Desigualdad, inequidad, e injusticia, son algunas de las palabras que comúnmente se escuchan en las noticias. En la mayoría de los casos, estas se utilizan para describir el estado de las comunidades minoritarias en Estados Unidos. Se escucha y se experimenta, pero ¿cuáles son los efectos de estas desigualdades en las comunidades? ¿Cuáles son los factores que han contribuido a la situación actual? ¿Es mera coincidencia que las comunidades de mayoría hispana sufra desmedidamente en un sinnúmero de categorías?

Para poder entender un poco del estado actual y la desproporción que existe en los Estados Unidos en cuanto a comunidades minoritarias, hay que contextualizarlo históricamente. Se sabe de la lucha incansables de las comunidades que han sido oprimidas en este país desde sus comienzos. Unas de las áreas donde se ven las consecuencias de esta historia es en las condiciones físicas de los vecindarios minoritarios, y como las condiciones afectan al medioambiente y a la salud. 

Índice de hospitalizaciones por asma en filadelfia por código postal. Fuente: Reporte de Salud de Filadelfia 2019.

Algunas de las causas de estas condiciones se originaron hace casi cien años. En la década de los 30’s existía la práctica del “redlining,” para marcar áreas de mayoría negra o mixta en el mapa y negarle servicios económicos basados en esto como hipotecas o seguros. Esto, a su vez, evitaba que estas comunidades tuvieran acceso a productos económicos necesarios para su desarrollo y el mantenimiento de sus comunidades. Los efectos de esta desinversión y discriminación sistemática en contra de las comunidades minoritarias tienen un efecto latente en la actualidad, no solo en la economía, sino también en la salud y el bienestar de las minorías. Un resultado directo de “redlining” es que estas comunidades todavía sufren con mayor concentración de contaminación y con menor cobertura de árboles. Se ha venido documentando que donde hay más contaminación y menos árboles, las temperaturas suben durante el verano a niveles más altos que en otras comunidades. El calor, combinado con la calidad baja del aire, resulta en tasas más altas de enfermedades crónicas como el asma, la hipertensión, y la obesidad.

Residentes que están limitados en poder salir de sus casas no pueden hacer ejercicio ni disfrutar los espacios al aire libre, como parques y jardines. Eso afecta tanto a la salud mental, como la salud física, además de que disminuye las conexiones sociales entre vecinos.   

El Reporte de Salud de Filadelfia del 2019 muestra varios mapas que ilustran la relación entre comunidades históricamente discriminadas y una desventaja amplia en la salud. El reporte muestra, por ejemplo, que las áreas de mayor índice de hospitalizaciones por asma también son las de menor expectativa de vida, y las de mayor pobreza.

Todas estas son consecuencias de un sistema que poco a poco fue creando la tormenta perfecta para beneficiar a un grupo por encima del otro. Entender esto es muy importante ya que, para resolver un problema, se tiene que identificar su raíz. Hoy en día, muchas instituciones trabajan con estas comunidades no solo para crear igualdad, sino equidad. Cuando hablamos de equidad no nos referimos a proveer la misma cantidad de recursos a las comunidades afectadas sino proveer los recursos necesarios para crear un balance y deshacer las injusticias del ayer. El trabajo de muchas organizaciones es de atraer esos recursos a nuestras comunidades para restaurar y, de ser posible, revertir los daños causados. Mientras que esto sucede, es importante educarse, envolverse, y formar parte de los que activamente buscan hacer justicia, y justica ambiental. Además, es importante votar, llenar el censo, y buscar la manera de influenciar positivamente a la comunidad en donde se vive, y un buen inicio es sembrar un árbol.

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