En esta fotografía de archivo, Yunior García, dramaturgo y uno de los organizadores de una marcha de protesta, junto a un cartel que dice en español "Mi casa está bloqueada", que colocó en una ventana de su casa, en La Habana, Cuba, el domingo el 14 de noviembre de 2021. García dijo el sábado 9 de julio de 2022 durante una entrevista con The Associated Press que aunque el gobierno no cayó en las protestas de 2021, estas sí lograron crear conciencia entre los cubanos. (Foto: AP/Ramón Espinosa/Archivo)

Madrid, España. — Hasta que su apartamento en las afueras de La Habana fue rodeado en noviembre por vecinos y grupos progubernamentales que le gritaban consignas a favor de la revolución y lo acusaban de ser un enemigo, Yunior García era un galardonado artista cubano.

Sin embargo, el dramaturgo de 39 años había comenzado unos meses antes a lanzar críticas al gobierno que fueron escalando y ganando atención rápidamente en medio de una crispación en la isla por las protestas antigubernamentales del 11 y 12 de julio de 2021.

Miles de personas salieron a las calles esos días para quejarse de las carencias generales en medio de la paralización provocada por la pandemia del coronavirus y una mayor presión de Estados Unidos.

“El 11 de julio es el estallido social más grande de nuestra historia y demostró que era mentira cuando el régimen decía, cuando afirmaba, que la mayoría de la población estaba de su parte”, expresó el artista cubano en una entrevista con The Associated Press desde Madrid, adonde se marchó en noviembre y reside desde entonces.

Para las autoridades en cambio, fue un intento de opositores impulsados por Estados Unidos de aprovecharse del malestar económico de la población.

“A pesar de que todo está peor, que falleció una persona, a pesar de los miles de presos políticos… de los que hemos tenido que abandonar el país porque fuimos expulsados, a pesar de todo eso creo que sí valió la pena porque fue el despertar del pueblo de Cuba”, agregó García.

Desde las protestas la crisis económica se incrementó en Cuba, las largas colas, la falta de alimentos y medicinas continuaron y las críticas por la mano dura sobre cómo se manejaron las manifestaciones cayeron sobre el gobierno. El Producto Interno Bruto decreció 11% en 2020 y sólo creció 2% en 2021. La migración de ciudadanos también se desató.

Estados Unidos, aunque tuvo algunos gestos mínimos para flexibilizar los viajes o su servicio consular, continuó presionando a La Habana con el objetivo de promover un cambio político.

En aquellas jornadas de 2021 más de media docena de localidades cubanas vieron cómo calles y plazas se llenaban de personas de manera más o menos espontánea y aunque algunas organizaciones trataron de atribuirse las protestas, no hubo una dirección clara y en general fueron convocadas de boca a boca en las redes sociales. Se vivieron escenas de violencia y vandalismo también.

“No se trata sólo de la miseria y el hambre que están padeciendo los cubanos. Ese día se gritó libertad”, señaló García. La versión de las autoridades es más matizada y para ellos se trató de un intento de los opositores en el país y el extranjero de alimentar un descontento para destruir a la revolución.

El dramaturgo fue el principal animador de una plataforma en internet llamada Archipiélago que presentó en septiembre -un mes y medio después de las protestas- un pedido de autorización para una marcha que finalmente no fue autorizada. La manifestación tenía por objeto reclamar por los presos de las protestas de julio y por un diálogo nacional.

A medida que la fecha se acercaba, García y Archipiélago propusieron otras formas de expresión opositora: vestirse de blanco o colgar sábanas de ese color en las ventanas, portar rosas y aplaudir a las tres de la tarde. Las iniciativas no prosperaron entre la población, ni se produjeron otras manifestaciones desde entonces.

El gobierno cubano acusó a Estados Unidos de estar detrás de las acciones. El canciller Bruno Rodríguez indicó que sospechosamente en unos 50 días se habían producido 185 pronunciamientos de funcionarios estadounidenses en apoyo a las protestas y a Archipiélago.

García salió de Cuba de manera sorpresiva, por los que se ganó la enemistad incluso de muchos partidarios de su plataforma que lo acusaron de abandonarlos. Ahora reveló que para viajar de manera tan sigilosa contó con la ayuda del movimiento de Focolares, una corriente de la Iglesia católica en la isla.

“Hay una gran incertidumbre. En Cuba hay una crisis total”, reconoció García cuando se le preguntó por la posibilidad de nuevas protestas. “Es imposible que el régimen pueda sostenerse así por mucho tiempo”.

En España el dramaturgo, quien está en tramitando su asilo, se integró a la vida cultural, pero sin perder su interés por la isla. “Nuestra cabeza sigue estando en Cuba”.

Ahora se prepara para el estreno de su obra “Jacuzzi” en octubre en el marco del Festival de la Hispanidad organizado por la Comunidad de Madrid.

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