Estado en que quedó el centro de Logroño tras los disturbios. (Foto: EFE)

Logroño (España). – «No todos los jóvenes somos iguales», dice a EFE Pablo Alcalde, un adolescente español de 16 años, que dio una lección de civismo junto a una veintena de chicos y chicas como él, que se organizaron para limpiar los destrozos ocasionados durante la pasada noche por un grupo de violentos en la ciudad española de Logroño (norte).

La reacción de Pablo, hijo de una barrendera, y sus amigos, se viralizó en las redes sociales, a través de las que el grupo de adolescentes había contactado para recolocar el mobiliario urbano dañado por los disturbios, ocasionados por unos 150 radicales.

Logroño es una de las ciudades españolas que más sufrió el pasado fin de semana de las protestas violentas por las restricciones para frenar los contagios de coronavirus, cada vez más elevados en España; protestas que se han replicado por todo el país, y que dejaron decenas de detenidos y varios policías heridos.

Tras ver lo que estaba sucediendo, Pablo empezó a movilizar a su grupo de amigos a través de las redes sociales para intentar organizarse y dar un ejemplo a la ciudadanía.

El joven se fue a casa cuando empezaron los altercados «porque daba miedo» y se encuentra muy sorprendido por la respuesta que tuvo después su iniciativa.

Pablo explicó que en la zona donde se dieron los disturbios había cascotes de botellas, cristales, piedras, cargas de petardos y bengalas empleadas por los radicales, así como tapas de alcantarillas desplazadas de su lugar.

«Hay jóvenes que tenemos conciencia de lo que está ocurriendo y lo sucedido no fue una manifestación, sino un acto vandálico», señaló Pablo.

Hasta el presidente del Gobierno español, el socialista Pedro Sánchez, reconoció el gesto de Pablo y de sus amigos. «La juventud de nuestro país es esto: generosidad, responsabilidad, compromiso. Valores que nos engrandecen como sociedad», escribió Sánchez en su cuenta de Twitter.

Las protestas comenzaron el 30 de octubre, coincidiendo con la entrada en vigor, en la mayoría de las regiones españolas, de las limitaciones destinadas a evitar los desplazamientos y las reuniones sociales con motivo del festivo de Todos los Santos, que afectan al 87 % de la población, y continuaron extendiéndose a más localidades.

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