Foto ilustrativa Alex Green, Pexels

El conflicto surge de un desacuerdo donde una o ambas partes perciben una amenaza, real o imaginaria. Los conflictos siempre ocurrirán. Es la manera como se intenta resolver un conflicto lo que determina el resultado futuro. Para algunos, la violencia en diversas formas suele ser la primera opción para resolver disputas. Los seres humanos a lo largo de la historia han intentado resolver sus conflictos con la violencia y se han encontrado con el resultado de más violencia.

Desde los primeros tiempos bíblicos, cuando Caín mató a su hermano Abel, un peligroso precedente de emociones mal administradas se desarrolló en la práctica estándar de resolver la ira con la violencia. Los humanos tenemos un linaje de violencia y trauma que nos ha llevado a donde estamos hoy. Nuestro país no está solo de ninguna manera, sin embargo, si examinamos la historia de crueldad y violencia de nuestra sociedad, podemos comenzar a comprender la profundidad del trauma multigeneracional.

La criminalidad es una fuente cruel de violencia que victimiza a los vulnerables. Para la persona que comete un delito, puede parecerle una forma de resolver sus propios conflictos, pero en realidad lo hace a expensas del sufrimiento de otras personas.

El robo, el secuestro y el asesinato son acciones que declaran: “soy más valioso que tú; por lo tanto, no importa si me beneficio a costa de tu sufrimiento”.

La opresión es otra fuente de violencia: genocidio, desplazamiento de culturas indígenas, esclavitud de africanos, explotación de inmigrantes. Las guerras han cambiado el curso de la historia para siempre. En la historia moderna, la televisión trajo los horrores de la guerra a la sala de nuestra casa. La guerra de Vietnam y el bombardeo de Bagdad fueron televisados en vivo, dando al espectador un asiento de primera fila en la destrucción de un país y una ciudad antigua. Estamos rodeados de asesinatos y violencia en el cine, la televisión, los videojuegos y la música. Las letras anti-femeninas que glorifican a los matones entran en el cerebro de nuestros hijos a través de costosos auriculares, y así, su visión del mundo se altera. Ellos se ven rodeados de peligros y del mal.

Foto ilustrativa Nick Bondarev, Pexels

En 2020, en Filadelfia ha habido 499 asesinatos, cifra al pico de un aumento constante de homicidios y tiroteos durante los últimos cuatro años. Nuevamente, parece que la violencia es la única forma en que las personas han aprendido a resolver conflictos. Cuando sea a nivel de barrio local o a nivel nacional, necesitamos encontrar formas de resolver las diferencias sin recurrir a los instintos más básicos que poseemos. En una sociedad tan entrelazada con la violencia, ¿cómo podemos darle la vuelta a esto?

Propongo mirar detenidamente a la cultura y por qué valoramos la violencia como una solución al conflicto. Mientras los niños son pequeños, podemos ofrecerles unas alternativas a las familias a través de la educación socioemocional; proporcionando herramientas para enfrentar los conflictos diarios y ofreciendo perspectivas alternativas, para que los grupos pueden implementar su vida familiar con disciplina, apertura, aceptación a la diversidad e interacción con los demás.

La violencia no es nuestra única herramienta. En todo caso, debería ser la última herramienta a la que recurramos cuando nos enfrentamos a un conflicto. Piense antes de hablar o actuar y reduzca la intensidad del conflicto cuando sea posible. Maneje su estrés de modo que tenga suficiente energía para manejar un conflicto. Sea consciente y maneje sus emociones, especialmente sobre los temas que sabe que son difíciles para usted. Aprenda todo lo que pueda sobre usted mismo, sus factores desencadenantes y cómo puede amarse mejor a sí mismo y a los demás.

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