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hispanohablante, y contenido original enfocado en la población hispana que vive
en los Estados Unidos.
Durante varios meses, en la pasada primavera y verano,
Caroline, mi hija adolescente, experimentó episodios de depresión y
debilitantes ataques de pánico casi a diario. Durante esos momentos, estaba muy
agitada, sollozando sin control y rechazando agresivamente mis intentos de
consolarla o razonar con ella.
Mi hija estaba en un lugar oscuro, y yo estaba muy
preocupado. Pero tengo un excelente seguro de salud y pensé que eso me ayudaría
a encontrar un buen terapeuta.
Llamé a todos los especialistas en la lista de mi plan
de salud. Algunos de ellos incluso me devolvieron la llamada, solo para decir
que no estaban tomando pacientes nuevos, o que no podían ver a Caroline en los
siguientes tres meses, o que no tenían la capacitación para ayudarla con sus
síntomas.
Finalmente, encontré un gran terapeuta que no está en
la red de mi plan de salud, y después de varios meses de sesiones semanales, a
Caroline le está yendo mucho mejor.
Tengo más suerte que la mayoría de los padres, porque
mi plan cubre una parte importante de la terapia fuera de la red de Caroline.
Solo pago $45 por sesión, mientras que algunos padres pagan más de $200 cada
semana.
Piensa en lo perverso que es esto. Los profesionales
de salud mental dicen que, especialmente con los niños, la intervención
temprana es crucial para evitar problemas más graves y costosos más adelante.
Sin embargo, incluso los padres con un buen seguro luchan por encontrar
atención para sus hijos.
Los Estados Unidos se enfrentan a una creciente
escasez de profesionales de salud mental capacitados para trabajar con jóvenes,
en un momento en que la depresión y la ansiedad están en aumento. El suicidio
fue la segunda causa de muerte en niños y adultos jóvenes de 10 a 24 años en
2017, después de los accidentes.
De acuerdo con los datos de la Academia Americana de
Psiquiatría Infantil y de Adolescentes, en el país solo hay un psiquiatra
infantil y adolescente por cada 1,800 niños que lo necesitan.
No solo es difícil obtener citas con psiquiatras y
terapeutas, sino que los que están disponibles a menudo no aceptan seguro.
“Este país actualmente carece de la capacidad para
brindar el apoyo de salud mental que necesitan los jóvenes”, dice el doctor
Steven Adelsheim, director del Centro de Salud Mental y Bienestar Juvenil del
Departamento de Psiquiatría de la Universidad de Stanford.
Alison Bloeser, una mamá de Seal Beach, California, ha
luchado durante casi una década para encontrar una atención eficaz para el
trastorno obsesivo-compulsivo y el trastorno por déficit de atención con
hiperactividad, conocido como ADHD, de su hijo de 15 años. Bloeser dijo que desde
entonces lo ha llevado a más de 20 terapeutas, a la vez que recibía medicación:
en ese periplo gastó más de $20,000.
“Tenemos un número creciente de jóvenes en este país
que piden ayuda a temprana edad”, dice Bloeser. “¿Por qué no confrontamos eso
con toda la fuerza?”
No existe una solución única para todos porque las
situaciones personales y financieras de las personas varían ampliamente.
Así que permítanme comenzar con consejos para todos
los padres, incluso aquellos con seguro escaso o sin seguro. Un buen lugar para
comenzar es el consultorio del pediatra, ya sea una consulta privada, o en una
clínica comunitaria de bajo costo.
“Cuando los hijos llegan a la adolescencia, deberían
pedirles a sus pediatras que evalúen la ansiedad y la depresión”, aconseja la
doctora Bhavana Arora, directora médica de la Red de Salud del Hospital
Infantil de Los Ángeles. Un número de pediatras en su programa se sienten cada
vez más cómodos al tratar problemas de salud mental leves a moderados en sus
consultorios, dice Arora.
Si tus finanzas son restringidas, visita una clínica
de salud comunitaria que ofrezca servicios de salud mental, independientemente
de la capacidad de pago de la familia.
Por ejemplo, AltaMed (www.altamed.org), con sede en
Los Ángeles, tiene 12 clínicas en los condados de Los Angeles y Orange, en
donde los niños y adolescentes con trastornos de salud mental leves a moderados
pueden recibir terapia de corto plazo. Medi-Cal se hace cargo de la mayoría de
esos niños. Para los niños que no están en Medi-Cal, las clínicas cobran en
base a una escala móvil.
Una forma de encontrar una clínica comunitaria cerca
de ti es buscar en el sitio https://findahealthcenter.hrsa.gov/. Además, la escuela de tu hijo es otro lugar para
buscar ayuda.
La secundaria de Caroline tiene un consejero de salud
mental al que visita cuando está ansiosa o triste. Siempre se siente mejor
después de esa consulta. Si la escuela de tu hijo no tiene un consejero de
salud mental, es probable que las enfermeras y los consejeros escolares
conozcan opciones fuera de la escuela. Habla con ellos.
Las organizaciones basadas en la fe están cada vez más
comprometidas con el cuidado de la salud mental. La iglesia de Saddleback, con
numerosos sitios en el sur de California, ofrece grupos de apoyo y
asesoramiento. Las agencias de servicios familiares judíos de todo el país
brindan asesoramiento en una escala variable. Los musulmanes pueden probar el
Khalil Center, que tiene sucursales en Chicago, Los Angeles, el Área de la
Bahía de San Francisco, Nueva York y Toronto.
Si, como yo, tienes un seguro y encuentras un buen
terapeuta que no está en su red, intenta que funcione, si es que puedes
permitírtelo.
Comienza por verificar si tienes cobertura para
proveedores fuera de la red. Si no, o si no es suficiente, pregunta si tu plan
de salud está dispuesto a tratar al terapeuta como un proveedor de la red solo
para tu hijo, un pacto conocido como “acuerdo de un solo caso” (single-case
agreement).
El terapeuta probablemente tendrá que aceptar un pago
más bajo.