Gladys recibe flores y un reconocimiento por su tiempo de servicio. (Foto: Cortesía)

En 1966, Gladys Rivera, originaria de Jayuya, Puerto Rico, inició un notable camino cuando llegó a Filadelfia a los 16 años. Con pasión por el inglés y la peluquería, enfrentó el desafío de perseguir sus sueños sin un diploma de secundaria, pero después obtuvo su GED en la Universidad Temple y, más tarde se certificó en cosmetología en la Escuela de Belleza Harlow.

La puertorriqueña se casó a temprana edad y aspiraba a establecer su propio salón de belleza. A lo largo de los años, perfeccionó sus habilidades de peinado y navegó por los complejos requisitos de la ciudad. Hace 51 años, abrió su salón transformando peinados y brindando un refugio para la comunidad.

Más allá de la peluquería, se convirtió en una consejera de confianza para sus clientes, ofreciendo orientación sobre historias personales, moda e incluso recursos comunitarios. Su salón también sirvió como centro de asistencia comunitaria, reflejando su compromiso de toda la vida de compartir conocimientos adquiridos mediante la experiencia y la educación.

Este fue el negocio de Gladys Rivera por más de 50 años. (Foto: Cortesía)
 

«Decidí vender mi negocio y comenzar un nuevo capítulo. Aunque aún amo mi profesión, ya no quiero lidiar con las cargas administrativas que conlleva», comparte Gladys. «Es hora de dar un paso atrás en la gestión de impuestos, personal y servicios públicos, y concentrarme en lo que más amo: la peluquería.»

Ella expresa su profundo agradecimiento a Esperanza, en particular a Phil y Darlenys, por su apoyo a lo largo de su trayectoria. Su orientación y oportunidades ayudaron a su negocio en la comunidad.

Al ofrecer consejos a futuros propietarios y empleados de salones de belleza, Gladys destaca la importancia de superar las expectativas del cliente, el aprendizaje continuo y garantizar la satisfacción, tanto del estilista como del cliente. «Cuando amas lo que haces y tu cliente está feliz, es un triunfo para ambos», afirma.

Mientras Gladys Rivera emprende una nueva fase, su legado dejará una marca indeleble en aquellos a quienes apoyó durante las pasadas cinco décadas.

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