado fosas comunes.

Ira Gavriluk agarra a su gato en brazos junto a los cadáveres de su esposo y su hermano, que fueron asesinados en Bucha, a las afueras de Kiev, Ucrania, el 4 de abril de 2022. (Foto: AP/Rodrigo Abd)

En Mariúpol, los ataques a hospitales, escuelas, zonas residenciales y otras estructuras civiles y sitios protegidos por la ley humanitaria internacional se convirtieron en lo habitual.

Los ucranianos suelen pasar horas confinados en refugios antibombas improvisados. Muchos necesitan comida y otras ayudas.

Residentes preparan té en un sótano utilizado como refugio antibombas en Irpin, a las afueras de Kiev, Ucrania, el 13 de marzo de 2022. (Foto: AP/Felipe Dana)

Los ataques rusos contra infraestructura energética durante el invierno dejó a muchos sin calefacción y agua corriente.

En los funerales por soldados, civiles y niños, la presencia de la bandera amarilla y azul de Ucrania es habitual.

Familiares y amigos despiden a Liza, de 4 años, que murió en un ataque ruso, durante su velatorio en una iglesia ortodoxa en Vinnytsia, Ucrania, el 17 de julio de 2022. Con una cazadora tejana con flores, Liza fue una de las 23 víctimas, incluyendo dos niños de 7 y 8 años, de un ataque con un misil tres días antes en Vinnytsia. Su madre, Iryna Dmytrieva, estaba entre las decenas de heridos. (Foto: AP/Efrem Lukatsky)

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