Por Katheryn Houghton/KHN

Bozeman Health tenía un problema, uno que los funcionarios del sistema de salud con hospitales y clínicas en el suroeste de Montana dijeron que se había estado creando por meses.

Había superado las pruebas más difíciles de la pandemia de covid-19, pero perdió empleados y pagó una prima por trabajadores itinerantes para llenar el vacío. La inflación también elevó los costos operativos.

El sistema, que sirve a una de las áreas más ricas y de más rápido crecimiento del estado, estaba perdiendo dinero. Gastó casi $15 millones más de lo que ingresó de enero a junio de este año, dijo el presidente y director ejecutivo John Hill.

El 2 de agosto, Hill anunció que Bozeman Health había despedido a 28 personas en puestos de liderazgo y no cubriría 25 puestos de liderazgo abiertos. El sistema tiene una fuerza laboral de alrededor de 2,400 y un presupuesto de aproximadamente $450 millones para el año.

La pandemia ha intensificado una escasez prolongada de trabajadores de salud que ha afectado especialmente a los grandes estados rurales como Montana, que tienen pocos candidatos para reemplazar a los trabajadores que se van.

Las costosas medidas provisionales, incluidas las enfermeras itinerantes, hicieron que aumentaran los costos de los hospitales. La escasez de personal también ha dejado a los pacientes con esperas más largas para recibir tratamiento o con menos proveedores para atenderlos.

Además de Montana, hospitales de California, Mississippi, Nueva York, Oregon y otros lugares despidieron trabajadores y redujeron los servicios este verano. Los sistemas de salud han apuntado hacia bajos volúmenes de cirugías, altos precios de equipos, pacientes más enfermos e inversiones complejas. Paralelamente a esos problemas, el mayor gasto de los hospitales, la nómina de pagos, se disparó.

“Si hablas con cualquier líder de hospital en todo el país, pondrían a la fuerza laboral como su primera, segunda o tercera prioridad”, dijo Akin Demehin, director senior de política de calidad y seguridad del paciente de la American Hospital Association.

Los trabajadores abandonaron la industria de la atención de salud en masa durante la pandemia, citando salarios bajos y agotamiento. A nivel nacional, los hospitales compitieron por trabajadores contratados para llenar el vacío, lo que hizo subir los precios. Eso dejó a los hospitales en delicado equilibrio: mantener a los empleados existentes y cumplir con los roles esenciales mientras se reducen costos.

El director financiero de Bozeman Health, Brad Ludford, dijo que el sistema pasó de gastar menos de $100,000 al mes en trabajadores de corto plazo antes de la pandemia a $1,2 millones a la semana el otoño pasado. Ese número ahora está más cerca de $1.4 millones por mes. En general, los costos de mano de obra del sistema son de aproximadamente $20 millones al mes, un aumento de alrededor del 12% en comparación con el año pasado.

Hill dijo que el sistema de salud tomó otras medidas antes de eliminar puestos de trabajo: frenó todos los viajes de negocios fuera del estado, recortó la compensación de los ejecutivos y reajustó la carga de trabajo. Simultáneamente, intentó convertir a los trabajadores subcontratados en empleados de tiempo completo y retener al personal existente a través de un aumento del salario mínimo.

Hill dijo que el sistema hospitalario ha tenido cierto éxito, pero es lento. A mediados de agosto, tenía 487 vacantes para trabajadores esenciales.

“Todavía no ha sido suficiente”, dijo Hill.

Vicky Byrd, enfermera registrada y directora ejecutiva de la Montana Nurses Association, dijo que la escasez a nivel nacional significa que se les pide a las enfermeras que hagan más con menos ayuda. Byrd quiere ver que más hospitales ofrezcan a los empleados de larga data el tipo de incentivos que han usado para el reclutamiento, como dar a las enfermeras un pago superior por tener turnos adicionales, o bonos por longevidad.

“No se trata solo de reclutar, puedes conseguir a cualquiera por un bono de $20,000”, dijo Byrd. “Pero, ¿cómo vas a mantenerlos allí durante 10 o 20 años?”

Los desafíos financieros de los hospitales han evolucionado desde los comienzos de la pandemia, cuando las preocupaciones se centraban en los costos de respuesta al covid y los ingresos que no llegaban porque las personas retrasaban la atención.

En 2020, gracias a la ayuda federal y al regreso a niveles de servicio más normales, muchos de los hospitales más ricos del país ganaron dinero.

Pero funcionarios del hospital han dicho que el panorama financiero cambió a principios de 2022. Algunos hospitales se vieron muy afectados por el aumento de omicron, así como por el aumento de la inflación y los desafíos de personal.

Los hospitales recibieron millones de dólares en ayuda del gobierno por la pandemia, pero los funcionarios de la industria dijeron que eso ha disminuido. Bozeman Health, por ejemplo, recibió aproximadamente $20 millones en ayuda federal en 2020. Recibió $2,5 millones el año pasado y alrededor de $100,000 en 2022.

John Romley, economista de salud y miembro senior del Centro Schaeffer de Política y Economía de la Salud de la Universidad del Sur de California, dijo que con el agotamiento de la ayuda federal y el aumento de la inflación, es posible que algunos hospitales ahora estén perdiendo dinero. Pero advirtió que se necesitan más datos para determinar cómo les ha ido a los hospitales en general en comparación con años anteriores.

Providence, un sistema de salud con 52 hospitales en todo el oeste, reportó una pérdida operativa neta de $510 millones durante los primeros tres meses del año. En julio, anunció que estaba estableciendo un “equipo ejecutivo más reducido”. El sistema opera uno de los proveedores más grandes de Montana, el Hospital Providence St. Patrick en Missoula.

Kirk Bodlovic, director de operaciones de Providence Montana, dijo que la nueva estructura aún no ha afectado los puestos locales, aunque dijo que los líderes de los hospitales están analizando los puestos vacantes que no son esenciales para la atención de los pacientes. Dijo que el hospital está tratando de reducir su dependencia de los trabajadores contratados.

“Los esfuerzos de reclutamiento no están a la altura de la demanda”, dijo Bodlovic.

Los recortes de empleos en hospitales en todo el país han expulsado a algunos profesionales de salud que se habían quedado en sus trabajos durante el estrés de la pandemia. Y los recortes han significado que algunos pacientes han tenido que viajar más lejos para recibir tratamiento.

En Coos Bay, Oregon, el Bay Area Hospital se enfrentó a una reacción violenta de la comunidad después de que anunciara que eliminaría los contratos de 56 trabajadores itinerantes y cancelaría sus servicios de salud conductual para pacientes hospitalizados. Los funcionarios del hospital mencionaron el alto costo de llenar los puestos vacantes rápidamente.

En mayo, St. Charles Health System, con sede en Bend, Oregon, despidió a 105 trabajadores y eliminó 76 puestos vacantes. El director ejecutivo del sistema en ese momento, Joe Sluka, dijo en un comunicado de prensa que los costos laborales se habían «disparado» en gran parte debido a la necesidad de contratar trabajadores clínicos. Dijo que el hospital terminó abril con una pérdida de $21,8 millones.

“Dos años de pandemia nos llevó a esta situación, y nos llevará al menos dos años recuperarnos”, dijo Sluka en el comunicado.

En Montana, Bozeman Health no ha podido ofrecer diálisis para pacientes hospitalizados en su hospital más grande durante meses, por lo que los pacientes que necesitan ese servicio han sido enviados a otro lugar. Hill dijo que espera algunos retrasos en los servicios fuera de la atención crítica, como las pruebas de laboratorio. Ludford dijo que la esperanza es que el sistema comience a equilibrarse en la segunda mitad de este año.

A unas 100 millas de distancia, el Hospital Infantil Shodair en Helena redujo a la mitad el número de pacientes que aceptaba debido a la escasez de personal. Es el único hospital psiquiátrico para niños en Montana y está construyendo una instalación de $66 millones para ampliar la capacidad de camas.

El director ejecutivo Craig Aasved dijo que el hospital de 74 camas se redujo hace aproximadamente dos años en lugar de agregar trabajadores por contrato para tener espacio para que los pacientes se pusieran en cuarentena en caso de brotes de covid. Aasved dijo que está luchando para abrir otra unidad. Shodair, que históricamente no ha dependido de trabajadores itinerantes, contrató a cuatro de estos trabajadores en los últimos meses, dijo.

“Es un doble golpe: perdimos ingresos porque cerramos camas, y además tienes el gasto adicional para los itinerantes”, dijo Aasved. “El objetivo es que no haya despidos, ni licencias, pero no podemos quedarnos en lo que hemos estado haciendo para siempre”.

Dijo que, hace unos seis meses, el hospital aumentó el salario de algunos empleados y abrió un programa de residencia de enfermeras para atraer a nuevas personas. Pero esos pasos no han brindado ayuda inmediata.

Cerca de allí, el director ejecutivo de St. Peter’s Health, Wade Johnson, dijo que el hospital cerró parte de su unidad de pacientes hospitalizados y redujo el horario de algunos servicios debido a la escasez de personal. Algunas camas permanecen sin usar.

Los administradores están explorando la automatización de más servicios, como hacer que los pacientes pidan comida por iPad en lugar de a través de un empleado del hospital. También están permitiendo horarios más flexibles para retener a los empleados existentes.

“Ahora que nos hemos adaptado a la vida con covid en muchos aspectos en el entorno clínico, estamos lidiando con las repercusiones de cómo la pandemia afectó a nuestro personal y a nuestras comunidades en general”, dijo Johnson.

Se publicó originalmente en KHN el 7/10/22

KHN (Kaiser Health News) es la redacción de KFF (Kaiser Family Foundation), que produce periodismo en profundidad sobre salud. Es uno de los tres principales programas de KFF, una organización sin fines de lucro que analiza la problemática de salud y salud pública de la nación.

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