José Hernández nació hace 61 años en California y desde muy pequeño tuvo que ayudar a sus padres inmigrantes en las tareas del campo.

José Hernández, de origen mexicano, es el tercer astronauta latinoamericano en ir al espacio, después de Arnaldo Tamayo Méndez y Rodolfo Neri. La película «A Millones de Kilómetros» (Amazon Studios) narra su biografía y su lucha por ingresar a la NASA.

Cualquiera podría decir de él que es un héroe nacional, pero él admite que prefiere pasar desapercibido. Como una persona normal y corriente. José Hernández, de 61 años, es el tercer astronauta de origen latinoamericano en ir al espacio, después de Arnaldo Tamayo Méndez (Cuba) y Rodolfo Neri (México).

Pero su historia de vida se ha convertido en el reflejo de muchos inmigrantes que llegan a Estados Unidos en busca de una vida mejor para ellos y sus familias. “Mucha gente me pregunta si me siento un héroe, y yo digo que como un héroe no, pero sí cómo un modelo a seguir”, explica el también ingeniero durante una entrevista con la Voz de América convencido de que su vida “es un ejemplo de qué es lo que se puede lograr con el estudio, la preparación, la planificación de donde quieres llegar y la perseverancia”.

José Hernández es hijo de inmigrantes mexicanos. Sus padres, Julia y Salvador, trabajaban en el campo, cosechando fresas y pepinos, y él también acostumbraba a ayudarlos en la recolección mientras trataba de seguir estudiando.

Su historia ahora se ha convertido en una película. Amazon Studios ha estrenado este viernes en Prime Video “A Millones de Kilómetros” (“A Million Miles Away”, en inglés) protagonizada por Michael Peña y cuyo hilo conductor es la biografía de José Hernández, desde sus primeros años de edad hasta que logra entrar a la Administración Nacional de Aeronáutica y el Espacio de Estados Unidos (NASA) tras ser rechazado hasta 12 veces en la agencia espacial.

“Yo digo que es bueno contar mi historia porque es la manera de empoderar a mucha gente, a que se pongan las pilas y que le echen ganas”, asegura durante la entrevista. De hecho, la razón principal por la que aceptó que se hiciera una adaptación cinematográfica sobre su vida era porque su intención es que la comunidad latina en Estados Unidos se sienta cada vez más “empoderada”.

“Creo que está película a empoderar a muchos latinos, especialmente los que están en Estados Unidos, les enseña a soñar en grande y cómo esos sueños se pueden convertir en realidad, sin importar donde inicias en la vida o tu estatus socioeconómico, sino hacia adonde apuntas tu vida”, dice subrayando que el “camino para llegar a ese destino es lo más importante”.

Hernández fue seleccionado en la NASA como astronauta en la clase número 19. Participó en la misión STS-128, en la Estación Espacial Internacional, acaparando la atención de la comunidad en Estados Unidos, incluso llegando a ser reconocido con el Premio Nacional al Héroe Hispano otorgado por el Congreso del Estado de Michoacán.

Su interés por el espacio llegó cuando vio por televisión “al último hombre en caminar por la superficie de la Luna en la misión Apolo 17”. “Así nació el sueño, pero realmente quién me empoderó para creer en ese sueño fue mi padre, que esa misma noche le dije que aunque tenía una educación de tercer grado de primaria tenía la sabiduría para saber por que quería ser astronauta”, recuerda.

En su opinión, lo más difícil de su carrera como astronauta ha sido creer en sí mismo y en sus capacidades. “Porque a los que seleccionan son personas excepcionales y cuando ves a todos y luego ves que tú eres el único latino de piel café y que, tal vez, habla un inglés con acento, pues tienes esas dudas”, relata aludiendo al “síndrome del impostor” y la importancia de “superar esos miedos”.

Para él, llegar al espacio fue “algo maravilloso”. “Daba la vuelta al mundo una vez cada 90 minutos”, explica Hernández. Para él, sin embargo, lo más emotivo de estar a más de 300 kilómetros de altura de la superficie terrestre no era el hecho de ser uno de los pocos seres humanos que ha logrado ese hito, sino poder ver que desde arriba Estados Unidos y México, los dos países con los que siente una mayor atracción por sus raíces, no hay fronteras ni líneas divisorias.

“Cuando uno ve Canadá, Estados Unidos y México es una belleza porque puedes ver en una sola escena esos tres países, pero lo que se me hizo más bonito es que no se veían las fronteras. No puedes distinguir dónde terminaba un país e iniciaba el otro”, comenta. Sobre eso, confiesa que, en ese momento, se dio cuenta que tuvo “que salir fuera del mundo” para darse cuenta de que “las fronteras es un concepto hecho por el humano, diseñado para separarnos”.

Con todo, celebra que la NASA esté haciendo cada vez más esfuerzos para que la agencia sea más inclusiva y diversa. “Creo que es una cosa muy buena, porque nosotros somos más de 60 millones de latinos en Estados Unidos y somos un segmento de la sociedad que no se puede ignorar. Entonces, para que Estados Unidos sea competitivo en el mercado mundial, hay que enganchar e incorporar a todos los segmentos de nuestras comunidades, incluyendo a los hispanos”, finaliza.

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