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La influencia de los latinos en las elecciones

Por primera vez, la comunidad latina fue la primera minoría en una elección de EE. UU. (EFE/Beatriz Limón)

Los votantes latinos han sido decisivos en varios estados clave en las elecciones de este año, pero de manera opuesta: el presidente saliente, Donald Trump, consiguió vencer en Florida gracias al apoyo de los cubanos, mientras que el mandatario electo, Joe Biden, triunfó en Arizona y estuvo más cerca que nunca de sorprender en Texas por el respaldo de los hispanos, menos en las zonas fronterizas.

Esto ocurre porque las inclinaciones políticas de los hispanos en el país varían según el género, la generación, el país de origen -desde Chile hasta México, pasando por Nicaragua-, la religión y el tiempo que llevan en Estados Unidos, de acuerdo con varios estudios demográficos.

Lo que sí es común en este grupo tan heterogéneo es que se trata del grupo étnico más joven del país y, según los primeros análisis, hubo una participación particularmente fuerte entre los latinos menores de 30 años.

La tendencia del conjunto del sufragio latino volvió a ser demócrata, ya que Trump no ganó la mayoría de este voto en ningún estado, aunque estuvo cerca de hacerlo en Florida, donde ganó por 3,3 puntos gracias en parte al impulso de los cubanos, de acuerdo con un estudio del America’s Society Council of America.

LOS CUBANOS DE FLORIDA, CON TRUMP

De hecho, Trump recibió el apoyo del 56 % de los cubano-estadounidenses, un grupo con mucho peso en el condado de Miami-Dade, que terminó decantando la balanza de los 29 votos electorales para el republicano.

El miedo a un supuesto «comunismo» de Biden, una idea alzada y potenciada por la campaña de Trump y su mano fuerte hacia la isla, provocaron que la gran mayoría de ese grupo electoral lo eligieran en las urnas.

Tras conocer los resultados, cientos de ellos salieron a las calles de Miami para protestar por un presunto «fraude» electoral y aseguraron que Biden tendrá que enfrentar una batalla legal sobre los comicios, una estrategia planteada por el propio Trump.

EL VOTO JOVEN DE ARIZONA ES DEMÓCRATA

Arizona, un estado muy conservador en el que solo dos candidatos presidenciales demócratas habían ganado en los últimos 70 años, dio la victoria a Biden, a falta del conteo de menos de 100.000 votos.

Y buena parte de la responsabilidad de este resultado lo tiene la alta participación de jóvenes hispanos que utilizaron su voto como rechazo a las políticas migratorias de Trump.

Según datos preliminares de la firma Latino Decisions, cerca del 70 % de la población hispana respaldó al candidato liberal, especialmente por la movilización de organizaciones latinas como Mi Gente y ¡Aquí se Vota!, Y Mi Familia Vota.

Además del sufragio contra Trump, varios analistas han señalado la importancia que ha tenido en Arizona la repulsa de los latinos contra la ley antiinmigrante SB1070 y el ex alguacil del condado de Maricopa Joe Arpaio, a quien el mandatario le otorgó un perdón presidencial poco después de llegar a la Casa Blanca.

Otro factor, ha sido el impacto que tuvieron los insultos de Trump al fallecido senador John McCain, una figura muy respetada en ese estado.

Eso opina Ray Ibarra Maldonado, un abogado afincado en Phoenix y experto en inmigración que trabajó codo con codo con la oficina del senador en «muchos» de sus casos.

«Hay muchos votantes independientes y republicanos latinos que querían mucho a John McCain. El rifirrafe de Trump le ha pasado mucha factura, no solo aquí, sino también en todo el país», reflexionó.

EN TEXAS, ESTUVO MÁS CERCA

El otro estado en el que los hispanos tuvieron un peso importante, sin olvidar Nevada, fue Texas. Biden fue el aspirante demócrata que estuvo más cerca de vencer ahí en las últimas décadas.

En las grandes ciudades, como Houston, Dallas, San Antonio y Austin, el votante latino tendió a votar por el presidente electo.

Uno de los grupos que trabajó para ello fue Jolt Texas. Según su presidente, Antonio Arellano, la organización animó a medio millón de latinos a que votaran por primera vez y ayudaron a que la participación joven hispana creciera un 600 %.

Sin embargo, Trump se impuso entre los latinos que viven en condados limítrofes con México, una sorpresa para el Partido Demócrata, que dio ese apoyo por hecho y no se esforzó en hacer campaña ahí.

Dime cuanto sabes y te diré por quien votas

Manifestantes en contra del resultado de las elecciones (EFE)

Se habla mucho del sexo y de la raza. De los jóvenes y de los mayores. De los religiosos y los ateos. Todos ellos son factores importantes para predecir cómo se comportará un votante en EE. UU., pero 2020 confirmó que el verdadero terremoto de estos últimos años ha sido la educación.

Joe Biden, presidente electo, ha ganado entre las mujeres, las minorías raciales, los jóvenes, los urbanitas, los solteros y la gente con ingresos más bajos, según indican las encuestas a pie de urna. Hasta aquí, todo normal: John Kerry, Barack Obama y Hillary Clinton también ganaron en todos estos grupos, y en algunos de ellos por márgenes superiores a los de Biden.

¿Dónde se produjo el cambio, pues? ¿Cuál es el grupo para el que ahora los demócratas resultan más atractivos y que ayuda a explicar la victoria de Biden? La respuesta es simple: el nivel educativo.

UN 55 % DE LOS TITULADOS APOYARON A BIDEN

Haber completado cuatro años o más de estudios universitarios es uno de los mayores condicionantes para conocer la probabilidad de que un votante opte por el Partido Demócrata hoy. Un 55 % de ellos respaldó a Biden, mientras que solo un 42 % se decantó por el actual presidente Donald Trump. Pero esto no siempre fue así.

¿Y quién está detrás de este cambio de tendencia? Todo indica que el que ha sido presidente en los últimos cuatro años ha tenido algo que ver…

En 2012, las últimas elecciones en que el Partido Republicano presentó a un candidato distinto a Trump, el conservador tradicional y miembro del «grupo de poder» Mitt Romney, estos ganaron el voto con estudios universitarios por cuatro puntos porcentuales de diferencia. En 2004, el expresidente George W. Bush se los llevó por 6 puntos.

Si saltamos a 2016, primera cita electoral de Trump, los primeros temblores ya se hacen notar: Hillary Clinton gana entre los titulados universitarios por los mismos cuatro puntos de ventaja que cuatro años antes habían sido para los republicanos. Y el pasado martes, estos cuatro puntos se dispararon a 13.

UN GRUPO QUE CRECE A GRAN VELOCIDAD

¿Y qué ventaja supone eso para los demócratas? ¿No son la gente con estudios superiores una minoría entre el total de la población?

Sí, pero cada vez menos. Según los últimos datos de la oficina del censo de EE. UU., en 2019 un 33 % de la población había completado estudios universitarios, frente al 28 % de sólo diez años antes. Si vamos más atrás, en 1999 la proporción era de en torno al 25 %.

Dentro de estos, las personas que han completado maestrías se han duplicado en 20 años, al pasar de los 10 millones del año 2000 a los 21 millones actuales. Los doctorados, por su parte, se han más que duplicado, y ya llegan a los 4,5 millones. En estos grupos el respaldo a los demócratas es todavía superior que entre el conjunto de graduados universitarios.

ECLIPSAN LOS AVANCES DE TRUMP

Trump ganó en 2016, entre otras cosas, porque logró crear una nueva coalición a la que atrajo en masa a los hombres blancos sin estudios superiores, un grupo que tradicionalmente se había abstenido o había votado demócrata por influencia de las organizaciones sindicales. En 2020, su apoyo entre este grupo se mantuvo fuerte, pero desencadenó una intensa reacción en el lado contrario, con los titulados universitarios abandonando por doquier el barco republicano. Y el problema añadido para Trump fue que, solo en los cuatro años que duró su presidencia, el peso de este grupo en el total de la población creció dos puntos porcentuales.

En febrero de 2016, tras ganar los caucus de Nevada, Trump sorprendió a todos en un mitin cuando, con su particular estilo, proclamó: «Nos hemos ganado a la gente con poca educación. ¡Amo a la gente con poca educación!». Cuatro años después, su problema ha sido que todo lo ganado por esta vía, lo ha perdido por la otra.

Biden nombra jefe de Gabinete a crítico del manejo de Trump de la pandemia

El presidente electo de EE.UU., Joe Biden, anunció este miércoles el nombramiento de su veterano asesor Ron Klain, un fuerte crítico de la gestión de la pandemia por parte de Donald Trump, como su próximo jefe de gabinete de la Casa Blanca.

Biden aseguró en un comunicado que Klain ha sido un asesor «inestimable» y destacó en particular el trabajo que hicieron juntos durante la crisis económica de 2009 y el brote de ébola en 2014.

«Su amplia y variada experiencia y su capacidad para trabajar con personas de todo el espectro político es precisamente lo que necesito en un jefe de gabinete de la Casa Blanca al enfrentar este momento de crisis y unir a nuestro país nuevamente», agregó.

Klain, abogado de profesión, ha trabajado con Biden desde finales de la década de 1980, fue su jefe de gabinete en sus primeros años como vicepresidente en el gobierno de Barack Obama (2009–2017) y coordinó la respuesta al ébola en la Casa Blanca en 2014.

Este, según los medios, ha podido ser el principal motivo para que Biden le haya escogido para el puesto, ya que el presidente electo ha fijado como una de las prioridades de su gobierno la lucha contra la pandemia del coronavirus.

Con la cifra récord de 140.000 contagios diarios de covid-19 y más de 240.000 muertes, Estados Unidos ha podido entrar ya en una tercera ola de la pandemia, según apuntan los expertos.

Klain ha sido un duro crítico de la gestión de la pandemia que ha realizado el presidente Donald Trump, quien al principio insistía en que el coronavirus desaparecería solo y luego centró su política en la confianza de que surgiera una vacuna que acabe con la enfermedad.

El político demócrata también es un veterano de los pasillos del Capitolio, un ambiente que conoce bien desde que en 1989 trabajó en la oficina de Biden en el Congreso cuando era senador por Delaware, tras graduarse de la Facultad de Derecho de Harvard.

Klain, quien también ha sido asesor de Obama y ha sido miembro de consejos de administración de empresas, era visto desde hace tiempo como la opción más probable para dirigir el equipo de Biden en la Casa Blanca y poner fin al caos que ha caracterizado al círculo íntimo de Trump, según los medios.

Según el diario The New York Times, incluso desde antes de que Biden haya informado de sus primeros nombramientos, el ala más liberal del Partido Demócrata le está presionando para que incluya figuras del espectro más progresista entre sus asesores.

Se espera que Biden anuncie en los próximos días a sus colaboradores clave en la Casa Blanca, elegidos entre su círculo de confianza, pese a que Trump se niega a aceptar su derrota y ha presentado demandas en un intento por revertir los resultados de las elecciones.

Sin embargo, no se espera que revele a los miembros de su futuro gabinete hasta finales de mes o comienzos de diciembre.

Votantes latinos por Trump ayudaron a mantener reñida la elección

Imagen de archivo de una persona levantando un cartel de "Latinos por Trump" durante la Convención Republicana de 2016 en Cleveland, Ohio.

WASHINGTON. – Aunque proyectado para perder la elección del 3 de noviembre de 2020, el presidente Donald Trump logró mantener una contienda más reñida de lo que se esperaba, acumulando en parte un mayor porcentaje de votos de las minorías, especialmente la creciente comunidad latina o hispana, que en 2016.

El aumento nacional de voto hispano por Trump ascendió al 32% este año desde el 28% en 2016, de acuerdo con sondeos a boca de urna, refutando la afirmación de muchos demócratas de que los latinos votarían en su contra abrumadoramente debido solamente a su dura retórica antiinmigrantes y sus políticas de inmigración.

«Creo que tenemos en lo adelante que desglosar el voto latino. No es un voto (singular)”, dijo Elaine Kamarck, analista política de la Institución Brookings.

Valores republicanos

A pesar del resultado de Trump, los latinos apoyaron a Biden con un margen de alrededor de 2-1, muchos expresando una fuerte oposición a la política de la administración de separar a niños migrantes de sus familias en la frontera con México.

El electorado hispano, sin embargo, es abrumadoramente católico o cristiano conservador, con muchos que coinciden con la oposición de Trump y el Partido Republicano al matrimonio gay y el aborto.

“Ser pro-vida es una de las principales razones por las que voté por Donald Trump», dijo María Posada, una ingeniera de ascendencia mexicana nacida en Texas.

A algunos hispanos con prudencia fiscal también les gustan las iniciativas proempresariales de Trump de reducir impuestos federales y regulaciones del gobierno, y descartaron las repetidas promesas demócratas de aumentar los salarios, expandir el acceso al cuidado de la salud y enmendar el problemático sistema de inmigración de Estados Unidos.

«Nosotros los latinos creemos que a pesar de lo que digan, ofrecernos la luna y las estrellas, no mantendrán sus promesas”, dijo Nelson Reynaldo, un empresario de Virginia oriundo de El Salvador.

Florida y Texas

Una ola de respaldo latino ayudó a Trump a ganar la Florida con más del 51% de la votación, desmintiendo algunas encuestas electorales que reflejaron a Biden con más de un 5% de ventaja.

Muchos votantes de ascendencia cubana y venezolana dejaron atrás países que quedaron arruinados por políticas socialistas.

Las severas restricciones comerciales impuestas por Trump a las autoridades comunistas de Cuba y para deponer al presidente en disputa de Venezuela, Nicolás Maduro, resonaron en muchos votantes de origen cubano y venezolano en Miami.

Los esfuerzos de la campaña de Trump de proyectar a los demócratas como socialistas pudieron también “movilizar a muchos cubanoamericanos”, según Sergio García Ríos, un profesor de estudios latinos y de gobierno de la Universidad de Cornell.

Biden, un senador por muchos años y vicepresidente durante la administración Obama, es considerado un político moderado. Sin embargo, algunos progresistas en su Partido Demócrata han abrazado la definición de socialistas moderados, promoviendo más programas financiados por el gobierno para expandir la atención de la salud y combatir el cambio climático.

De acuerdo con las encuestas a boca de urna, alrededor del 55% del voto cubanoamericano en la Florida fue para Trump, así como el 30% de los puertorriqueños. En 2016, Trump solo ganó cuatro de cada 10 votos latinos en su contienda con la candidata demócrata Hillary Clinton.

Algunos activistas latinos dicen que Biden descuidó a la Florida en gran parte de su campaña, mientras que Trump organizó muchos actos en el estado, al que muchos republicanos consideraban imprescindible para la victoria, pero no era tan importante para Biden.

“Biden en realidad llegó un poco tarde a la fiesta”, considera la analista política Claudia Ruiz, de UnidosUS, la mayor organización proderechos de los latinos del país.

La campaña de Biden disputó en las últimas semanas las críticas de algunos demócratas de que no se enfocó suficientemente en su demografía.

Trump ganó también decisivamente en Texas con más del 52% de los votos, a pesar de que las encuestas antes de la elección pronosticaron una contienda cerrada en este estado limítrofe con México con rápido crecimiento de la población latina.

Cuatro de cada 10 hispanos votaron por Trump en Texas, de tres en 10 en 2016, según encuestas a boca de urna en el estado. Muchos citaron las oportunidades económicas como su prioridad, mientras que los partidarios de Biden señalaron la lucha contra la pandemia de coronavirus.

El cliché del monolito

El aumento del apoyo a Trump en esta elección, dicen los analistas, refleja la creciente diversidad en nivel económico, educación, inclinaciones políticas, historia migratoria y país de origen entre los hispanos en Estados Unidos.

«No somos un monolito”, dice Albert Morales, director político de la firma encuestadora Latino Decisions.

Al mismo tiempo, las ganancias de Trump entre los latinos, que le dieron el 32% de su voto, aún quedaron por debajo del 40% obtenido por otros presidentes republicanos anteriores como Ronald Reagan, George Bush padre y George Bush hijo.

Y aunque el voto latino ayudó a Trump a ganar la Florida y Texas, también fue crucial para Biden en estados tradicionalmente republicanos como Arizona y Georgia. Las crecientes poblaciones de hispanos jugaron un papel en casi todos los estados, incluso aquellos clave que se decidieron a favor de Biden, como Pensilvania, Michigan y Wisconsin.

“No hay un estado hoy en día que no sea relevante”, afirma Morales.

Las encuestas a boca de urnas de Edison Research reflejaron también que alrededor de un 11% de los afroamericanos y el 30% por ciento de los asiáticos estadounidenses votaron por Trump, tres puntos porcentuales más en los dos grupos que en 2016.

Cinco preguntas críticas sobre la vacuna contra COVID-19 de Pfizer

El anuncio de Pfizer de que su vacuna contra COVID-19 prevendría que nueve de cada 10 personas contraigan la enfermedad hizo que el precio de sus acciones se disparara. Muchos titulares describieron a la vacuna como si fuera la liberación de la pandemia, aunque se dieron pocos detalles.

Ciertamente hay para presumir: la vacuna de Pfizer consiste en material genético llamado ARNm encerrado en partículas diminutas que lo transportan a las células. Desde allí, estimula al sistema inmune para que produzca anticuerpos que protejan contra el virus.

Se emplea una estrategia similar en otras potenciales vacunas contra COVID-19 que lideran esta carrera. Si las vacunas de ARNm pueden proteger contra el virus y, presumiblemente, otras enfermedades infecciosas, será una noticia trascendental.

“Esta es una novedad verdaderamente histórica”, dijo el doctor Michael Watson, ex presidente de Valera, una subsidiaria de Moderna que actualmente está realizando ensayos avanzados de su propia vacuna de ARNm contra COVID-19. “Tenemos una nueva clase de vacunas en nuestras manos”.

Pero históricamente, los anuncios científicos importantes sobre vacunas se realizan a través de artículos de investigación médica revisados ​​por colegas, que han sido objeto de un escrutinio exhaustivo desde el diseño del estudio hasta sus resultados, no a través de comunicados de prensa de la farmacéutica.

Entonces, ¿merecían las acciones de Pfizer su aumento porcentual de dos dígitos? Las respuestas a las siguientes cinco preguntas nos ayudarán a saberlo.

  1. ¿Cuánto tiempo protegerá la vacuna a los pacientes?

Pfizer dice que, hasta la semana del 2 de noviembre, 94 personas de las aproximadamente 40,000 en el ensayo habían desarrollado COVID-19. Si bien no dijeron exactamente cuántos de los enfermos se habían vacunado, la cifra de eficacia del 90% sugiere que fue un número muy pequeño.

El anuncio de Pfizer cubre a las personas que recibieron dos vacunas entre julio y octubre. Pero no indica cuánto tiempo durará la protección o con qué frecuencia se pueden necesitar refuerzos.

“Es una apuesta razonable, pero sigue siendo una apuesta decir que la protección durante dos o tres meses es similar a seis meses o un año”, dijo el doctor Paul Offit, miembro del panel de la Administración de Alimentos y Medicamentos (FDA) que probablemente revisará la vacuna para su aprobación en diciembre.

Normalmente, las vacunas no reciben una licencia hasta que demuestran que pueden proteger por uno o dos años.

La empresa no dio a conocer ninguna información de seguridad. Hasta la fecha, no se han revelado efectos secundarios graves, y la mayoría tiende a ocurrir dentro de las seis semanas posteriores a la vacunación.

Pero los científicos deberán estar atentos a efectos raros como una reacción adversa del sistema inmune o alguna enfermedad grave en personas vacunadas, dijo el doctor Walt Orenstein, profesor de medicina en la Universidad Emory y ex director del programa de inmunización de los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades (CDC).

  1. ¿Protegerá a los más vulnerables?

Pfizer no reveló qué porcentaje de los voluntarios del ensayo representan a los grupos con más probabilidades de ser hospitalizados o de morir por COVID-19, incluidas las personas de 65 años o más y las que padecen diabetes u obesidad.

Este es un punto clave porque muchas vacunas, particularmente las de la influenza, pueden no proteger a los adultos mayores, pero sí a los más jóvenes. “¿Cuán representativas son esas 94 personas de la población general, especialmente las que están en mayor riesgo?”, se preguntó Orenstein.

Tanto la Academia Nacional de Medicina como los CDC han instado a que las personas mayores estén entre los primeros grupos en recibir la vacuna. Es probable que las que están desarrollando Novavax y Sanofi, que probablemente comiencen los ensayos clínicos de fase 3 a finales de este año, sean mejores para los mayores, apuntó Offit. Esas vacunas contienen partículas inmunoestimulantes como las que tiene la vacuna Shingrix, que es muy eficaz para proteger a las personas mayores contra el herpes zóster o culebrilla.

  1. ¿Se puede implementar con eficacia?

La vacuna de Pfizer, a diferencia de otras que están en la última fase de pruebas, debe mantenerse muy bien enfriada, en hielo seco a unos 100 grados bajo cero, desde el momento en que se produce hasta unos días antes de que se inyecte. El ARNm se autodestruye rápidamente a temperaturas más altas.

Pfizer pondrá en marcha un elaborado sistema para transportar la vacuna a los sitios de vacunación en camiones y cajas especialmente diseñadas. Ya se está capacitando a trabajadores de salud para manejar la vacuna, pero no se sabe con certeza qué tan bien funcionará si los frascos con las dosis se dejan bajo el sol de Arizona por mucho tiempo.

Un mal manejo de la vacuna en el camino de la fábrica al paciente la volvería ineficaz, por lo que las personas que la reciban podrían pensar que están protegidas cuando no lo están, explicó Offit.

  1. ¿Un anuncio prematuro podría dañar las futuras vacunas?

Actualmente no hay forma de saber si la vacuna de Pfizer será la mejor en general, o para grupos de edad específicos. Pero si la FDA la aprueba rápidamente, eso podría dificultar que los fabricantes de otras vacunas realicen sus estudios. Si las personas saben que existe una vacuna eficaz, es posible que no quieran participar en ensayos clínicos, en parte debido a la preocupación de que puedan recibir un placebo y no estar protegidas. De hecho, puede ser poco ético usar un placebo en tales ensayos.

Pero se necesitarán muchas vacunas para satisfacer la demanda mundial de protección contra COVID-19, por lo que es crucial continuar con estudios adicionales.

  1. ¿Podría el estudio de Pfizer acelerar futuras vacunas?

Los científicos están sumamente interesados ​​en saber si el pequeño número que recibió la vacuna real pero que se enfermó produjo niveles más bajos de anticuerpos que los individuos vacunados que se mantuvieron sanos. Los estudios de sangre de esas personas ayudarían a los científicos a saber si existe un “correlato de protección” para COVID-19, un nivel de anticuerpos que puede predecir si alguien está protegido contra la enfermedad.

Si tuvieran ese conocimiento, los funcionarios de salud pública podrían determinar si otras vacunas en producción serían efectivas sin tener que probarlas necesariamente en decenas de miles de personas.

Pero es algo difícil de hacer. Los científicos nunca han establecido correlaciones de inmunidad para la tos ferina, por ejemplo, aunque se han usado vacunas contra esas bacterias durante casi un siglo.

Aún así, ésta es una buena noticia, dijo el doctor Joshua Sharfstein, vicedecano de la Escuela de Salud Pública Bloomber de Johns Hopkins y ex comisionado adjunto de la FDA. “Espero que esto haga que la gente se dé cuenta de que no estamos atrapados en esta situación para siempre. Hay esperanza, ya sea con esta vacuna o con otra”, dijo.

KHN (Kaiser Health News) es un servicio de noticias sin fines de lucro que cubre temas de salud. Es un programa editorialmente independiente de KFF (Kaiser Family Foundation) que no tiene relación con Kaiser Permanente.

¿Cuánto cuesta convertirse en presidente de EE.UU.? De Lincoln a Biden

El presidente electo de los Estados Unidos, Joe Biden. EFE/EPA/Jim Lo Scalzo/File

Los Ángeles. – Convertirse en presidente de Estados Unidos es una aventura muy costosa, solo al alcance de candidatos capaces de seducir a gente con bolsillos muy profundos y con ganas de donar cientos de miles de dólares, o millones, a sus campañas.

El personal y el avión de campaña, los hoteles y los gastos asociados con la publicidad, entre otros, se han incrementado de manera constante en los últimos cien años, pero especialmente se han disparado a lo largo del siglo XXI.

Sin ir más lejos, en la campaña presidencial de 2020 el presidente saliente, Donald Trump, y el presidente electo, Joe Biden, recaudaron conjuntamente un total de 1.600 millones de dólares, según datos del Centro para una Política Reactiva.

En este análisis se tiene en cuenta lo gastado por las propias campañas, no por los Comités de Acción Política (PAC, en sus siglas en inglés) u otros grupos de apoyo.

LINCOLN GASTÓ 2,8 MILLONES DE DÓLARES

Durante su campaña electoral, el expresidente Abraham Lincoln (1861-1865) tuvo que dirigirse a una sociedad completamente dividida, separada, a grandes rasgos, entre el sur que estaba a favor de la esclavitud y el norte, que era abolicionista.

Y lo hizo gastándose 2,8 millones de dólares, según una de sus biografías.

Teniendo en cuenta la inflación, la cantidad de dinero que se necesita para ser el inquilino de la Casa Blanca se ha multiplicado por más de 350 desde Lincoln hasta el vencedor de los últimos comicios, el demócrata Joe Biden, que ha gastado cerca de 1.000 millones de dólares.

Trump, por su parte, unos 600 millones.

EL GASTO SE DISPARA EN EL SIGLO XXI

Pese a la pandemia, que ha limitado mucho las apariciones públicas sobre el terreno, los gastos de ambas campañas han superado con creces a los registrados en 2016.

En esa batalla, la aspirante demócrata Hillary Clinton tuvo un presupuesto de 565 millones de dólares, por encima de su rival, Trump, con 322 millones consumidos, de acuerdo a datos de la plataforma Open Secrets.

Esta tendencia ha aumentado constantemente en los últimos años.

En 1992, las campañas combinadas de George Bush padre (1989-1993), Bill Clinton (1994-2001) y Ross Perot gastaron unos 360 millones de dólares ajustados a la inflación, según informes de la Comisión Electoral Federal.

Para las de 2000, las más ajustadas de la historia moderna, ni George W. Bush (2001-2009) ni Al Gore, que perdió por un polémico recuento de votos en Florida, gastaron más de 200 millones de dólares.

Entre esos comicios y 2012, el gasto de campaña de los candidatos se multiplicó por más de cuatro: en 2012, el exmandatario Barack Obama (2009-2017) gastó más de 720 millones para buscar su reelección; mientras que su rival republicano, el ahora senador Mitt Romney, invirtió, sin éxito, unos 450 millones de dólares.

¿GANA SIEMPRE EL QUE GASTA MÁS?

Generalmente, la cantidad de dinero gastada por cada candidato es un buen indicador de quién vencerá en las elecciones.

En las últimas décadas, sin embargo, el aspirante que menos invirtió ha ganado en algunas ocasiones. Sin ir más lejos, en las de 2016, Trump venció a Hillary Clinton con menos gastos.

Pero hay otros casos: en 1996, Bill Clinton triunfó con un presupuesto de 200 millones de dólares, por debajo de los 228 del republicano Bob Dole, mientras que Ronald Reagan (1981-1989) ganó en 1984 con menos dinero que su rival, Walter Mondale.

En 2020, a la espera de que Trump admita su derrota, el aspirante que más dinero recaudó y gastó ha vencido en las elecciones otra vez.

Demandas legales de Trump contra victoria de Biden podrían ser una batalla cuesta arriba

Una simpatizante del presidente Donald Trump porta un cartel que reza "solo votos legales" en desafío al conteo de votos de las elecciones presidenciales en Filadelfia, Pensilvania, el 8 de noviembre de 2020.

El más reciente desafío legal de la campaña del presidente Donald Trump a los resultados de la elección presidencial del 3 de noviembre pudieran ser un caso de “muy poco y muy tarde”, dice algunos expertos legales.

Con la elección terminada y el exvicepresidente Joe Biden proyectado como el ganador, Trump se enfrenta a una batalla cuesta arriba en sus esfuerzos para revertir los resultados con escasa evidencia de una votación fraudulenta o un conteo impropio de las boletas.

Esa es la evaluación de diferentes expertos legales después de que la campaña de reelección del presidente haya presentado nuevas demandas que desafían la legalidad de millones de boletas por correo en Pensilvania, el estado clave que fue ganado por Biden y le impulsó a la victoria el pasado sábado.  

La queja de 105 páginas de la campaña de Trump, presentada en una corte federal en Filadelfia el lunes por la noche, insiste en una teoría legal no comprobada sobre los votos por correo, al tiempo que reitera argumentos anteriores y sin ofrecer las suficientes evidencias de fraude, dicen los expertos.

El objetivo aparente de los abogados de Trump es persuadir a las cortes a descontar el masivo número de votos enviados por correo, la mayoría de los cuales fueron enviados por partidarios de Biden.

La demanda alega el uso en Pensilvania de procedimientos desiguales para manejar el voto por correo y que el voto en persona representa una “violación” de la Cláusula de Protección igualitaria de la Constitución y pide una orden contra la certificación de los resultados electorales en el estado.

Los estados norteamericanos tienen diferentes fechas tope para certificar sus resultados y la de Pensilvania es el 23 de noviembre.

Danielle Lang, codirectora de derechos de los votantes y el programa de redistribución de distritos del Centro Legal de Campañas, dice que la nueva demanda es “más voluminosa, pero en nada más meritoria” que otras anteriores.

Los votantes en Pensilvania tenían la oportunidad de escoger si votaban en persona o por correo, señaló Lang.

“Siempre sería el caso de que esos diferentes métodos de votación estuvieran aparejados a diferentes procedimientos, pero eso no significa que esos procedimientos sean menos seguros, o menos apropiados, o menos constitucionales”, agregó.

Rudolph Giuliani, abogado del presidente Donald Trump, encabeza el equipo legal que ha presentado demandas contra los resultados electorales en Pensilvania.

La demanda argumenta que de aproximadamente 6,75 millones de boletas emitidas en Pensilvania, los 2,6 millones que se enviaron por correo tenían menos protecciones para asegurar su transparencia y verificabilidad. La mayoría de estas boletas fueron enviadas por simpatizantes de Biden.

Aunque la demanda alega que “casi todos los aspectos críticos” del proceso de votación en Pensilvania estuvieron “envueltos en un secretismo”, su principal argumento es que los votantes en persona y los que votaron por correo fueron tratados diferente.

“Habiendo otorgado el derecho a votar sobre términos iguales, el estado no puede, por un tratamiento arbitrario y desigual posterior, valorar el voto de una persona sobre el voto de otra”, dice la demanda, citando el fallo de la Corte Suprema en la disputada elección presidencial de 2000 entre el republicano George W. Bush y el demócrata Al Gore.

En aquel caso, la Corte Suprema objetó el mosaico de normas de la Florida para aceptar y rechazar boletas disputadas, lo que derivó en una paralización del recuento de boletas en la Florida y le dio la presidencia a Bush.

Sin embargo, tener diferentes normas para el voto por correo y en persona no constituye una violación de la Cláusula de Protección Igualitaria, dice Richard L. Hasen, un experto en ley electoral de la Universidad de California en Irvine.

“Si esta demanda tiene éxito, significaría que la votación fue inconstitucional en todo el país”, explicó Hasen en un correo electrónico. “La queja es especialmente débil cuando los votantes tienen la elección de votar por cualquiera de los dos sistemas”.

Además, agrega, sería muy tarde para la campaña de Trump, que sabía sobre los procedimientos de votación en Pensilvania desde hace meses, para presentar una demanda ahora.

“De otro modo, se daría a la campaña una opción de demandar sobre algo, solo si pierde y de privar de sus derechos a votantes que confiaron en la legalidad del sistema existente”, escribió Hasen.

La administración de las elecciones es un asunto de los estados y según los expertos legales, es altamente improbable, aunque no imposible, que la Corte Suprema se involucre para resolver la disputa.

Empleados de elecciones cuentan votos de la elección presidencial en Atlanta, Georgia, el 4 de noviembre de 2020.

“Incluso si la Corte Suprema llegara a involucrarse, no parece haber muchas oportunidades de descartar los votos suficientes para cambiar el resultado de la elección presidencial”, dijo Michael R. Dimino, un profesor y experto en elecciones de la Escuela de Leyes de Widener University Commonwealth.

Antes de la elección del 3 de noviembre, la campaña de Trump y los republicanos presentaron decenas de demandas contra los planes de los estados de expandir la votación por correo durante la pandemia del coronavirus. Trump denunció repetidamente que el uso de boletas por correo, alegando, con pocas pruebas, que eran una receta para el fraude.

Aunque los republicanos lograron impedir algunos cambios en los procedimientos de votación, la mayoría de los estados siguieron adelante para expandir el voto por correo, lo que permitió que más de 65 millones de estadounidenses sometieran sus boletas a través del sistema postal.

Biden fue proyectado el sábado por las organizaciones de prensa como el ganador de las elecciones en base a la fortaleza de lo que parece una ventaja insuperable de votos para darle una mayoría en el Colegio Electoral, o al menos 270 votos electorales.

Los resultados pueden ser objetados en las cortes y recontados, y no serán oficiales hasta que los estados los certifiquen individualmente para el 8 de diciembre.

El desafío que enfrenta ahora el equipo de abogados de Trump es que pudiera no haber suficientes boletas disputadas para alterar el resultado de la elección, dicen los expertos legales.

A diferencia de lo ocurrido en el 2000, cuando el presidente George W. Bush ganó la disputada elección por unos pocos cientos de votos en la Florida, Trump va la zaga de Biden por miles de votos en varios estados clave, como Pensilvania, Arizona, Georgia y Nevada.

Dimino afirmó que presenta “algunos buenos argumentos” en cuanto a que el conteo de votos en Pensilvania no estuvo totalmente de acuerdo con la ley. “No todos los expertos legales piensan que las demandas de Trump carecen de mérito”

“Por ejemplo, la queja alega que a los observadores republicanos para el conteo de votos se les negó un ‘acceso relevante’ y que los mantuvieron muy lejos de donde se contaban los votos en Filadelfia. En ese caso, un juez la semana pasada accedió a la demanda de la campaña de Trump y ordenó que los observadores estuvieran más cerca, dijo Dimino.

No obstante, el desafío más formidable para el equipo de Trump es “convencer a los jueces de que las violaciones en la elección deben resultar en la anulación de un gran número de boletas que alterarían el resultado”, señaló Dimino.

Electores votando en persona en Marana, Arizona, en la elección presidencial del 3 de noviembre de 2020.

Esto requeriría evidencias de fraude sistemático e irregularidades, algo que la campaña de Trump aún no ha aportado.

Incluso si los 20 votos electorales de Pensilvania fueran para Trump, algo que parece muy improbable debido a la gran desventaja que mantiene, el presidente aun necesitaría ganar un estado adicional para revertir la proyectada victoria de Biden.

En la semana transcurrida desde la elección, la campaña de Trump y sus partidarios han presentado demandas en Arizona, Georgia, Michigan y Nevada.

Con un par de notables excepciones, la mayoría de las acciones legales han fallado, con jueces que descartaron las demandas o exigieron evidencia concreta.

En Michigan, el más reciente desafío a los procedimientos de conteo de los votos fue de un grupo conservador el domingo. La demanda, presentada ante el Centro de Justicia Legal de los Grandes Lagos, busca una nueva elección en el condado de Wayne, el área de Detroit, alegando que la elección del martes estuvo plagada de fraude.

Tom Spencer, un veterano abogado republicano que fue asesor del equipo legal de Bush durante el recuento de la Florida, dijo que a pesar de las desventajas, Trump debe agotar todas las avenidas legales.

“Recuerdo a los abogados de Gore en la Florida que decían que hacían eso no solo por Gore, sino también por el pueblo estadounidense, para que tuvieran confianza en el resultado y supieran que nuestro cliente había levantado todas las piedras para ello”, dijo Spencer, actualmente vicepresidente del Fondo de Abogados por la Democracia.

Grupos latinos se adjudican votación «récord» y derrota de Trump en Arizona

La anunciada y aún esperada “derrota” del presidente Donald Trump en Arizona obedece al esfuerzo de las comunidades latinas y no a un partido político. EFE / Giorgio Viera/Archivo

Phoenix (AZ). – La anunciada y aún esperada “derrota” del presidente Donald Trump en Arizona obedece al esfuerzo de las comunidades latinas y no a un partido político, aseguraron este miércoles las organizaciones que promovieron el voto hispano en una elección en la que consideran haber logrado un “récord” con más de tres millones de votantes en el estado.

En una conferencia de prensa, los líderes que encabezaron la promoción del voto hispano describieron el esfuerzo como la campaña de campo “más grande” en Arizona y revelaron que se “rompió la marca” con 3.382.892 votos, estimación que consideran se puede elevar a 3.425.000 sufragios.

Alejandra Gómez, directora de la organización LUCHA en Arizona, dijo a Efe que este esfuerzo se enmarca en un trabajo que se remonta una década atrás, en tiempos en que la ley antiinmigrante SB 1070 “golpeaba” con fuerza a los hispanos.

“El logro de estas elecciones fue una labor de hace más de diez años, cuando empezamos a registrar votantes en nuestras comunidades. Tocamos puertas, hicimos marchas, dimos a conocer los derechos de los inmigrantes y los defendimos contra una ley racista”, expresó.

Mencionó que el crédito de este triunfo no corresponde a un partido político, sino a la fuerza de las comunidades latinas en su búsqueda por un mejor futuro en Estados Unidos.

“Este triunfo es de la gente, en 2010 cuando estaba la SB 1070 y nuestra gente era acosada y deportada, no vi a ningún partido político ayudándonos. Es cuando dijimos que no íbamos a esperar más, sino que empezamos un trabajo que ahora se traduce en un logro histórico”, comentó.

Con una estructura armada por las organizaciones Mi Familia Vota, LUCHA, Chispa Arizona, CASE Action, Our Voice, Our Vote Arizona, hoy dieron a conocer que tocaron 1.157.621 puertas, realizaron 7.977.695 llamadas telefónicas, enviaron 131.779 mensajes y entablaron 541.015 conversaciones.

Eduardo Sainz, director de Mi Familia Vota en Arizona, indicó a Efe que entre 2016 y 2020 se incrementó la participación electoral en un 300 % en jóvenes de 18 a 29 años en Estados Unidos. “Una cifra histórica que impulsó el voto latino y que fue clave para ganar Arizona y los asientos en el Senado, así como los temas que más importan a nuestra comunidad”, afirmó.

Sainz señaló que las organizaciones llevaron a cabo extensos programas de medios digitales, por correo y visitas dirigidas a los mismos votantes.

“Arizona batió numerosos récords. Aquí no estamos hablando de partidos políticos, ni de demócratas, sino del trabajo que hemos hecho por más de diez años para poder ver este cambio. Nosotros mismos como comunidad nos estamos salvando, no trabajando por ningún partido político”, resaltó.

El demócrata Joe Biden aventaja al mandatario saliente Donald Trump por 290 delegados en el Colegio Electoral frente a 217, según las proyecciones de los principales medios estadounidenses.

Trump se anotó este miércoles los tres delegados que otorga el estado de Alaska, según pronosticaron las cadenas de televisión NBC, ABC y CNN con el 75 % escrutado en ese remoto estado del noroeste de EE.UU. Ese factor no cambia el hecho de que Biden ya ha superado los 270 delegados en el Colegio Electoral -la mitad de los 538 votos de ese órgano más uno- y es por tanto es el nuevo presidente electo de los Estados Unidos.

Aún quedan por decidir, Carolina del Norte, Georgia, y, según algunos medios, también Arizona, aunque otros ya han proyectado que Biden se llevará ese estado.

Académicos ven «incendiario» el apoyo republicano a las denuncias de Trump

Michael Chertoff
El exsecretario de Seguridad Nacional de Estados Unidos, Michael Chertoff, durante la rueda de prensa que ofreció en Washington, Estados Unidos. EFE/Shawn Thew/Archivo

Miami, 10 nov (EFE News).- Un panel bipartidista de académicos y exfuncionarios gubernamentales calificaron de «incendiario» y «peligroso» que los republicanos apoyen la denuncias de fraude electoral que ha hecho el presidente Donald Trump sin pruebas, al señalar que están amenazando una «transición pacífica» del poder.

El llamado Grupo de Trabajo Nacional sobre Crisis Electorales teme que las «afirmaciones infundadas» ponen en arriesgo la tradición democrática de Estados Unidos de una transición armoniosa entre dos presidentes.

Recordaron que desde que George Washington transfirió pacíficamente el poder a su sucesor, John Adams, «los presidentes estadounidenses han entregado las llaves de la maquinaria de Gobierno a sus sucesores» de forma pacífica.

El panel, compuesto por más de 50 académicos y exfuncionarios del Gobierno que sirvieron en Administraciones republicanas y demócratas, se mostró alarmado del apoyo de los republicanos a esa narrativa sin sustento.

Los republicanos han subrayado que Trump que tiene «derecho» de perseguir las impugnaciones del conteo de votos en los estados indecisos e incluso apuntan a una posible revisión de la Corte Suprema de la validez de las papeletas de votación por correo que llegan tarde.

Entre los miembros de grupo están el exsecretario de Seguridad Nacional Michael Chertoff, el expresidente del Comité Nacional Republicano y vicegobernador de Maryland, Michael Steele, el exasesor general del FBI Jim Baker y María Teresa Kumar, presidenta de la organización Voto Latino.

Vanita Gupta, otra integrante del grupo y directora ejecutiva de la Conferencia de Liderazgo sobre Derechos Civiles y Humanos, calificó de «peligrosos» e «incendiarios» a los republicanos que respaldan las demandas de Trump, según informó el canal News 13 del centro de Florida.

Gupta aseguró que conducen a una «mayor polarización» entre los seguidores de Trump y el presidente electo, el demócrata Joe Biden.

«Puede hacer que en el futuro sea más difícil compartir y aceptar una agenda común que beneficiará a todos los estadounidenses, y en este momento de una pandemia global, que en realidad podría poner en riesgo vidas estadounidenses», dijo.

Según el grupo, la Ley de Transición Presidencial (PTA) proporciona fondos para las operaciones y requiere al Gobierno apoyar a la Administración entrante con información, experiencia, asistencia directa «servicios e instalaciones necesarias», incluido «espacio de oficina adecuado».

Biden ve «vergonzosa» la obstrucción de Trump pero dice que no le afectará

Fotografía de archivo del presidente electo, Joe Biden. EFE/EPA/Jim Lo Scalzo

Washington. – El presidente electo, Joe Biden, tachó este martes de «vergonzoso» que el mandatario saliente, Donald Trump, se niegue a reconocer la derrota y pronosticó que eso será una mancha en el legado de su predecesor, pero no dificultará el proceso de transición.

En su primera rueda de prensa desde que se confirmó el sábado su victoria en las elecciones de EE.UU., Biden criticó la postura de Trump, quien no admite que perdió los comicios y sigue enzarzado en una fútil estrategia legal para disputar el resultado en varios estados clave.

«Simplemente creo que es vergonzoso, para ser muy franco. No ayudará al legado del presidente (Trump)», dijo Biden.

Preguntado por si tenía un mensaje para Trump, el presidente electo respondió: «Señor presidente, espero hablar pronto con usted».

Sin embargo, Biden opinó que la negativa de Trump a reconocer la derrota «no tendrá muchas consecuencias» en el proceso de transición, y que él podrá desarrollar sin problemas los preparativos para su llegada al poder, prevista para el 20 de enero de 2021.

«Vamos a hacer exactamente lo mismo que estaríamos haciendo si él (Trump) hubiera reconocido» la derrota, afirmó el exvicepresidente.

Aseguró que podrá arreglárselas sin tener acceso a información clasificada de inteligencia, como es la tradición para todos los presidentes electos, algo que describió como «útil» pero no imprescindible, porque todavía no tiene el poder necesario «para tomar decisiones sobre esos asuntos».

Biden no confirmó las informaciones de prensa que indican que su equipo estudia medidas legales para sortear el bloqueo impuesto por Trump al equipo de transición.

También afirmó que tiene los fondos necesarios para hacer frente al proceso sin la ayuda de la Administración de Servicios Generales (GSA), un organismo que depende del Gobierno federal.

La certificación rutinaria del ganador de las elecciones por parte de la GSA, que aún no ha reconocido la victoria de Biden, permite al equipo del presidente electo acceder a recursos y a las agencias gubernamentales para preparar la transición.

La rueda de prensa de Biden fue improvisada y se produjo después de que el presidente electo diera un discurso para defender la reforma sanitaria de 2010 conocida como Obamacare, horas después de que el Tribunal Supremo escuchara argumentos en un caso que pretende invalidarla.

«Este intento (de los republicanos de tumbar Obamacare) es, en mi opinión, simplemente cruel», aseguró Biden sobre la audiencia de este martes en el Supremo, en la que la mayoría de los jueces insinuaron que no están a favor de derogar esa ley.