Megan DeFranco, originaria de Washington D.C., habló con la Voz de América sobre su adicción al fentanilo. [Foto: Composición AP/VOA].

Estados Unidos vive una crisis de opioides sin precedentes debido al fentanilo, una sustancia que nació en los 90 como un potente analgésico. Actualmente se fabrica y distribuye de manera ilegal y es el responsable de las más de 200 muertes que suceden a diario en el país, de acuerdo con los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC).

Cuando Megan DeFranco empezó a tomar opioides por prescripción médica, nunca imaginó que se acabaría volviendo adicta al fentanilo, el analgésico que se ha convertido en la droga callejera más popular.

Su pesadilla comenzó cuando perdió el seguro médico y las estrictas regulaciones a la hora de obtener medicamentos bajo prescripción, la impulsaron a comprar opioides a personas que los vendían en las calles de Washington D.C.

“Es la única razón por la que comencé a consumir sustancias de la calle” dice DeFranco a la Voz de América desde la capital estadounidense.

Fue las entrañas de las oscuras callejuelas de la capital estadounidense donde se topó con el fentanilo. Aunque explica que con el tiempo el precio de esa sustancia aumentó exponencialmente, su dependencia ganó el pulso a la inflación.

“En ese punto ya eres adicta, y no puedes vivir sin ellos” añade.

Su caso no es aislado. Miles de estadounidenses son adictos al fentanilo, responsable por el aumento de sobredosis en el país. El Instituto Nacional sobre el Abuso de Drogas de Estados Unidos (NIDA) señala que esa sustancia fue la principal causante de las 106.000 muertes por sobredosis entre 2019 y 2021.

“Creo que lo más importante que la gente debe entender es que no se escoge tener esto. Yo creía que lo que estaba consumiendo era un medicamento prescrito. Y, luego hay otras personas que consumían porque querían, ya sabes, tentar a la suerte”, señala DeFranco, quien afirma que mucha gente no recuerda sus primeras experiencias con el fentanilo, porque, según ella “lo que hace no es elevarte, sino que te pega muy rápido y te adormece”.

Megan DeFranco pudo empezar el tratamiento de desintoxiación porque el centro al que acudió no era necesario contar con un seguro médico.

Precisamente la somnolencia es uno de los principales síntomas que el fentanilo tiene sobre el cuerpo humano, de acuerdo con el NIDA, que también advierte que los consumidores pueden experimentar estreñimiento; náuseas; confusión, y euforia extrema.

La directora de la institución, la psiquiatra Nora Volkow, detalla a la VOA que el fentanilo también puede llegar a provocar “rigidez del tórax”, un síndrome que puede afectar la respiración y, según la experta, “contribuye muchísimo a la mortalidad”.

Pero, el cerebro también puede verse impactado por esa droga: “La sobredosis puede ser de tal forma que, aunque no pierdas totalmente la consciencia, disminuye la oxigenación del cerebro y eso produce daño neuronal”, dice Volkow.

Los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC) advierten que el fentanilo puede ser entre 50 y 100 veces más potente que la heroína. Precisamente su alta potencia es lo que provoca que una persona que empieza a tomar fentanilo se vuelva adicta más rápidamente, según Volkow.

Tan solo 2 miligramos de fentanilo son suficientes para matar a una persona que no está acostumbrada a ingerir drogas, advierte la psiquiatra.

“El fentanilo ahora está, esencialmente, en todo”, dice a la VOA Johnny Bailey, trabajador en HIPS, un centro de mitigación y reducción de daños de Washington D.C., que tiene como objetivo final que las personas dejen su adicción a las drogas.

Precisamente DeFranco acudió a uno de los programas del centro para desintoxicarse; un proceso que, según detalla “no fue perfecto”.

“Tienes al ángel y al demonio, y somos criaturas de hábitos, especialmente cuando estás acostumbrado a algo durante tanto tiempo” explica.

Tras varias recaídas y mucho esfuerzo, finalmente pudo salir del infierno de las drogas. Tres años después de finalizar su proceso de desintoxicación, señala que para mitigar la crisis del fentanilo lo más importante es “educar y educar”.

En el centro, Bailey es el encargado de dar terapias grupales y enseñar cómo usar el Narcan, un medicamento que recientemente fue aprobado por la Administación de Alimentos y Medicamentos (FDA) para que sea vendido sin prescripción médica en las farmacias del país, y que ayuda a las personas que padecen una sobredosis.

Señala que, aunque el fentanilo puede impactar a todos independientemente del perfil, en la capital estadounidense la media de personas que sufren sobredosis por esa droga tienen 54 años y un 82% de ellos son afrodescendientes.

“Es muy deprimente, a veces, porque estás rodeado por la muerte, y por la pobreza y todo eso”, dice sobre su trabajo. “Pero, igualmente, son algunas de las mejores personas que jamás conocerás. Y todo lo que podamos hacer para ayudarles es realmente gratificante”, explica.

Bailey apoya a otras personas desde su experiencia, porque igual que DeFranco, en un pasado fue adicto a las drogas.

“Hace diez años que estoy sobrio”, cuenta. “Cuando encarrilé mi vida, volví a estudiar para obtener un grado en trabajo social, porque mi objetivo era enseñar a la gente todo lo que me hubiera gustado saber. Pasé de estar desempleado, en una pandilla, de haber dejado la secundaria y haberme separado; a tener un matrimonio fantástico”, señala.

La DEA, organización federal que lucha contra el tráfico de estupefacientes, considera que Estados Unidos vive la crisis relacionada con las drogas más devastadora de la historia debido al fentanilo.

“Con el fentanilo solo se utilizan químicos a la hora de producirlo. Precursores químicos hechos en China se envían a México. Los carteles utilizan esos químicos y hacen pastillas que finalmente se envían de contrabando a Estados Unidos” dice a la VOA Jacob Galvan, agente de la DEA localizado en Seattle.

DEJA UNA RESPUESTA

Por favor ingrese su comentario!
Por favor ingrese su nombre aquí