Las últimas cifras sobre inflación en Estados Unidos, divulgadas por el Departamento de Comercio la semana pasada revelaron un leve aumento. En febrero el índice de precios de los gastos de consumo personal, un indicador preferido por el banco central aumentó a 2.5 por ciento desde el año pasado, levemente arriba de 2.4 por ciento registrado en enero. Eso está lejos de 7 por ciento alcanzado hacia fines de 2022, pero se queda corto del objetivo de 2 por ciento del banco central.

Los principales contribuyentes con casi dos tercios al incremento de precios fueron la gasolina y la vivienda. El aumento en el precio de la gasolina regular sin plomo, a $3.50 por galón, se debió a los recortes de producción aprobados por la Organización de Países Exportadores de Petróleo y Rusia, junto a menos producción en Estados Unidos, después del récord alcanzado de casi 13 millones de barriles en 2023, así como el fin del invierno en el hemisferio norte.

Por otra parte, las elevadas tasas de interés han deprimido tanto las rentas como las ventas de casas, a la par de   otros indicadores que revelan una economía fuerte, a pesar de la postura restrictiva de la política monetaria. El gasto de los consumidores está creciendo, el desempleo está debajo de 4 por ciento, con crecimiento económico de 2.1 por ciento para el primer trimestre, estimado por el banco de la Reserva Federal de Atlanta. En esas condiciones, el presidente de la Reserva Federal Jerome Powell dijo el viernes pasado, “no necesitamos apresurarnos para recortar.”

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