Entrada al Museo “La Casa Azul”, ubicada en Coyoacán, México.

Buenos Aires, Argentina – “Pies para qué los quiero si tengo alas para volar” Dicen que dijo Frida Kahlo cuando le anunciaron que debían amputarle una de sus piernas; mientras, observaba su paleta repleta de colores que en poco rato se convertirían en imágenes que trascenderían más allá del cuarto íntimo y placentero, donde atesoraba su historia plagada de arte y de virtuosismo. Su imaginación, que volaba por rincones inexplorados, no necesitaba de planos ni de bosquejos, era solamente imaginación elevada a una potencia sublime que se codeaba siempre con lo mejor.

Nada fue fácil para esta mujer de carácter fuerte y fino humor, que supo sobrellevar una vida de cambios permanentes e intensos, que trastocaron indudablemente el rumbo de su vida, todo dentro de un México fragmentado por la desigualdad y la heterogeneidad.

Las desgracias bien podrían decirse que empezaron cuando a los 6 años se contagió de poliomielitis, en medio de una pandemia que asolaba al mundo, y seguiría unos años después, cuando un tranvía conducido por un motorman distraído, impactó contra el vehículo en el que viajaba, destrozándolo por completo al igual que a su cuerpo frágil de apenas 18 años.

El destino, que sabe de segundas oportunidades, la castigó por ese lado, pero fue gracias a esa circunstancia que nació una pintora magistral, porque fue precisamente desde su cama convaleciente, sin poder sentarse y con la vista fija en el techo que, con un caballete hecho para la ocasión, empezó a trazar las primeras líneas excelsas e inconfundibles.

Fotografía de la obra de Frida Khalo “Autorretrato con collar de espinas y colibrí” (1940), cedida por el Banco de México.

A los 15 años había ingresado a la Escuela Nacional Preparatoria, donde solamente había 35 mujeres entre 2000 alumnos y eso hizo destacar su rebeldía, uniéndose a un grupo de jóvenes intelectuales que combatían la autoridad y propulsaban reformas. En medio de ese “entretenimiento político” es que conoció al pintor Diego Rivera, 22 años mayor, y con un cuerpo dos veces más grande que el de ella. La paradoja es que para acercarse a él –de quien estaba perdidamente enamorada– le llevó un cuadro que había pintado para un exnovio, y que éste le había devuelto tras su separación. “Tienes talento, sigue pintando” le dijo Rivera provocando que sus ojos se iluminaran de una forma como nunca había pasado.

El romance fue inmediato y si bien los padres de Frida renegaban de esa relación, se casaron al poco tiempo. También precipitadamente empezaron los problemas entre ambos. Los tres embarazos perdidos, las mudanzas a San Francisco, Detroit y Nueva York, y las infidelidades de parte de ambos que no por sospechadas y conocidas dejaban de provocar dolor. Los divorcios, las reconciliaciones, otras infidelidades, incluso la de Rivera con la mismísima hermana de Frida, desencadenaron en una de las frases más célebres de la célebre pintora: “Han ocurrido otros accidentes en mi vida. Uno es el del tranvía; y el otro es Diego. Diego fue el peor de todos”.

En esos días, André Breton, el padre del surrealismo ponderó su trabajo enmarcándola dentro de su estilo. “Pinto mi propia realidad, nunca supe que era surrealista hasta que él me lo dijo” aclaró, para agregar “Yo no pinto sueños, pinto realidades” y resultaba cierto, porque volcaba en el lienzo calaveras, símbolos religiosos, presagios, la tragedia de la vida misma a todo color. La vida le dolía y a ella le brotaban pinturas.

La salud de Frida no mejoró nunca, al contrario. Por esas paradojas de la vida (o de la muerte) falleció un martes 13 de julio de hace 67 años, a pocos días de haber cumplido los 47 años. En la última línea de su diario había escrito antes de morir “Espero alegre la salida y espero no volver jamás”. Dijo Diego Rivera “Tuve la suerte de amar a la mujer más maravillosa que he conocido. Ella fue la poesía y el genio mismo. Desgraciadamente no supe amarla a ella sola. Frida fue la víctima más obvia de esta desagradable característica de mi personalidad”.

La familia Kahlo vivía en una casa de la calle Londres del barrio Coyoacán en la ciudad de México. Hoy esa vivienda es conocida como “La Casa azul”, y fue convertida en museo después de la muerte de la auto retratista.

Magdalena Carmen Frida Kahlo Calderón, conocida mundialmente como Frida Kahlo, fue una pintora mexicana reconocida como un ícono pop de la cultura de México. Su obra gira temáticamente en torno a su biografía y a su propio sufrimiento.

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