Edival Cruz se retiró hace unos meses de su trabajo de limpieza y mantenimiento en Esperanza. A sus 62 años disfruta ahora de visitas a su familia en Puerto Rico, Florida, Nueva York y Filadelfia.
Edival nació en el pueblo puertorriqueño de Maricao en la zona occidental de la cordillera central de la isla. Un pueblo que en el siglo 19 tuvo un auge cafetalero que acabó a principios del siguiente siglo. Según el censo de 2020, el municipio tenía 4,755 habitantes, siendo el segundo en menor densidad demográfica.
“Donde yo nací es un pueblo pequeñito, lo que tiene es una entrada y una salida. Se vive del café, pero ahora los cultivos son guineos y plátanos y la mayoría de los que ahora cultivan son de Rep. Dominicana. El cultivo que más se daba antes era la caña, y le siguió el café, pero ya hay pocos lugares donde se ve”. Recuerda el homenajeado de Impacto.
Cuando le pregunte ¿cuántos hermanos y hermanas tiene?, rio con espontaneidad antes de contestar, “somos 21 hermanos, del mismo papá, pero de diferente mamá. De mi papá creo que fueron cinco y de mi mamá somos diecisiete”.
El cabal trabajador, cuenta que cuando nació, ya los hermanos mayores estaban casados, y que después de él nacieron cinco más. Agrega que es gemelo y su hermano se llama Luis Saúl. “En mi familia hay un par de parejas de gemelos. Mi hermana tiene una gemela y tengo primas gemelas Ahora mismo el hijo de mi hermano gemelo tuvo gemelos. Somos unos cuantos en la familia”.
A los 16 años se vino a Filadelfia con su hermano Luis Saul y tiene como 46 años ya viviendo en esta ciudad. Su hermana, Dominga, ya vivía acá y desde Puerto Rico los consideraba como sus hijos.
Cuenta que su hermano mayor era como su padre. “Aunque era analfabeta es músico, albañil, carpintero, barbero y él hace de todo. En el barrio lo respeta como una persona bien tranquila”.
Todos se llevan bien y tiene una familia unida. Cuando se reúnen en Filadelfia juegan dominó, platican y cocinan, “Nos llevamos bien como hermanos y no somos gente de pelea, ni discusión. Todos nos apreciamos”, afirma.
AÑOS DE TRABAJO
Su hermana los mandó a la escuela, “ pero la escuela no estaba en nosotros así que mi cuñado nos consiguió trabajo en un restaurante y de ahí pa’lante hemos seguido trabajando hasta el día de hoy”.
Su hermano gemelo lleva casi 30 años trabajando en Esperanza y ya también está por retirarse.
Edival trabajó de ocho a nueve años por las tardes en la escuela intermedia en mantenimiento y después comenzó a trabajar de día en las calles como barrendero sosteniendo sus dos turnos con dedicación y empeño. “
La avenida que yo barría era Wyoming Av. completa. Hace dos años pusieron a alguien a ayudarme y él hacía la mitad”.
Solía dividir su trabajo haciendo cuatro días de la calle A hasta el Bulevar Roosevelt, tres días y de la A hasta la G, cuatro días. En el verano empezaba a barrer desde las cinco de la mañana y terminaba a la una y media o dos de la tarde. “Después me iba para mi casa, me bañaba, comía, descansaba un ratito y después otra vez para la escuela hasta las diez y media de la noche”.
Entre sus actividades de la tarde, estaba barrer los salones, recoger la basura, pasar la aspiradora y limpiar cristales.
Tiene bonitos recuerdos de esos años precisando que “todos los compañeros son gente bien buena y compartíamos todos juntos como una familia”.
Ahora vive solo, en un bloque calladito y tranquilo donde tiene muchas amistades que se llevan como familia también. De su primera esposa tiene dos hijos y una hija ya todos casados y tiene nueve nietos. Con su segunda esposa, de cuatro años de matrimonio, no tuvo hijos.
RECONOCIDO POR SU NOBLE LABOR
El periódico Juniata News le dedicó una página a Edival por su trabajo de limpieza en el vecindario de Feltonville en su edición del 29 de noviembre de 2016, en el cual cuenta cómo Esperanza comenzó un programa de limpieza para la avenida Wyoming en febrero de ese año. El reportero describe también cómo este destacado barrendero recogía cientos de envolturas de dulce que tiraban los niños camino a las tres escuelas de la zona, pañales sucios, latas vacías de soda, cerveza, botellas de jugo, entre otros desperdicios.
Edival cuenta que las recogía individualmente o en pilas, y que en especial los lunes y los días feriados había más basura que recoger, por lo que trabajaba más duro y con mayor resolución para dejar las calles limpias.
Ahora que se retiró, muchos extrañan a este barrendero diligente en su labor, su cortesía y su conducta impecable; y deja un vacío entre sus compañeros, que le aprecian y respetan.
En los años en que trabajó, siempre trató a todos con respeto e incluso ayudando lo más que podía a los indigentes y usuarios de droga de Kensington; esto como resultado de su ética de trabajo.
“Los padres de nosotros nos enseñaron a trabajar en la casa, limpiando solares, sembrando y nos enseñaron una conducta buena que no estuviéramos en la calle perdidos y nos dieron un buen ejemplo para que nosotros se lo diéramos a nuestros hijos también”.
Edival Cruz, es un ejemplo de dedicación y de la importancia de los oficios como el de barrendero, que impactan el día a día de los vecindarios.
Eidival ¡disfruta tu pensión!
