Las llamas y el humo se elevan en las colinas cuando se quemaron alrededor de veinte acres junto a Tapia Canyon Road, cerca de Castaic, al noroeste de Los Ángeles, California, EE. UU. EFE / EPA / ETIENNE LAURENT / Archivo

San Francisco (CA), (EFE).- El norte de California registra estos días su primer gran incendio de la temporada, que mantiene evacuadas a 70 personas y que ya ha quemado 2.200 hectáreas, en una área que en los últimos años ha sufrido fuegos devastadores casi cada verano y otoño.

El fuego de «Crews», como ha sido bautizado por el Departamento Forestal y de Protección contra Incendios de California (Cal Fire), se declaró por una zona de matorrales al norte de la población de Gilroy (sur de San Francisco) y en la mañana del martes los bomberos habían logrado contenerlo en un 20 %.

El incendio se inició el domingo por causas que todavía se desconocen y desde entonces ha quemado dos casas, y ha ocasionado la evacuación de unas 70 personas de una veintena de viviendas.

«Hemos tenido un fin de semana extremadamente ocupado en todo el área de la bahía de San Francisco con fuegos artificiales (por la festividad del 4 de julio) e incendios, y ahora poder traer efectivos de fuera del condado y provenientes de todo el estado resulta crítico», indicó en un comunicado la portavoz del condado de Santa Clara (donde se encuentra Gilroy), Luisa Rapport.

El norte de California ha vivido en los últimos años una oleada de incendios más grandes y difíciles de controlar de lo que venía siendo habitual, algo que desde la comunidad científica se achaca al cambio climático, que ha incrementado las temperaturas en la región y reducido las precipitaciones de lluvia.

Entre todos los fuegos, destaca el bautizado como «Camp Fire», que estuvo activo durante varias semanas en noviembre de 2018, engulló casi la totalidad de la población de Paradise y se convirtió en el más mortífero de la historia del estado con 85 muertos.

El fuego, causado por las chispas procedentes de un cable roto de una línea de alta tensión eléctrica operada por Pacific Gas & Electric (PG&E), arrasó 62.053 hectáreas y destruyó más de 18.000 edificios.

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