A medida que los Estados Unidos luchan por frenar la
propagación del nuevo y altamente contagioso coronavirus, el número de
trabajadores de salud a los que se les ordenó auto-cuarentena por posible
exposición a un paciente infectado está aumentando a un ritmo exponencial.
Por poner un caso, sólo en Vacaville, California –en
donde se documentó por primera vez la transmisión en la comunidad en el
país– hay más de 200 médicos, enfermeras
y asistentes en cuarentena, inhabilitados para trabajar por semanas.
En California, se ordenó a docenas de trabajadores de salud
que regresen a sus hogares debido a posibles contagios, en respuesta a más de
80 casos confirmados hasta el domingo 8 de marzo por la tarde. En Kirkland,
Washington, más de una cuarta parte del departamento de bomberos de la ciudad
está en cuarentena después de haber estado expuestos a pacientes infectados en
el hogar de adultos mayores Life Care Center.
Con los casos confirmados de COVID-19 multiplicándose
cada día, estas cuarentenas masivas rápidamente dejarían al sistema de salud
con poco personal y abrumado.
La situación ha provocado un debate en la comunidad de
la atención de salud sobre qué estándares deben usar las instalaciones médicas
antes de ordenar a los trabajadores una cuarentena, y qué protocolos de
seguridad deben ser comunes en las clínicas y salas de emergencias.
La doctora Jennifer Nuzzo, investigadora principal del
Centro Johns Hopkins para la Seguridad de la Salud, se encuentra entre los que
argumentan que los hospitales necesitan cambiar de rumbo.
«Simplemente no es sostenible pensar que cada vez
que un trabajador de salud está expuesto tiene que permanecer en cuarentena 14
días. Nos vamos a quedar sin trabajadores de la salud «, dijo Nuzzo.
Cualquier persona que muestre signos de infección debe quedarse en casa,
agregó, pero los proveedores que pueden haber estado expuestos, pero no tienen
síntomas, no necesariamente deben dejar de trabajar.
Nuzzo y otros expertos dicen que la respuesta se
reduce a un cuidadoso equilibrio entre la ciencia y la necesidad de mantener un
sistema de atención médica en funcionamiento.
Si bien se supone que los hospitales están preparados
para tal situación, dijo Nuzzo, sus planes a menudo se quedan cortos. «En
ausencia de cualquier crisis inminente de salud pública, puede que no sea una
de sus prioridades», dijo. De 2003 a 2019, los fondos federales para el
Programa de Preparación para Hospitales se redujeron casi a la mitad.
En el norte de California, la exposición potencial al
nuevo coronavirus se exacerbó porque los hospitales no sabían que el virus se
estaba propagando en la comunidad. También porque los protocolos federales al
principio limitaban las pruebas a pacientes que habían viajado a un país donde
el virus ya estaba circulando, o los que habían estado en contacto con una persona
con la infección diagnosticada.
Ahora que la enfermedad ha comenzado a extenderse por
la comunidad, cualquier paciente con síntomas respiratorios podría infectarse,
aunque los funcionarios de salud señalan que la probabilidad sigue siendo baja.
A medida que los proveedores comienzan a usar equipo de protección de rutina y
emplean protocolos de seguridad estrictos, la exposición accidental debe
disminuir.
El caso de Vacaville ofrece una visión clara de las
consecuencias de los protocolos de prueba estrechos establecidos inicialmente
por los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades (CDC). Cuando el
15 de febrero una mujer ingresó en el Hospital NorthBay VacaValley con síntomas
respiratorios, decenas de trabajadores del hospital entraron y salieron de su
habitación realizando tareas diarias. Días después, a medida que su condición
empeoraba, la enviaron al Centro Médico UC Davis, donde otras decenas de
empleados estuvieron potencialmente expuestos.
Debido a que la mujer no cumplía con los criterios de
prueba establecidos en ese momento, UC Davis tardó días en obtener la aprobación
para evaluarla para coronavirus. Después que la prueba dio positivo, unos 100
trabajadores de NorthBay fueron enviados a cuarentena por 14 días. En UC Davis,
36 enfermeras adicionales y otros 88 empleados también fueron puestos en
cuarentena, según los sindicatos que representan a esos trabajadores.
«No estamos acostumbrados a preocuparnos, incluso
antes de hacer la evaluación, [sobre] si el paciente es infeccioso y podría
infectar a los trabajadores del hospital», dijo la doctora Kristi Koenig,
directora médica de EMS del condado de San Diego.
Koening dijo que esto comenzó a evolucionar durante el
brote de ébola de 2014. Los hospitales deberían colocar mascarillas de manera
rutinaria a los pacientes que ingresan con síntomas respiratorios, dijo, ya que
cualquier paciente podría tener una enfermedad infecciosa como la tuberculosis.
Sin embargo, los proveedores no suelen pensar en esos
términos. «Nos hemos ablandado porque 100 años atrás los asesinos eran los
agentes infecciosos. Ahora son las enfermedades cardíacas y la diabetes”, dijo
el doctor Michael Wilkes, profesor de la Escuela de Medicina de UC Davis.
Frente a este nuevo riesgo de infección, muchos
hospitales están capacitando rápidamente a los trabajadores en las precauciones
de seguridad, como la forma de ponerse y quitarse correctamente el equipo de
protección personal.
Sutter Health, que tiene 24 hospitales en el norte de
California, comenzó a aumentar su sistema de gestión de emergencias hace cinco
semanas en preparación para COVID-19. Antes de ir a la sala de emergencias, se
les pide a los pacientes que llamen a una línea directa para ser evaluados por
una enfermera o un sistema automatizado diseñado para detectar los síntomas del
virus. A los que tienen síntomas probables se los guía hacia una cita de
telemedicina a menos que necesiten internación.
Cualquier persona que llegue a la sala de emergencias
de Sutter con signos de infección respiratoria recibe una máscara y es aislada.
«Una secreción nasal y una tos no te dicen mucho. Podría ser un resfriado,
podría ser una gripe, y en este clima podrían ser alergias», dijo el
doctor Bill Isenberg, jefe de calidad y seguridad de Sutter. Al paciente lo
examina un médico o enfermera con equipo de protección, que incluye máscara,
bata y gafas N95, para evaluar los síntomas. Si se sospecha de COVID-19, el
paciente se traslada a una habitación privada.
Sutter ha tratado a varios pacientes con coronavirus
que llegaron de la Base de la Fuerza Aérea de Travis, que albergó a los
evacuados del crucero Diamond Princess en cuarentena frente a las costas de
Japón después que se detectara un brote a bordo. Los pacientes de Sutter fueron
colocados en salas de presión negativa para que el aire contaminado no
circulara al resto del hospital, y el personal utilizó una antesala para
quitarse las batas y las máscaras.
«Hacemos todo lo humanamente posible para
minimizar la cantidad de personas que tienen que entrar [a la sala]», dijo
Isenberg. Aun así, dijo, algunos trabajadores han sido puestos en cuarentena;
Sutter no reveló el total.
No todos los hospitales se están adaptando tan rápido.
National Nurses United, el sindicato que representa a más de 150,000
enfermeras, realizó hace pocos días una conferencia de prensa para pedir a los
hospitales que protejan mejor a sus trabajadores.
De las 6.500 enfermeras que participaron en una
encuesta que distribuyó el sindicato, menos de la mitad dijeron que habían
recibido instrucciones sobre cómo reconocer y responder a posibles casos de
COVID-19. Solo el 30% dijo que su empleador tenía suficiente equipo de
protección a mano para proteger al personal en caso de un aumento de pacientes
infectados.
A medida que el virus continúa propagándose, los
hospitales deberían estar almacenando estos equipos, analizando cómo agregar
camas y planificando la escasez de personal, dijo el doctor Richard Waldhorn,
profesor de medicina en la Universidad de Georgetown y académico colaborador de
Johns Hopkins, quien recientemente fue coautor de las recomendaciones para
hospitales sobre cómo prepararse para una pandemia de COVID-19.
Los hospitales ya deberían ser proveedores de
capacitación para asumir tareas ampliadas, dijo Waldhorn. Si un hospital está
abrumado, el Cuerpo de Reserva Médica (Medical Reserve Corps) puede
movilizarse, al igual que las redes de proveedores que se han ofrecido como
voluntarios para ayudar en situaciones de emergencia. Una vez que los
trabajadores enfermos se hayan recuperado, tendría sentido que traten a otros
pacientes con coronavirus, ya que tendrán inmunidad.
Finalmente, a medida que la enfermedad se propaga más,
la cuarentena simplemente deja de ser una prioridad, dijo Nina Fefferman,
matemática y epidemióloga de la Universidad de Tennessee-Knoxville.
«Hay un punto en
el que dejamos de intentar poner en cuarentena a cualquiera y simplemente
decimos: OK, vamos a tener más muertes por el departamento de bomberos que no
podrán combatir el fuego que por todos los que contraen la enfermedad».